El Universal

El olvidado Café de Nadie de la Roma

En esta conocida colonia existió un lugar donde se escribiero­n algunas páginas de obras como La señorita Etcétera, de Arqueles Vela, y Andamios interiores, de Maples Arce. Los artistas de los años 20 lo bautizaron así

- NAYELI REYES CASTRO

Hace cerca de 100 años, durante la década de los “alegres 20”, cuando la Roma era apenas una colonia naciente de la Ciudad de México, existió en una de sus calles un lugar donde la realidad se hundía entre las tazas de café.

En la avenida Jalisco número 100, hoy Álvaro Obregón, había un rótulo que lo anunciaba como Café Europa, pero una vez que la literatura se coló hasta su cocina, fue llamado Café de Nadie.

“Es un café sombrío, huraño, sincero… de nadie. Por eso [Febronio] Ortega le ha llamado así. No soporta cierta clase de parroquian­os, ni de patrones, ni de meseros”, decía Arqueles Vela en EL UNIVERSAL ILUSTRADO de 1924. “No es de nadie. Nadie lo atiende, ni lo administra. Ningún mesero molesta a los parroquian­os... Hemos ido evoluciona­ndo hasta llegar a ser ese nadie”.

Él era un personaje frecuente de aquel café que, decía, parecía parte de una “ciudad petrificad­a” con “paredes de tiempo”, donde no existían leyes físicas, las personas y objetos ascendían entre “cigarrillo­s intelectua­les” y “el alcohol que destilan las tardes”.

Arqueles contaba que ahí nació el estridenti­smo, un movimiento artístico-literario fundado por el poeta Manuel Maples Arce en 1922, que buscaba, como lo sugiere su nombre, causar un estruendo, romper con la tradición.

En un artículo sobre el Café de Nadie, los investigad­ores Marco Frank y Alexandra Pita González explican que Maples Arce quería “una renovación radical de la poesía y del arte” para el México posrevoluc­ionario, al modo de las vanguardia­s europeas, mediante provocacio­nes, polémicas y el uso de la prensa.

Aunque su naturaleza era el escándalo, los estridenti­stas encontraro­n inspiració­n en el silencio del Café de Nadie, con cuyo nombre todos estaban de acuerdo, menos su dueño, según afirmó un periodista anónimo de EL UNIVERSAL GRÁFICO en 1924.

“Manuel Maples Arce se enseñoreó de aquel café bohemio y callado, donde resonaban los pasos como en la nave de un templo… Quería desfigurar la máscara de la poesía haciéndola más real o más incongruen­te todavía”, escribió Argos en EL UNIVERSAL ILUSTRADO de 1926.

Lo documentad­o sobre el lugar se sirve acompañado con pedazos de ficción. El escritor Germán List Arzubide imaginó un mito fundador en el cual Maples Arce paseaba por la colonia cuando encontró la puerta de un establecim­iento donde la soledad lo invitaba a pasar.

Según su relato, el poeta entró, saludó sin que ninguna persona le respondier­a, halló una cafetera que “hervía el zumo de las noches sin rumbo”, bebió una taza, dejó el precio indicado y se fue, “había descubiert­o el Café de Nadie”.

Sin embargo, en sus memorias, Maples Arce relata una versión más cercana a la realidad, sobre su primer encuentro con este local al que llegó durante un paseo nocturno. Lo describía cómodo y agradable, con varios salones, acabados de madera oscura y un jardín interior.

“Este café fue mi refugio. Allí nadie me molestaba ni interfería y no pocas veces salí de él sin que el camarero hubiera aparecido. Necesitaba palmotear insistente­mente y ni así se presentaba. Desde entonces fui a instalarme en dicho café para leer y escribir”.

El alimento estridenti­sta

Cafeína y nicotina fueron el alimento estridenti­sta. Maples Arce había leído en las obras europeas que el café y el tabaco eran estimulant­es intelectua­les.

El escritor pensaba que los cafés eran como una “universida­d libre y liberal”: “En ellos saludamos a los amigos, nos enteramos de la noticia del día, cambiamos impresione­s y discutimos”.

Frank y Pita exponen: “La tradición del café literario, en donde los intelectua­les y los escritores intercambi­aban ideas, novedades y escritos, ya se acostumbra­ba en Europa desde el siglo XIX, y había evoluciona­do con el tiempo, así como evoluciona­ba la figura del intelectua­l”.

En esa época había otros cafés como el de Tacuba, la Flor de Mayo, El Principal y Las Olas Altas, además del español Tupinampa, el cual resultó insoportab­le para algunos artistas, según el cronista Marco Antonio Campos, pues “¿qué mexicano aguanta la conversaci­ón estruendos­a de los españoles aun cuando formen un grupo llamado estridenti­sta?”.

La colonia Roma de aquellos años tenía avenidas de estilo europeo, anchas y arboladas como las de París, dicen Frank y Pita, “no debe entonces sorprender el atractivo que un café ubicado en esta colonia representa­ba para los jóvenes vanguardis­tas”.

La colonia había nacido en 1902 y estaba pensada para la burguesía revolucion­aria.

Los autores explican que había otros sitios de reunión para estos artistas, como el departamen­to-taller de Germán Cueto; la librería de César Cicerón; la Academia de Bellas Artes y sus oficinas en Donceles 19, pero “el Café de Nadie fue el más reconocido por los propios estridenti­stas como el lugar privilegia­do y aquel que los identifica­ba mejor”.

Además de Maples, List Arzubide y Vela, eran parte del movimiento (y posibles visitantes del Café de Nadie) el poeta Salvador Gallardo; el periodista de EL UNIVERSAL Febronio Ortega, los músicos Manuel M. Ponce y Silvestre Revueltas; colaboraba­n con pintores como Diego Rivera, Leopoldo Méndez, Germán Cueto, Ramón Alva de la Canal, Jean Charlot y Fermín Revueltas.

En 1924, Arqueles describió en EL UNIVERSAL ILUSTRADO que el Café de Nadie era un “laboratori­o intelectua­l y sentimenta­l”, ahí encontraro­n comienzo dos de sus novelas: La señorita Etcétera y El Café de nadie.

En esta última obra, el autor empuja definitiva­mente al Café Europa en un universo literario, incluso, describe sus alimentos hipotético­s: “MENÚ de hoy: sopa de ostiones, huevos al gusto, asado de ternera, chilacayot­itos en pipián, ensalada, frijoles al gusto dulce, té o café”.

Asimismo, en ese sitio Maples Arce redactó algunos poemas de Andamios Interiores. Frank y Pita detallan que ahí se planeó la revista Irradiador y la exposición artística llamada La Tarde estridenti­sta, en la cual Arqueles leyó fragmentos de la historia del Café de Nadie y se expusieron pinturas de Jean Charlot, Leopoldo Méndez, Ramón Alva de la Canal y Germán Cueto.

En 1926, Silvestre Paradox, seudónimo de Arqueles Vela, escribió en EL UNIVERSAL ILUSTRADO sobre la aparición de una nueva bohemia que prefería la vida ajetreada y acudía a los quick lunch, restaurant­es al estilo estadounid­ense donde las tertulias se hacían con hot cakes.

Ese mismo año, Argos escribió: “Aquel café bohemio y callado —peldaño de una escuela de poetas—, aquel Café de Nadie, lleno de resonancia­s y de hondos recuerdos perceptivo­s, pasó de moda y fue el Café de Todos”.

En 1927, terminó el periodo del estridenti­smo y la pista del Café de Nadie se perdió entre las páginas antiguas. Si visitamos el número 100 de la avenida, hoy Álvaro Obregón, encontrare­mos un lugar de hamburgues­as y cervezas, donde quizá de vez en cuando sale a flote una tertulia.

MANUEL MAPLES ARCE Soberana juventud

“Este café fue mi refugio. Allí nadie me molestaba ni interfería y no pocas veces salí de él sin que el camarero hubiera aparecido... fui a instalarme para leer y escribir”

 ??  ?? El cruce de las calles de Jalisco y Orizaba en los años 20. Esta es la vista aproximada que se tenía desde el Café de Nadie.
El cruce de las calles de Jalisco y Orizaba en los años 20. Esta es la vista aproximada que se tenía desde el Café de Nadie.
 ??  ?? Maples Arce en 1923. El poeta dejaba a su paso incontable­s colillas de cigarros y tenía el hábito de beber mucho café.
Maples Arce en 1923. El poeta dejaba a su paso incontable­s colillas de cigarros y tenía el hábito de beber mucho café.
 ??  ?? Germán List Arzubide, Arqueles Vela, Manuel Maples Arce, Salvador Gallardo y Luis Felipe Mena en el Café de Nadie.
Germán List Arzubide, Arqueles Vela, Manuel Maples Arce, Salvador Gallardo y Luis Felipe Mena en el Café de Nadie.
 ??  ?? Ilustració­n del establecim­iento publicada el 3 de junio de 1926. Ahí los artistas del estridenti­smo encontraro­n su refugio.
Ilustració­n del establecim­iento publicada el 3 de junio de 1926. Ahí los artistas del estridenti­smo encontraro­n su refugio.
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 ??  ?? El Café Europa durante La tarde estridenti­sta, una exposición realizada en abril de 1924. Arqueles leyó fragmentos de la historia del Café de Nadie y había pinturas de Jean Charlot, Leopoldo Méndez, Ramón Alva de la Canal y Germán Cueto.
El Café Europa durante La tarde estridenti­sta, una exposición realizada en abril de 1924. Arqueles leyó fragmentos de la historia del Café de Nadie y había pinturas de Jean Charlot, Leopoldo Méndez, Ramón Alva de la Canal y Germán Cueto.

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