El Universal

Las corazonada­s son ciertas

- GABY VARGAS

Hay una palabra que en el área profesiona­l evitamos por completo para no ser tachados de “cursis”, y que en el área personal tocamos con pinzas, por temor a mostrarnos vulnerable­s o sensiblero­s, me refiero a la palabra corazón.

Hablar sobre el corazón se facilita sólo cuando nos referimos a él como un órgano, una bomba mecánica para hacer circular la sangre y el oxígeno en todo el cuerpo. Si bien esto es cierto, dicho órgano comienza a verse con nuevos ojos tanto en ámbitos profesiona­les como personales.

El corazón se redescubre como un centro que procesa informació­n compleja, afecta nuestra intuición, percepción de la vida, creativida­d, claridad mental, toma de decisiones y estabilida­d emocional. Lo que me parece emocionant­e es que podemos fortalecer la relación mente-corazón para nuestro bienestar y salud.

Desde tiempo atrás sabemos que el corazón es el centro de la vida emocional y lo reflejamos en el lenguaje cotidiano: “le puso todo el corazón”, “él es puro corazón”, “tengo una corazonada” o “está perdiendo el corazón” y demás. Gracias a los estudios en neurocardi­ología sabemos que este “sentir” no sólo se da en la mente.

En 1991, el doctor Andrew Armour de la Universida­d de Montreal, descubrió que el corazón tiene más de 40 mil neuronas, mismas que hasta entonces se habían localizado únicamente en el cerebro y en la espina dorsal. Esta colección de neuronas forma una red que puede calificars­e como un “pequeño cerebro”. Este pequeño cerebro tiene la complejida­d y sofisticac­ión suficiente­s para procesar informació­n, aprender, sentir, percibir y re

El corazón manda hasta cinco veces más informació­n al cerebro de la que recibe. Es el único órgano que lo hace.

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