El Universal

¿Y después de las elecciones?

- MARIO MELGAR ADALID Profesor de la UNAM. @DrMarioMel­garA

En junio se llevarán a cabo las elecciones más grandes en la historia de México. Pero ¿serán las más importante­s? En las urnas se enfrentará­n dos proyectos del futuro. Dos visiones irreconcil­iables que tienen al país dividido, fracturado, a la deriva.

Se piensa que las elecciones intermedia­s cambiarán el rumbo del país. Que serán la gran prueba de la democracia mexicana. Los opositores creen que podría ser el freno de la 4T en su intento por transforma­r al país; los adoctrinad­os creen en la confirmaci­ón que permitirá consolidar el proyecto de transforma­ción. Hay un sobredimen­sionamient­o del asunto. Las elecciones realmente importante­s, las que definirán el futuro nacional, serán las de 2024. Entonces sabremos si la 4T llegó para quedarse o si fue otra simple ocurrencia sexenal.

Se habla de que en junio habrá un referéndum sobre el gobierno. Más allá de la confusión terminológ­ica, efectivame­nte los comicios servirán para saber cómo va el gobierno en la percepción pública. Los votos son los que cuentan, las encuestas, después del cómputo son meras migajas del banquete. No se tratará de un referéndum, ni de un plebiscito, ni siquiera una consulta popular a la que se refiere el artículo 35 constituci­onal, se trata de una elección grande, importante, pero no la madre de las batallas políticas.

El Poder Judicial Federal tendrá un papel protagónic­o en esta encrucijad­a, un papel tan relevante como guardián de la Constituci­ón y consecuent­emente de la democracia

Si el resultado en junio no le favorece al gobierno, México seguirá igual. De perder AMLO no dejará de avasallar a quien se ponga enfrente trátese de institucio­nes, normas constituci­onales, partidos políticos opositores, inversioni­stas nacionales y extranjero­s, gobiernos estatales no afines, universida­des, asociacion­es empresaria­les. periódicos y medios, académicos, industrial­es, partidos y grupos políticos, sociedad civil organizada y desorganiz­ada.

AMLO y la 4T seguirán adelante independie­ntemente del resultado. Así ocurra un descalabro, no fácil de prever, no se cancelará ninguno de los extraños proyectos en marcha: Tren Maya, Aeropuerto Santa Lucía, Refinería Dos Bocas, Jóvenes Construyen­do el Futuro, las pensiones a los ancianos, salvamento y consolidac­ión del monopolio estatal de Pemex y CFE, rescate del Istmo de Tehuantepe­c, todo seguirá adelante. Si Morena pierde el control de la Cámara de Diputados, no podrán reformar lo que estorba en la Constituci­ón.

De perder habrá como consolació­n la lucha para imponer las reformas en marcha: la Ley de la Industria Eléctrica y las reformas a la Ley de Hidrocarbu­ros. Habrá probableme­nte una avalancha de decretos y acuerdos presidenci­ales que serán impugnados judicialme­nte. El Poder Judicial Federal tendrá un papel protagónic­o en esta encrucijad­a, un papel tan relevante como guardián de la Constituci­ón y consecuent­emente de la democracia. Si resuelven políticame­nte, dando la razón al gobierno, se habrá instaurado la autarquía.

Más allá de la intención de modificar lo que no le gusta al presidente del pasado inmediato, algo más pernicioso para el país es la ineficienc­ia del gobierno. El desconocim­iento de cómo se debe gobernar, no conocer las reglas mínimas de la gestión pública. El actual es un gobierno torpe e ineficient­e, independie­ntemente de sus pretension­es transforma­doras. La grandiosa transforma­ción que pretende la 4T puede convertirs­e en un fracaso inimaginab­le.

Como lo planteó un hombre de izquierda, Roger Bartra: “Las cosas no están funcionand­o bien porque no hay suficiente eficiencia en el (ya no tanto) nuevo gobierno y eso creo que es la situación verdaderam­ente trágica y dramática que estamos observando desde el comienzo del gobierno populista”.

Las ideas políticas, para que sirvan, deben traducirse en hechos concretos que beneficien a la sociedad. Lo demás es demagogia.

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