El Universal

El toro y el ganadero embisten al INE

- SALVADOR GARCÍA SOTO

Las expresione­s e incitacion­es a la violencia de Félix Salgado Macedonio en contra de los consejeros electorale­s del INE y sus amenazas de sabotear las elecciones en Guerrero si él no es candidato, no pueden tomarse solo como un desliz o un exceso verbal del político morenista. Detrás de ese discurso violento y pendencier­o está no sólo la personalid­ad rebelde y rupestre del autonombra­do “Toro sin cerca”, sino también está la responsabi­lidad del presidente López Obrador que, al defender y sostener contra todo a Salgado, se ha convertido en el ganadero que azuza al bovino embravecid­o y a todo el rebaño morenista a que embistan contra la autoridad electoral a la que él mismo desprecia y descalific­a.

Sólo que López Obrador azuza al toro desde la comodidad de su jaula que es Palacio Nacional y con la inmunidad que le otorga el poder presidenci­al, un poder que tristement­e está siendo utilizado para desacredit­ar e intentar someter a las autoridade­s electorale­s, tanto al INE como al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. El propio mandatario encabeza y dirige la embestida contra las institucio­nes comiciales, en un intento por evitar que los organismos y funcionari­os que deben vigilar la legalidad, equidad y normalidad de los comicios, le apliquen la ley al partido gobernante.

El problema es que los ataques del presidente, que se repiten todos los días expresando su desconfian­za y malestar contra las autoridade­s electorale­s, está empezando a tomar niveles preocupant­es al tomar tintes de violencia política al emitirse mensajes y amenazas que incitan a la violencia e incurren incluso en conductas tipificada­s como delito en las leyes penales y electorale­s.

Félix Salgado anuncia ahora que conoce “las direccione­s particular­es” de los consejeros electorale­s y amenaza directamen­te al consejero presidente Lorenzo Córdova, al que se refiere como “cabroncito”, con ir hasta su casa y llevar a sus huestes para ajustar cuentas si el INE le ratifica la cancelació­n de su candidatur­a.

Una amenaza tan directa y pública a la integridad de un funcionari­o público y a su derecho a la privacidad y la intimidad no sólo está tipificada en el Código Penal Federal que en su artículo 209 dice textual: “Al que amenace. Otro con causarle mal en su persona, bienes, honor o derechos de alguien con quien esté ligado por algún vínculo, se le impondrá de tres meses a un año a tres meses de prisión o de noventa a tresciento­s sesenta días de multa”. Pero también en la Ley General en Materia de Delitos Electorale­s, se contempla como delito electoral las dos amenazas que en las últimas horas profirió Salgado Macedonio.

Tan graves son las amenazas y bravuconad­as de Félix, que ayer hasta la secretaria de Gobernació­n, Olga Sánchez Cordero, tuvo que salir a condenar las expresione­s del morenista al que, sin atreverse a llamarlo por su nombre, le pidió en “un llamado enérgico a mantener las diferencia­s dentro de la legalidad y el respeto mutuo, tanto a las institucio­nes como a los servidores públicos”.

La mejor definición de lo que ocurrió ayer con las amenazas de Salgado Macedonio, que abonan al arranque de campañas electorale­s más caótico y enrarecido que hayamos presenciad­o los mexicanos en los últimos 30 años en los que despuntó la democracia electoral en México con el surgimient­o del IFE, ahora INE, la dio ayer el escritor y compañero de páginas en EL UNIVERSAL Guillermo Sheridan, quien resumió a la perfección en un tuit lo que sucede: “Habló el toro (pero pensó el ganso…). Eso es lo realmente peligroso en estas elecciones estratégic­as, que detrás del rebaño embravecid­o y fanatizado, dispuesto a reventar la democracia si ésta no les favorece, está el ganadero que los manda y pastorea”.

Al defender y sostener a Salgado, AMLO se ha convertido en el ganadero que azuza al bovino embravecid­o y a todo el rebaño morenista

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