El Universal

La justicia como moneda de cambio

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Alejandra Cuevas Morán es una mujer de 68 años, hoy en prisión por un delito que no cometió. Las pruebas confirman su inocencia, así como las declaracio­nes de los testigos.

Laura Morán, mamá de Alejandra, fue esposa de Federico Gertz por 50 años. Federico dejó una fortuna calculada en 8 millones de dólares. En el matrimonio quedaba claro que, en caso de la muerte de Federico, el dinero se iría al hermano de Federico, Alejandro, y ella sólo se quedaría con una cuenta mancomunad­a de 3 millones de pesos y una pensión mensual de 50 mil pesos.

Laura, de 88 años, vivió la muerte de su esposo de 82 años como muchas otras parejas que alcanzan una edad avanzada. Según los peritajes médicos, Federico muere por causas naturales. Alejandra me cuenta, desde la prisión, que “el 4 de agosto de 2015, tras sufrir una caída, Federico acompaña a su hermano a ver unos papeles importante­s”.

Tras la caída, la salud de Federico empeora y Laura trae a un par de enfermeros para que auxilien en el cuidado de Federico. Ese mismo día Laura notifica al hermano que Federico está mal y lo invita a tomar una decisión en conjunto. Dos días después se presenta acusando a Laura, Alejandra y otra hija de Laura de “estar en la fiesta” (estaban acompañand­o a su mamá) y además dice que va a mandar a dos médicos y a un geriatra en lugar de los enfermeros.

Esa semana, Alejandra visitó a su mamá dos ocasiones, como solía hacer siempre y como lo testifican los médicos: “la señora Alejandra nunca se acercó a Federico”.

El fin de semana, Alejandro llegó con la fuerza pública y un abogado penalista de renombre exigiendo llevarse a su hermano y acusando a Laura de intentar matar a Federico. Consiguen llevarlo a un hospital, donde durante 30 días atendieron a Federico antes de fallecer. Cinco años después, Alejandra está acusada de homicidio doloso por el asesinato de Federico, y su mamá de 93 años tiene una orden de aprehensió­n por el mismo delito.

Los intereses por el cual Alejandra y Laura están acusadas por homicidio ante una muerte natural son desconocid­os, lo que me lleva a una reflexión constante de tantos casos en el Sistema de Justicia Penal donde “la justicia” es usada como moneda de cambio para quienes tienen la “fortuna”, “el poder” y el “dinero” de usar el aparato estatal a su favor.

En México, es momento de que entendamos que el Sistema de Justicia Penal debe ser la cara visible del Estado de Derecho, garantizan­do la seguridad y la verdadera justicia tanto para víctimas como para victimario­s. ¡Basta de tener un Sistema de Justicia Penal donde predominen la corrupción y la impunidad! ¡Basta de tener un Sistema a favor de quienes ostentan el poder y el dinero, criminaliz­ando a los vulnerable­s y a los inocentes!

¿Cómo podemos empezar a reformar nuestro Sistema de Justicia Penal y construir esa utopía llamada Estado de Derecho en México?

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