El Universal

La parte oscura de la maternidad

- YANET AGUILAR SOSA —yanet.aguilar@eluniversa­l.com.mx

Pilar Quintana explora el mundo femenino de generacion­es anteriores en Los abismos, con el que ganó el Premio Alfaguara.

“Si pensamos que la maternidad y la vida son duras con nosotras que somos profesiona­les, ¿cómo lo fue para ellas que dependían siempre de los hombres?” “Mi despertar feminista fue asumir y señalar mi propio machismo y mi propia misoginia interioriz­ada con la que había crecido y que me habían enseñado y que yo me había creído”

A través de su libro Los abismos, la autora colombiana explora el lado oscuro que trae consigo ser madre, con lo que logra reconcilia­rse con mujeres de generacion­es anteriores, que pasaban del padre al marido. Cuenta sobre sus proyectos y de su vida como escritora

Vistos desde la mirada de una niña, los abismos que se abren con la maternidad y la oscuridad que trae consigo, los deseos de desaparece­r o de matarse para hallar la libertad, el cansancio de todos los días y los sueños rotos son las profundida­des que explora la escritora colombiana Pilar Quintana, en Los abismos, obra con la que obtuvo el Premio Alfaguara de Novela 2021 y se convirtió en la séptima mujer en recibir el galardón, frente a 19 hombres.

A través de Claudia, una niña que no llega a los 10 años, Pilar Quintana (Cali, 1972), indaga en el lado oscuro de la maternidad y se reconcilia con la generación de su madre y las generacion­es anteriores; profundiza en el mundo femenino en un tiempo en que el único camino de las mujeres era salir de la casa del padre que las mantenía, a la casa del marido, del cual dependían.

La niña recibe las revelacion­es de su madre, una mujer joven que vive entre la tristeza cotidiana y la seducción por las historias de autodestru­cción, y los silencios de su padre, un hombre viejo que nunca está en casa. La nueva historia de la autora de La perra y Coleccioni­stas de polvos raros, que en 2007 fue selecciona­da por el Hay Festival como uno de los 39 escritores menores 39 años más destacados de América Latina, es estremeced­or, conecta la selva y las fincas colombiana­s con los abismos íntimos, y apunta apenas desde sus ojos infantiles la guerrilla y otras formas de violencia.

¿Las mujeres de esta historia no tienen más opción que el matrimonio y ser madres?

Cuando era adolescent­e en Cali me sentía incómoda y yo lo que trataba era de caber en esta sociedad, pero al mismo tiempo juzgaba con dureza a mi mamá; siempre juzgamos con dureza a nuestros padres, pero especialme­nte a nuestras madres, pero hubo un momento ya después de adulta y de tener un hijo, que miré hacia atrás y dije: “Uf, sí yo la tuve difícil, para mi mamá y a las mujeres de su generación fue más”, entonces empecé a reconcilia­rme con la generación de mi mamá. Entendí que ellas nos dijeran a nosotras que teníamos que estudiar para que pudiéramos sostenerno­s solas.

Claudia, la madre de Los abismos no es que actúe mal es que actúa fuera de lo establecid­o.

Claro, es que empezamos a entender esas ideas tan duras que tenemos con nuestras madres. Si pensamos que la maternidad es dura con nosotras que somos profesiona­les y si la vida es dura para nosotras, ¿cómo lo fue para ellas que dependían siempre de los hombres?, salían de su casa de niñas donde dependían económicam­ente de su padre y pasaban a depender de su marido y no tenían la posibilida­d de divorciars­e, y si lo hacían pues eran tachadas de malas mujeres y tenían que soportar muchísimas cosas, tenían mucho menos libertad de las que tenemos hoy en día, sin que nosotros hayamos conquistad­o todas las libertades que son deseables y que merecemos.

¿La maternidad te dio esa comprensió­n pero te llevó a descubrir otros abismos?

La maternidad ha sido la experienci­a máxima que he tenido en la vida a todo nivel, me ha cambiado como persona, me ha mostrado lo mejor de mí misma y también lo peor, el monstruo que me habita; de hecho no nos permiten hablar de esa parte de la maternidad, esta velada, y es la que a mí más me interesa porque de la otra ya hemos hablado lo suficiente y ya nos han vendido muchas veces el cuento de que es lo mejor qué te puede pasar. Es lo mejor, pero también es lo peor porque también te muestra tu propia oscuridad.

¿Ser madre te abrió la maternidad como uno de tus universos literarios?

Digamos mi primer trabajo sobre la maternidad fue en unos cuentos en los que hablo de ella, pero el primer importante fue La perra, creo que yo hice La perra para conjurar mis principale­s dos miedos de la maternid ad: uno es que mi hijo se me muera, y ahí hay un niño muerto y yo lo puse en escena un poco como uno cuenta los sueños para que no se cumplan; y el segundo peor miedo es maltratar a mi hijo, es decir, yo ser una madre maltratado­ra, porque he visto esa oscuridad y esa rabia que me saca mi hijo porque es una rabia absolutame­nte animal e incontrola­ble.

¿Te dio una obsesión literaria?

Lo que me sorprendió de ser madre es que no sólo es compatible sino que la maternidad me permitió ser la escritora que soy, es como si me hubieran abierto un caudal creativo que tenía clausurado por no ser madre; ser madre me permitió abordar temas interesant­ísimos y que para mí, como autora, es un puro material narrativo.

¿El reto fue hablar de la maternidad en la generación de tu madre desde esa niña que fuiste y que hoy es madre?

Creo que es por eso, hablo de los problemas que tuvimos los niños y también los padres de esa generación que estaban haciendo lo mejor que podían con lo que tenían, venían de unas crianzas más autoritari­as que las crianzas que ellos nos dieron, unas crianzas muy violentas donde se decía “la letra con sangre entra” y que había correazos para todos. Quizás los padres también fueron violentos con nosotros, pero me parece que trataron de serlo menos, ellos hicieron lo que pudieron con lo que tenían y nosotros fuimos el resultado; y nosotros también descargamo­s las taras que traemos de ellos, las llevamos hasta nuestros hijos, pero también tratamos de hacer con nuestros hijos lo mejor que podemos.

¿Para ti ser o no ser madre fue un acto de libertad, no para la generación de tu madre y anteriores?

Antes de ser madre yo podía pasar por encima de eso porque no me afectaba tanto, pero cuando fui madre ya no podía seguir negándome a ver que había unas brechas tremendas y que estaba en una condición de desigualda­d y desventaja frente a los hombres; soy mayor que mi esposo, le llevo 10 años de carrera y cuando yo quedé embarazada y tuve a mi hijo yo dejé de trabajar porque era lo que podía hacer, pero él no porque para él no representa­ba un obstáculo la paternidad, todo lo contrario, a mí me hacía prohibitiv­o trabajar: o era mamá o trabajaba, era difícil hacer las dos cosas al mismo tiempo.

¿Ser madre te hizo una feminista distinta?

Tenía clichés sobre el feminismo y empecé a despertar lentamente, a leer y darme cuenta que en realidad eso que creía estaba enraizado en mi misoginia más profunda de ver el feminismo de esa manera, entonces mi despertar feminista fue asumir y señalar mi propio machismo y mi misoginia interioriz­ada con la que había crecido y que me habían enseñado y que yo me había creído.

¿La maternidad y Colombia seguirán en tu literatura?

Creo que sí, he vivido mucho en tiempo en Bogotá, pero he escrito muy poquitas historias con Bogotá como escenario, sobre todo me parece que Cali y el Pacífico colombiano van a estar durante bastante tiempo.

¿Tienes ya historias iniciadas?

Sí, tengo unos cuentos que empecé antes de La perra y después de La perra y los estoy trabajando; cuando me dé un respiro la promoción de Los abismos quiero concentrar­me en ellos para preparar un libro de cuentos. Tengo otra historia del Pacífico colombiano­m transcurre en el mismo universo narrativo de La perra.

¿Qué tan importante ha sido haber sido parte del primer Bogotá 39?

Fue maravillos­o lo que me pasó. Fue difícil encontrar mi lugar, en Cali siempre era como un mosco en leche, yo era diferente y no me sentía cómoda dentro de mi propia piel en esa ciudad, cuando salí de Cali y viví en Bogotá dije: “Bueno, no soy tan diferente y aquí puedo sobrevivir”; pero llegar a Bogotá 39 fue encontrar que había pares y que había otros 38 moscos en leche como yo y que estábamos ahí todos juntos bien, y que me sentía parte como de una generación en la que ya no era rara ni diferente sino a la que pertenecía. Pero en ese listado de Bogotá 39 había escritores que ya eran muy importante­s y yo era más bien una escritora conocida en Colombia, había escrito dos novelas que les había ido bien pero tampoco habían tenido premios importantí­simos, entonces yo empecé a sentir que ahora tenía que probar que no habían elegido mal, y creo que esa fue una parte difícil de mi carrera porque la novela que siguió no le fue bien, luego mi editorial cerró, vino un punto bajo y oscuro de mi carrera, muy necesario, porque me hizo reflexiona­r sobre ¿qué quería como escritora, qué me interesaba?, ¿si quería que me vieran afuera o escribir bien? Yo quería escribir bien.

¿Ese escollo fue determinan­te?

Me permitió dejar de pensar en el afuera, publicar y tener reconocimi­ento, y me hizo centrarme en lo que siempre debía estar centrada y en lo que me había centrado antes de comenzar a publicar, que era en escribir bien, en hacer historias no para complacer a un público ni para tener un lugar en el medio literario; eso fue muy importante porque luego cuando pasó lo de La perra, una novela con mucho éxito, pude respirar porque ya sabía y ya me había pasado, y pude decir: “No me importa lo que venga, yo lo que quiero es escribir bien y centrarme en lo importante para mí, que es escribir bien”.

¿Así llegaron Los abismos y el Premio Alfaguara?

Ha sido maravillos­o y no digo que uno no tenga que ser ambicioso ni aspirar a esas cosas, pero esa no debe ser la preocupaci­ón, la preocupaci­ón para mí debe estar en la historia y en la escritura. •

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 ??  ?? Editor: Julio Aguilar Coeditora: Sonia Sierra Tel: 55 5709 1313 Ext: 4430 y 4431
Editor: Julio Aguilar Coeditora: Sonia Sierra Tel: 55 5709 1313 Ext: 4430 y 4431

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