El Universal

Los sonidos en estadios vacíos y la música en tiempos difíciles

- FJ KOLOFFON Estoy en Facebook, Instagram y Twitter como @FJKoloffon

Ponle música a lo que estés viendo en la calle o a tu alrededor. Si vas en el transporte público, usa tus audífonos; si estás abordo de tu automóvil, súbele al volumen. Elige, por ejemplo, “Carnaval de los animales” de Camille SaintSaëns, o alguna otra melodía nostálgica. Mira a esa muchedumbr­e que —como tú y como yo— va rumbo a sus trabajos, tantas mujeres y hombres cabizbajos, con sus mochilas pesadas al hombro y la mirada clavada en sus zapatos. Parecerán desolados; la imagen, en su conjunto, es desesperan­zadora.

Ahora, ahí mismo, haz sonar el “Galop infernal”, de la opereta de Orfeo en los infiernos. El cuadro definitiva­mente cambia, el ambiente se vuelve otro. Las mismas personas, sin saber que protagoniz­an una secuencia para ti, pronto se transforma­rán. La nueva pieza devela que, debajo de ese desencanto que las condenaba, están ataviadas de suspicacia. Se voltean a ver con intriga, a la espera de que uno se descare y comience a correr a toda velocidad. Al compás de la obra de Jacques Offenbach, ese ir y venir de gente en las aceras se asemeja a una carrera multitudin­aria, a la maratón de los godínez.

“El sonido modifica radicalmen­te la realidad”, pensé, mientras veía el primer gol del Real Madrid al Barcelona. En medio de un estadio vacío, Karim Benzema festejaba su tanto de taquito, celebrado no sólo por sus compañeros, sino por una efusiva afición virtual que La Liga —con el apoyo de EA Sports— tiene pregrabada para los goles, para los tiros a puerta, para los contraataq­ues y las faltas.

A raíz de que se juega a puerta cerrada para evitar contagios, las principale­s Ligas de futbol usan en sus transmisio­nes —al más puro estilo de las risas enlatadas de Chespirito— pistas de audio de público para ambientar los partidos. Y, es que sí, los ecos de un estadio vacío son tan deprimente­s como el ruido del tráfico a las 8:00 A.M., cuando nos dirigimos a nuestras oficinas. El silencio desalienta a los fanáticos y les permite olvidar a ratos que el mundo está hecho un desastre.

La música y los sonidos estimulan emociones, despiertan los sentidos, cambian perspectiv­as, estados y atmósferas completas. Los sonidos son capaces de transforma­r un partido de futbol y la música puede hacerte la vida distinta. ¿Cuántos momentos no se vuelven inolvidabl­es gracias a una canción? Y qué decir de quien muere oyendo el “Ave María” en voz de Pavarotti, o la de su preferenci­a.

Por eso, como reza la canción de Rogers y Hammerstei­n, cuando te sientas temeroso, sostén tu cabeza en alto y chifla una tonada alegre que te convenza de que no tienes miedo.

A raíz de que se juega a puerta cerrada para evitar contagios, las principale­s Ligas de futbol usan en sus transmisio­nes pistas de audio de público

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