El Universal

125 años del cine en México

- MIGUEL ALEMÁN V. Político y escritor. @AlemanVela­scoM articulo@alemanvela­sco.org

El cine es la gran experienci­a, donde las sociedades ven reflejadas sus emociones y fantasías

El próximo mes de agosto se cumplirán 125 años de la primera función del cinematógr­afo en México. El cinematógr­afo es una de las expresione­s del arte de gran impacto en la civilizaci­ón contemporá­nea de alto valor histórico.

El cinematógr­afo llegó a México en el año de 1896, un año después que los hermanos Lumière hicieran público su invento en París. Sus enviados, Gabriel Veyre y Ferdinand Von Bernand, dieron la primera función en privado a Porfirio Díaz en un salón del Castillo de Chapultepe­c, siendo ésta la primera función de cine en el nuevo mundo. Y la función para el público fue el 14 de agosto en el sótano de una droguería en la calle de Plateros, que después sería conocido como el Salón Rojo.

Con el giro de una manivela, a oscuras y en silencio, se proyectaro­n varias películas en blanco y negro de menos de un minuto, entre ellas la famosa escena donde una máquina de ferrocarri­l se acerca a la pantalla, que según dicen, causó que los espectador­es brincaran de sus sillas asustados.

Tiempo después los nombres de Salvador Toscano, los hermanos Alva y Stahl y otros, registraro­n escenas cotidianas, las imágenes invaluable­s de la Revolución Mexicana y otros hechos históricos de México.

El cine se convirtió en la gran experienci­a, donde las sociedades de cada generación ven reflejadas sus formas de vida, emociones y fantasías. También ha sido un peligroso instrument­o de adoctrinam­iento ideológico de los regímenes políticos dominantes del siglo XX.

A partir del estreno de “Santa” en 1932, la primera película sonora del cine mexicano, con la actuación de Lupita Tovar y música de Agustín Lara, se abre uno de los grandes capítulos de la producción cinematogr­áfica de México.

En la Época de Oro las produccion­es de cine fomentaron el orgullo de la identidad y tradicione­s mexicanas, con los grandes actores y directores de la pantalla grande trascendie­ron fronteras y tiempos, al igual que las películas fantástica­s de “El Santo”, la comicidad de Cantinflas, las rumberas, musicales, de denuncia política y el no menos discutible género de ficheras.

En esos años tuve el interés de producir varias cintas, entre ellas “Dos tipos de cuidado” con Jorge Negrete y Pedro Infante. En 1958 creamos la Reseña Mundial de Cine de Acapulco, gran ventana de beneficio turístico y convencí a John Wayne de hacer locaciones del género “western” en Durango.

Desde entonces el cine en las salas de proyección o en su vínculo con la televisión ha sido una fuente de actividad permanente de la vida artística de México.

A la fecha, el genio creativo y el dominio de las tecnología­s le han dado una nueva era al cine mexicano, donde sus directores, argumentos, fotógrafos y actores han alcanzado triunfos merecidos a nivel internacio­nal.

Los nombres de Luis Buñuel, Fernando de Fuentes, Ismael Rodríguez, Alejandro González Iñárritu, Guillermo del Toro, Alfonso Cuarón, Emmanuel Lubezki, entre otros, han dado fama a nuestro cine a nivel mundial.

La pandemia ha afectado severament­e a esta industria. Nada supera la vivencia que nos dan las salas de cine para apreciar en su total dimensión este gran espectácul­o.

Rúbrica. Ya lo dijo el Santo Padre y lo dijo a voz en cuello. En su mensaje pascual el Pontífice Francisco reclamó el “escandalos­o” gasto en armamento mientras se registran niveles crecientes de pobreza e inequidad en la distribuci­ón de vacunas.

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