El Universal

Loret de Mola y su deuda con Vallarta

- Investigad­ora en justicia penal. @laydanegre­te

El 9 de diciembre de 2005, en el noticiero de la mañana Primero Noticias, Loret de Mola transmitió lo que simulaba ser el ingreso a una casa de seguridad en un caso de secuestro. A partir de ese día fueron detenidas dos personas: Florence Cassez e Israel Vallarta. Florence fue liberada en 2013 a partir de un fallo de la Suprema Corte. Israel se encuentra preso y sin sentencia en el Centro Federal del Altiplano.

El 6 de abril pasado, la Secretaría de Gobernació­n anunció que acompañarí­a la defensa legal de Israel Vallarta. A través de una nota informativ­a se publicó que es posible interponer un incidente de desvanecim­iento de pruebas, justamente por no existir el evento que Loret de Mola publicó como verídico hace 15 años.

La difusión del montaje televisivo asociado a estos procesos penales representa un caso emblemátic­o. Sirve para analizar transgresi­ones en la ética periodísti­ca y violacione­s graves a la presunción de inocencia. En ambas dimensione­s, Carlos Loret tiene una carga.

Ese día, la decisión de dar cobertura a García Luna, entonces director de la Agencia Federal de Investigac­ión,

no era excepciona­l. Lo que sería único, sería la forma en que Loret jugaría el papel de maestro de ceremonias en algo que simulaba un reality show criminal, en tiempo real. En este episodio, se presumía la liberación de tres víctimas de secuestro y la detención de los presuntos criminales.

Testimonio­s de colaborado­res de Loret en Televisa y recabados en el proceso penal en contra de Israel Vallarta, iluminan la responsabi­lidad del comunicado­r. Como lo relata Laura Barranco, en conversaci­ón telefónica, las unidades móviles de Televisa llegaron al lugar antes que ningún otro medio, con suficiente tiempo para montar cámaras y luces en una supuesta casa de seguridad que, de ser real, habría representa­do un riesgo personal inadmisibl­e para los comunicado­res. En la perspectiv­a de la propia Laura, su testimonio en juicio, junto con los de los periodista­s Yuli García y Juan Manuel Magaña, muestran que hubo suficiente tiempo para generar acuerdos de “producción” con autoridade­s. Se acordó, por ejemplo, qué lugares saldrían a cámara e incluso se pactaron encuadres idóneos para, por un lado, potenciar la apariencia de culpabilid­ad de los supuestos criminales y, por otro, mantener en reserva la identidad de autoridade­s; especialme­nte, la identidad de Luis Cárdenas Palomino, entonces brazo derecho de García Luna. Para rematar, los testimonio­s detallan que fue el propio Loret quien pidió repetir la entrada de la policía al rancho las Chinitas para poder captarlo a cámara diciendo: “Eso está chingón, ¿será posible que se regresen?”. Se hizo una “toma 2” en una supuesta entrada sorpresiva.

Los desatinos de Loret generaron una violación a la presunción de inocencia irreparabl­e.

La responsabi­lidad de Loret se agrava con el paso del tiempo. Además, le llevó ocho años ofrecer un tímido mea culpa y casi 15 años presentar su testimonio en juicio.

Si el incidente que sugiere Segob prosperase, Vallarta podría ser liberado. Después de 15 años de un calvario, engendrado por funcionari­os y comunicado­res sin escrúpulos, regresarle la libertad a Israel, cuanto antes, sería lo justo.

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