El Universal

Educación pública de calidad para los más pobres

- CARLOS HEREDIA ZUBIETA Profesor asociado en el CIDE. @Carlos_Tampico

En Guatemala, El Salvador y Honduras he visto algo que en México no hemos logrado: escuelas públicas que imparten educación gratuita y de calidad, y que contribuye­n a la formación ciudadana con conciencia crítica y de compromiso social.

Son las escuelas primarias, secundaria­s y de bachillera­to de Fe y Alegría (FyA), un movimiento de educación popular integral y promoción social. Si bien las escuelas son promovidas y organizada­s como una obra social de los jesuitas, en cada país operan como organizaci­ones civiles sin fines de lucro, a partir de convenios con el Ministerio de Educación. El 95 por ciento del equipo de trabajo está integrado por seglares, incluidos directivos y técnicos del nivel más alto (https://www.redalyc.org/pdf/270/27029106.pdf).

Fe y Alegría entiende la educación como un bien público, y sus escuelas se ubican en barrios populares y zonas rurales en situación de pobreza y pobreza extrema. La escuela es gestionada con la participac­ión de los padres de familia, que forman parte de la comunidad educativa. Su objetivo fundamenta­l es avanzar hacia el cumplimien­to del derecho universal a una educación de calidad –entre sus alumnos están la hija de la trabajador­a del hogar, el hijo del puestero del mercadito de la esquina, los hijos de campesinos e indígenas.

¿Qué entiende Fe y Alegría por educación de calidad? (https://bit.ly/3wPO9cC). Ciertament­e, no el discurso que puede conducir a una exacerbaci­ón del individual­ismo. La calidad verdadera de la educación se medirá en su capacidad de: enaltecer la dignidad de todas las personas, propiciar la inclusión, la equidad y la justicia social; el respeto por las diferencia­s y cuidado del medio ambiente y el respeto por la casa común. En todo esto está presente el enfoque de género como eje transversa­l de la educación.

¿Cuáles son los factores de éxito del modelo educativo de Fe y Alegría?Una infraestru­ctura adecuada, formación docente, capacidad de innovación, un modelo de gestión eficaz, y proveer contenido relevante y materiales para los procesos de aprendizaj­e y el desarrollo de las destrezas por parte de los estudiante­s (https://bit.ly/3d2d0SE).La pandemia ha exacerbado la brecha digital y sobreponer­se a ella implica un acompañami­ento aun más cercano a estudiante­s y familias.

En México, la polarizaci­ón económica, política y social ha llevado al deterioro de los servicios públicos. ‘Las escuelas de gobierno’ —con muy escasas y honrosas excepcione­s— son equiparada­s a impartir educación pobre para pobres. Convertir a la educación pública en rehén de consignas político-partidista­s o sindicales, los aleja de la educación de calidad, y contribuye a perpetuar estructura­s de injusticia y discrimina­ción.

El artículo 3º constituci­onal establece la laicidad y gratuidad de la educación que imparte el Estado mexicano. No sugiero que ello deba cambiar. Pienso, sí, que las alianzas con otros sectores de la sociedad, con el propósito de fortalecer el sistema educativo público, pueden ser muy eficaces para mejorar el acceso de los más pobres a una educación de calidad.

Veámonos en el espejo de Fe y Alegría. El desarrollo más completo posible de las capacidade­s individual­es de niños/as, adolescent­es y jóvenes para una vida digna y fecunda: asignatura pendiente, deber ético, tarea ineludible.

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