Horizonte de cambio
La autora chilena agradece el galardón del gobierno de México y la UNAM; habla de su obra, de la dictadura en su país y de la lucha feminista
La escritora chilena Diamela Eltit, ganadora del Premio Carlos Fuentes, aplaude la lucha feminista, pero dice que el camino es largo.
ADiamela Eltit la sigue movilizando la escritura, el deseo de poner sobre el papel historias que la embargan; pero también la sigue movilizando la realidad social que atosiga a Chile desde octubre de 2018, cuando se dio una gran explosión antineoliberal que el Estado mandó a aplacar y la policía actúo de manera desenfrenada en contra de los manifestantes; “hubo muchas personas muertas, hubo jóvenes a los que les sacaron los ojos y los dejaron ciegos por disparos directos a la cara”, explica la narradora y ensayista que lamenta vivir de vuelta, desde entonces, en un estado de excepción.
Sin embargo, la escritura la aviva y la seduce. “En realidad he escrito bastante durante muchas décadas, no sé qué me falta algo por escribir, no tengo presagiado de lo que me falta, sencillamente me sigue movilizando el deseo por la escritura”, dice en entrevista desde su casa en Chile la narradora y ensayista que el pasado miércoles fue reconocida con el Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria en Idioma Español 2020, que otorga el gobierno mexicano junto con la UNAM y que está dotado de 125 mil dólares estadounidenses y una escultura de Vicente Rojo, el artista fallecido hace menos de un mes.
La escritora chilena que es considerada la más importante de su país se siente orgullosa de recibir un premio que lleva el nombre de Carlos Fuentes, un escritor al que admiró siempre, y que además sea un galardón mexicano, “Viví en México entre 1990 y 1994 como agregada cultural cuando se reanudaban las relaciones que estuvieron suspendidas 17 años por la dictadura chilena; y pude apreciar todo lo que ustedes tienen a nivel de artesanías, las distintas lenguas de los pueblos originarios que se hablan, los intelectuales mexicanos y sus altas capacidades. Fue una experiencia maravillosa”.
¿Su obra está marcada por la dictadura, por la resistencia y por la marginalidad?
Yo venía ya estructurada en el tema literario, fui una autora bastante consistente desde la infancia y estudié literatura, entonces verdaderamente la literatura estaba siempre en mi vida, no fue algo que adquirí durante la dictadura pero desde luego la letra y la escritura tomó una dimensión más poderosa en esos años, en el sentido de que el trabajo con la letra tenía que ser muy pensado, definido, repensado, porque era muy importante darle a la letra un estatuto.
¿Era asumir una responsabilidad de dar voz de los excesos del poder?
Nadie escapa a una realidad, pero mi literatura no era contar lo que estaba pasando porque lo que estaba pasando era mucho mayor de lo que uno podía contar, había que tener cuidado con eso porque es muy difícil sintetizar lo que es una dictadura, está en todas partes, es una cuestión multifocal en la que no hay espacio fuera de ella. La escritura misma tenía que ser capaz de soportar sus propios procedimientos y no hablar literalmente ni dejar en lo superficial el tema de la dictadura, era algo en lo que todos los que estábamos adentro teníamos mucho cuidado, no dejar que eso pudiera verse como un real desastre y eso implicaba tener mucho cuidado, nosotros en general evitábamos hasta la palabra dictadura para no disminuirla.
¿Los intelectuales siempre son incómodos?
Lo que ocurrió específicamente con el frente cultural, con el teatro, la literatura, las artes visuales, es que todos los espacios fueron intervenidos; la Universidad estaba intervenida, prácticamente se acabaron las librerías, las editoriales fueron cerradas, los diarios desaparecieron; era un espacio muy solitario, muy heroico también, había muy poca circulación de libros; a Chile prácticamente no iba nadie porque en general se suponía que si iba alguien a Chile podía ser un colaborador de la dictadura, entonces los que estábamos adentro nos decíamos que vivíamos en el “inxilio”, es decir, en el exilio interior, fue un espacio de mucha comunidad, se formaron comunidades muy fuertes para resistir ese tiempo.
¿Pero usted siempre tenía y tiene la escritura?
La verdad es que siempre tengo una tarea escrita por delante, aunque no sepa qué escritura va a venir pero sé que voy a escribir porque ha sido mi fuerza, lo que he hecho por décadas. Básicamente siento que he escrito bastante, que la mayor parte de la tarea está hecha.
¿Hay muchas jóvenes estudiando su obra?
Ha habido una atención importante a mi obra, han salido algunos libros sobre mis libros. Yo soy una escritora no egocentrista, nunca he vivido de lo que hago sino de mi trabajo como profesora, como académica, entonces ha sido muy extraordinario porque efectivamente no soy una autora que le interese estar divulgando su obra, no tengo una relación con el mercado editorial, entonces ha sido muy estimulante. He tenido la suerte de que ha habido críticas literarias que han hecho su trabajo y han estudiado mis libros, yo no he intervenido mucho porque en realidad confío plenamente en las decisiones que ellas tomen.
¿Hay un intenso rescate de escritoras, pero con sus obras no ha habido necesidad?
Afortunadamente todas mis obras están actualizadas; acá en Chile yo público con editorial Planeta y el año pasado ellos hicieron una colección de mis novelas y sacaron todo de vuelta e hicieron prácticamente la reedición de todos los libros, y en España público con la editorial Periférica, que también tiene los libros disponibles. Yo no tengo ese problema de estar en la penumbra.
¿Usted es una gran feminista, se ha ganado la batalla?
Hay un umbral de emancipación que hay que seguir viendo; pienso que de todos modos existen asimetrías notables, más allá de la gran batalla que están dando los grupos feministas, particularmente por cambiar las condiciones, hay que ver cómo el mercado se apodera de algunos hitos sociales, cómo los ingresa como consumo. La mujer en todo el mundo occidental gana menos que el hombre por igual trabajo y si por el mismo trabajo a la mujer le pagan menos quiere decir que para el sistema la mujer vale menos.
¿Se augura muy lejos la igualdad de la mujer?
En las universidades, por ejemplo en la UNAM, hay más mujeres que hombres, pero eso no garantiza salarios iguales; yo creo que hay un horizonte de cambio que es muy bueno siempre latente a partir del siglo 19, son grandes luchas, pero sigue manteniéndose una desigualdad de base que se va transmitiendo hacia abajo porque las mujeres son las más pobres de los pobres, las más desiguales de los desiguales; son largos los caminos aunque ya se están avanzando hace falta mucho por ganar.
Siempre tengo una tarea escrita por delante, aunque no sepa qué escritura va a venir pero sé que voy a escribir porque ha sido mi fuerza. Básicamente siento que he escrito bastante, que la mayor parte de la tarea está hecha”
Soy una escritora no egocentrista, nunca he vivido de lo que hago sino de mi trabajo como profesora, como académica, entonces ha sido muy extraordinario porque no soy una autora que le interese estar divulgando su obra, no tengo una relación con el mercado editorial”