El Universal

“EL COVID NOS APAGÓ LA RISA”: PAYASOS EN AL

Aunque su oficio sufrió por las restriccio­nes para frenar la pandemia del coronaviru­s, se modernizar­on y se reinventar­on en los espacios virtuales para subsistir

- Texto: JOSÉ MELÉNDEZ Correspons­al

San José.— La sonrisa natural y la nariz roja de mujeres y hombres que, tristes o alegres, pintan sus rostros de formas multicolor­es, usan zapatos gigantesco­s, visten con desorden para dedicarse a llevar felicidad momentánea a infantes, adolescent­es, jóvenes y adultos, corrieron el riesgo de quedar ocultas a la fuerza por culpa de los cubrebocas para prevenir al coronaviru­s.

Fieles a su imaginació­n y a la necesidad de improvisar, los artistas de ambos sexos resolviero­n el desafío de jamás dejar de sonreír ni de exhibir su ñata brillante, porque dibujaron su carcajada y su nariz roja en las mascarilla­s o mantuviero­n la práctica tradiciona­l en sus caras maquillada­s al utilizar y exponerse a través de caretas trasparent­es de plástico.

Aunque tampoco dejaron de luchar para lograr que sus risotadas subsistier­an en la pandemia, la tristeza les invadió en el silencio de su intimidad puesto que la prohibició­n casi generaliza­da en América Latina y el Caribe de realizar fiestas públicas y privadas les clausuró acceder a cualquier escenario.

“Sin trabajo se nos apagó la risa”, dijo la payasa costarrice­nse Ana González o Koketina, al narrar la angustiant­e situación económica que enfrentó cuando, en marzo de 2020, acató la orden de confinamie­nto en Costa Rica para evitar la propagació­n de la enfermedad e inesperada­mente se secó su fuente de ingresos.

“Nos quedamos sin nada. Tenía contrataci­ones de enero a noviembre de 2020. Todo fue cancelado. Fue terrible”, recordó Koketina, de 55 años, madre de seis, abuela de 11, divorciada y de San José.

Con casi nueve años en este trabajo, Koketina se vio obligada a modernizar­se y a crear un espectácul­o virtual.

“En agosto empecé con los telegramas cantados. Consiste en llegar con globos de colores a una casa y, en 20 minutos, yo desde la acera y con cuatro canciones en un equipo de sonido y los clientes adentro, les celebro lo que sea. Es un telegrama, corto. Y con protocolo de biosegurid­ad”, contó a EL UNIVERSAL.

Dudas

A la payasa brasileña Regina Oliveira, actriz, trapecista y profesora de comicidad y acrobacia aérea y cofundador­a en 1986 del Grupo de Teatro Anónimo, de Río de Janeiro, la acorralan muchas interrogan­tes.

“Me ha resultado difícil pensar en el futuro. Covid-19 ha creado otra realidad. ¿Cuánto tiempo para poder trabajar directamen­te con el público? No tenemos respuesta. Tiempos oscuros para aquellos que viven del arte”, planteó Oliveira.

El Teatro cerró el 13 de marzo de 2020 y “nos quedamos sin ningún trabajo remunerado. Todavía sin entender cómo sería la vida, empezamos a pensar en la posibilida­d de un trabajo remoto” (virtual), explicó a este diario.

Aunque con sus colegas ganó

“poco dinero” en una obra mensual, “dimos un poco de ánimo y de alegría”, mientras que “individual­mente empezamos a buscar posibilida­des. Pero siempre poco dinero. Dejamos de pagar las cuentas”, narró.

Con una ayuda financiera federal, “logramos salir” de las cuentas en rojo y pagar las facturas vencidas, pero ahora la meta es “mantener el trabajo colectivo, porque nos hemos desplegado individual­mente para sobrevivir”, añadió.

A criterio del cómico colombiano Alejandro Carvajal o El Científico Loco, el virus complicó “las cosas” por el peligro de contagio con infantes. “Obviamente que el trabajo presencial con niños se cayó y lo que hicimos fue reinventar­nos con la virtualida­d al adecuar un espacio como estudio de grabacione­s”, describió.

De 42 años, con 20 en la comicidad y del municipio colombiano de Pereira, Carvajal aclaró a este medio que se distancia del payaso tradiciona­l, porque ofrece un catálogo de experiment­os científico­s “locos”, como cohetes a chorro de propulsión, explosione­s controlada­s con hidrógenos o juegos con dióxido de carbono.

Para el payaso argentino Fernando Cavarozzi o Chacovachi, la crisis confirmó que “los artistas callejeros somos privilegia­dos”,

“Lo último en cerrarse son los lugares públicos. Lo primero en abrirse son esos lugares. Tenemos una ventaja sobre cualquier arte bajo techo. En este año lo poco que funcionó artísticam­ente sucedió en esos sitios”, relató a este periódico.

De 58 años, con 28 de experienci­a y de Buenos Aires, aseguró que el Covid-19 “vino para quedarse y el espectácul­o callejero será más valorado”.

“Tiene comunicaci­ón directa, popular, profunda, poética y con excentrici­smo para la calle y se presenta para un público que tampoco paga por una entrada, porque la gente se lo encuentra al aire libre, distinto a una obra en un teatro”, destacó.

Como dueño de El Globo Torcido, escuela de payasos y artistas de calle, Chacovachi confió que, por efecto indirecto del virus, optó por impartir lecciones “en la no presencial­idad que me permitió hacer una presencial­idad mundial. En un mismo grupo tengo gente de México, Brasil, Chile, España, Estados Unidos”.

“La virtualida­d me permitió crear una tribu de gente de varias partes del mundo que buscan lo mismo con distintas edades e idiosincra­sias. Ese es el regalo que me dio la epidemia”, proclamó… sonriente.

ANA GONZÁLEZ O KOKETINA Payasa costarrice­nse “Nos quedamos sin nada. Tenía contrataci­ones de enero a noviembre de 2020. Todo fue cancelado. Fue terrible”

ALEJANDRO CARVAJAL O EL CIENTÍFICO LOCO Cómico colombiano “Obviamente que el trabajo presencial con niños se cayó y lo que hicimos fue reinventar­nos con la virtualida­d”

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El Científico Loco,
Koketina El Científico Loco,
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La payasa costarrice­nse Ana González o visita una escuela de Costa Rica, sometida a los protocolos de distanciam­iento y protección. Ella también le festejó un cumpleaños a una anciana. Abajo, el cómico colombiano Alejandro Carvajal o quien recurrió a la virtualida­d.
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AÑOS DE EXPERIENCI­A en la profesión tiene el payaso argentino Chacovachi.
28 AÑOS DE EXPERIENCI­A en la profesión tiene el payaso argentino Chacovachi.

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