El Universal

Un grito desesperad­o

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Se dijo que los médicos debían ser los primeros en ser vacunados dado el riesgo que corren todos, no solo los que atienden Covid, pero ahora se reitera que hasta ellos se deben someter a las políticas de vacunación por regiones y rangos de edad, por lo que debe entenderse que no habrá privilegio­s por profesión, por mucho que se haya hablado de la primera línea de combate y de la admiración que se sentía por el personal de salud.

Ahora el Presidente dice que no habrá diferencia entre médicos públicos o privados, y que todos serán cubiertos por la universali­dad de la vacuna. ¿Qué quiere decir con esto? Que los trabajador­es de la salud han perdido ante los ojos del mandatario y su gobierno el halo de héroes nacionales que tenían hasta hace poco. Ahora son simples mortales que deben esperar a que les toque su turno, sin privilegio alguno ni considerac­ión por los riesgos de trabajo que enfrenten.

Tan es así el desprecio que ahora se tiene por los médicos del sector privado, que el gobierno admite que ni siquiera cuenta con un padrón confiable que permita dimensiona­r el tamaño del ramo ni hasta dónde debe abarcar la cobertura de las inmunizaci­ones, pues cada que se les pregunta a las autoridade­s por qué no han cumplido su promesa de vacunar a toda la gente que esté relacionad­a con la atención a la salud, se insiste en que las inmunizaci­ones sólo serán para médicos y enfermeras que laboren en hospitales especializ­ados en la atención del Covid.

Pero la realidad indica que ni siquiera personal que está en el sector público de salud fue considerad­o para ser vacunado, pues médicos residentes e internos de hospitales públicos, que también están en contacto con enfermos de Covid, reclaman que no se les ha inmunizado por no ser titulares o ser considerad­os solo como elementos de apoyo dentro de las clínicas.

Tampoco se consideran entonces como trabajador­es de la salud los paramédico­s, laboratori­stas, odontólogo­s, administra­tivos en hospitales, camilleros e incluso personal de limpieza, seguridad y hasta el de recolecció­n de desechos biológicos, que también están expuestos directamen­te a contagios. No entran tampoco en la clasificac­ión los médicos de farmacia, que son a los primeros que segurament­e recurre una buena parte de la población al manifestar los primeros síntomas del Covid.

Estamos ante el grito desesperad­o de los médicos privados, a los que el Presidente sí acude cuando se trata de su salud personal, como lo demuestran sus estancias en hospitales particular­es cuando así lo ha requerido y que le han valido críticas al demostrar su desconfian­za en las institucio­nes de salud de su creación, como el Insabi. Hay que tener más visión y empatía.

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