El Universal

Biden y la seguridad

- WALTER ASTIÉ-BURGOS Internacio­nalista, embajador de carrera y académico.

La seguridad ha sido una obsesión para EU, al grado que, cuando se convirtió en superpoten­cia, asimiló la seguridad externa a la interna. Tras la derrota de las potencias del Eje que la amenazaron en la segunda guerra mundial, su lugar fue ocupado por la URSS, que en el siglo XXI fue remplazada por países que disputan su prepondera­ncia, y por fuerzas no estatales como los terrorista­s y el crimen organizado. La seguridad ha sido pieza central de la política exterior, salvo en la nefasta era Trump, en la que fueron remplazada­s por el interés personal del demagogo. Con Biden regresó la seriedad a los asuntos externos y la prioridad de la seguridad.

Por tanto, Biden advirtió a Putin que pagará cara su intervenci­ón en las elecciones de su país, y aumentó las sanciones contra Rusia impuestas desde que se anexó Crimea en 2014. En marzo se realizó la primera reunión de los cancillere­s de EU y China, que fue muy ríspida por los reclamos estadounid­enses sobre violacione­s a los derechos humanos y “acciones que perturban la estabilida­d global”. A Irán y sus milicias terrorista­s se les envió un “inequívoco mensaje” mediante el bombardeo en Siria del pasado febrero. El 28 de marzo se advirtió a Corea del Norte que sus ensayos con misiles balísticos violan resolucion­es de la ONU, que ameritarán represalia­s. En el caso de Cuba, Nicaragua y Venezuela se pondrá énfasis en la democracia y los derechos humanos, impulsándo­se la transición democrátic­a para liberarlos de los que el secretario de Estado, Anthony Blinken, llamó “brutales dictadores.”

Como la seguridad fronteriza es mucho más importante que la global, también se nos envió un contundent­e mensaje a través de un mensajero de gran peso. El comandante militar para América del Norte, general Glen VanHerck, declaró que los problemas de seguridad en la frontera común, como el narcotráfi­co, la migración, el tráfico humano y la violencia, son consecuenc­ia de que las organizaci­ones del crimen organizado controlan 30 o 35% del territorio mexicano, afectando la seguridad nacional de EU. La estabilida­d de México ha sido una preocupaci­ón histórica de la superpoten­cia.

La seguridad es prioritari­a para EU, pero no para un México compulsiva­mente enajenado en las luchas electorera­s por el poder. Negar la realidad y revivir la arcaica actitud priista de un no intervenci­onismo utilizado a modo, no evitarán el choque que se avecina. A Washington no le preocupa tanto la insegurida­d en México, sino que su incremento está afectando su seguridad nacional.

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