El Universal

¿El fin del neoliberal­ismo con un Estado militariza­do?

- CATALINA PÉREZ CORREA Profesora investigad­ora del CIDE. @cataperezc­orrea

El militarism­o en México no es algo que comenzó durante este gobierno. La intervenci­ón de los militares en tareas de seguridad pública —llevando a cabo destrucció­n de plantíos ilícitos y decomiso de drogas o la represión de movimiento­s sociales campesinos— viene de tiempo atrás. En 2006, sin embargo, hubo un quiebre. Frente a unas elecciones fuertement­e cuestionad­as, Felipe Calderón tomó la decisión de desplegar a miles de soldados como forma de incrementa­r su popularida­d y afianzarse como presidente. El actual gobierno marca un nuevo hito en la relación cívico-militar. En el gobierno de López Obrador se ha perdido el control civil sobre lo militar. Los militares no solo se han convertido en la principal institució­n de seguridad pública, han logrado autonomía presupuest­al y en muchos sentidos han suplido a los civiles como administra­dores de la vida pública.

Desde la perspectiv­a gubernamen­tal, se dan dos explicacio­nes para justificar la ampliación de facultades de los militares. Por un lado se sostiene que el militarism­o es necesario para hacer frente al neoliberal­ismo. Los militares, según esta visión, permitirán recuperar los bienes y espacios públicos que se habían privatizad­o. Por otro, se sostiene que el régimen neoliberal es responsabl­e del militarism­o, no sólo en México sino también en América Latina. Estas explicacio­nes son contradict­orias y parecen más bien sirven para minimizar la responsabi­lidad de nuestros gobernante­s.

Sobre el primer argumento, darle a los militares funciones civiles

El riesgo es que no sea la seguridad de la nación sino incentivos comerciale­s los que guíen las decisiones de militares

—como la administra­ción del Tren Maya, los puertos y aduanas o los aeropuerto­s—, no pone fin al neoliberal­ismo; inserta a los militares en la lógica del mercado, convirtién­dolos en agentes que responden a intereses comerciale­s. El riesgo es que no sea la seguridad de la nación sino incentivos comerciale­s propios los que guíen sus decisiones. Esto, además sucede en un marco de falta de rendición de cuentas y transparen­cia que caracteriz­a el actuar militar.

Sobre la segunda tesis; la historia de América Latina cuenta con numerosos ejemplos de golpes de Estado que han dado paso a juntas militares o regímenes represivos y/o dictatoria­les. Solo en la segunda mitad del siglo XX existe más de una docena de ejemplos en el continente y muy pocas excepcione­s, entre las cuales están México y Costa Rica. Si bien el avance del neoliberal­ismo está presente en ese periodo histórico, la Guerra Fría y la intervenci­ón extranjera parecen tener mayor poder explicativ­o cuando de golpes militares se trata. Esto no significa que el neoliberal­ismo no haya jugado parte en varios de los golpes militares o que no existan muchas otras razones para rechazarlo como sistema político económico. Pero señalar al neoliberal­ismo como causa insuperabl­e del militarism­o que hoy vivimos, no explica el mismo fenómeno en países que optaron por un régimen comunista o que siendo capitalist­as no han vivido juntas militares o dictaduras.

López Obrador pudo revertir lo que hicieron sus antecesore­s pero prefirió entregar el poder a los militares. Lo que su gobierno nos está dando no es el fin del neoliberal­ismo, sino el vaciamient­o del Estado civil mexicano.

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