Así nació la Unidad Meyehualco
Este gran complejo habitacional, al oriente de la capital, fue uno de los ambiciosos proyectos de los años 50 construido sobre terrenos de hortalizas y parte de un basurero a cielo abierto
Al oriente de la capital mexicana se encuentra una de las primeras unidades habitacionales de la Ciudad de México, cuando Ernesto P. Uruchurtu fue regente capitalino, de 1952 a 1964.
Estos complejos, primeros para vivienda popular, se anunciaron como uno de los proyectos más ambiciosos de dicha administración, aprobados por los presidentes Adolfo Ruiz Cortines y Adolfo López Mateos.
Aunque se crearon varias en aquellos años, las que marcaron este periodo fueron dos: San Juan de Aragón, la más grande y ambiciosa al nororiente capitalino, y la segunda, al oriente y de menor tamaño en Meyehualco.
En los que solían ser los ejidos de Aragón y del Peñón se construyó una unidad de 10 mil casas “unifamiliares, con dos, tres y cuatro recámaras, en lotes de 190 metros cuadrados como promedio”, mientras que en Santa Cruz Meyehualco se edificaron tres mil.
La historiadora y cronista Beatriz Ramírez González narra para este diario que en Meyehualco la unidad habitacional se levantó en terrenos ejidales, al norte del pueblo del mismo nombre, donde en una parte se cultivaban hortalizas y en otra había un tiradero de basura.
De las tres mil casas que comprendían el proyecto, más de 800 se destinaron a los pepenadores y las restantes a pobladores que venían de zonas colindantes a lo que hoy es el Viaducto Miguel Alemán, la Ciudad Deportiva o el norte de Paseo de la Reforma, entre avenida Juárez o la Glorieta de Peralvillo, porque sus viviendas habían sido expropiadas en 1958 para construir escuelas, hospitales o avenidas.
Tras años de trabajo, la unidad se inauguró el 9 de agosto de 1963, por el entonces regente Ernesto P. Uruchurtu y el presidente Adolfo
López Mateos. Las casas se construyeron de forma horizontal.
En el proyecto Diario de un Viaje. Memoria de una comunidad: Unidad Habitacional Santa Cruz Meyehualco, apoyado por el PECDA-CDMX en 2017, varios habitantes la describen desde sus inicios.
De acuerdo con las narraciones, la comunidad carecía de identidad propia porque los pobladores provenian de distintas zonas capitalinas.
Poco a poco, la convivencia logró que se reconocieran como habitantes de un mismo lugar y empezara a surgir su propia identidad.
El gobierno vendió a un precio accesible y, según la historia comunal, la mayoría recibió sus escrituras entre 1975 y 1980. No todas las calles tenían pavimento.
En cuanto a los servicios, la unidad ya contaba con drenaje, luz y agua, pero el gas tardó más y, mientras tanto, se cocinaba o calentaba agua en anafres o estufas de petróleo.
A fines de los años 60, alrededor de 1967, un grupo de vecinos organizados solicitó a las autoridades la pavimentación de todas las calles.
En la unidad había una zona conocida como Casitas, que desde tiempo atrás ocupaban de forma irregular los trabajadores del tiradero, por lo que existían prejuicios entre las familias, tanto por su colonia de origen o por su trabajo, pero con el tiempo las asperezas se suavizaron entre los viejos y los nuevos habitantes. Los testimonios coinciden en que en la zona había una laguna con patos, ranas o sapos y que el agua se utilizaba para los cultivos.
Cristi y otros vecinos recuerdan que por la tarde comenzaba la quemazón en el tiradero, lo que atraía la presencia de zopilotes, humo, enjambres de moscas y un aroma inconfundible.
De basurero a parque Cuitláhuac
El parque Cuitláhuac es uno de los más grandes de América y está ubicado en lo que antes fue el tiradero a cielo abierto Santa Cruz Meyehualco, que funcionó de 1940 a 1982.
Beatriz Ramírez explica que ahí trabajaban cerca de 800 familias de pepenadores.
Hoy se le considera el segundo pulmón de la Ciudad —también conocido como Nuevo Chapultepec— y, según autoridades federales y capitalinas, tendrá varias fases de renovación y distintas áreas recreativas.