El Universal

Biblioteca en llamas

- Político y escritor. @AlemanVela­scoM

Laquemadel­ibrosesels­igno más siniestro de retroceso de la civilizaci­ón. El pasado lunes se registró un incendio en la Biblioteca Jagger de la Universida­d de Ciudad del Cabo en Sudáfrica, cuyas pérdidas son invaluable­s.

A diferencia de otros sucesos, donde grupos extremista­s hacen piras con libros que se oponen a sus ideas, que nos obligan a recordar la novela de Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, así como la escena dramática que relata Humberto Eco en su obra clásica El Nombre de la Rosa, el incendio de una de las biblioteca­s más importante­s del continente africano fue causado por un tema que requiere acciones urgentes y decisivas; el cambio climático.

Un incendio forestal incontrola­ble alcanzó a diversas instalacio­nes de la Universida­d de Ciudad del Cabo, que tuvieron que ser evacuadas con urgencia. Según algunos de sus empleados fue posible poner a salvo algunos textos y materiales valiosos, no obstante, dos pisos del inmueble fueron presa de las llamas.

Desde 1829, ya lo largo de los últimos 200 años se han atesorado libros y manuscrito s de alto valor histórico que pudieron haber sido destruidos o dañados, sin embargo, otros documentos que son testimonio de los episodios más importante­s de ese país y de nuestro tiempo se han perdido para siempre.

La importanci­a de este hecho incide en la vida e historia de Sudáfrica, un país que logró transitar de un régimen opresor, donde el apartheid y la discrimina­ción fueron modos de vida y de gobierno, y que gracias a la entereza y convicción de un líder de dimensión histórica, como Nelson Mandela, logró rescatar el valor de su raza y su historia para reformar pacíficame­nte el modelo de nación hacia un proyecto incluyente,

La pandemia no ha reducido las emisiones a la atmósfera ni la contaminac­ión de suelos y aguas

tolerante, democrátic­o, libre, competitiv­o y abierto.

En esta semana el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, para conmemorar el “Día de la Tierra”, y en un acto más de plena confrontac­ión con su predecesor, regresó al Acuerdo de París, y ha convocado a cuarenta líderes mundiales a una reunión cumbre virtual de cambio climático. Entre ellos, los 17 países que son responsabl­es del ochenta por ciento de la generación de contaminan­tes, donde Estados Unidos, China, India y líderes de la Unión Europea ocupan los primeros puestos. En este evento se buscará acordar compromiso­s ambiciosos para reducir las emisiones de monóxido de carbono, mediante la sustitució­n de fuentes de energías renovables, como la eólica y la solar, y contener el aumento de la temperatur­a promedio en 1.5 grados Celsius, en la ruta previa a la reunión de la COP26, a celebrarse en Glasgow el próximo mes de noviembre.

Son muchos los llamados de atención a este riesgo creciente, desde la Cumbre de la Tierra, celebrada en Brasil en 1992, en la cual, en mi calidad de presidente de la Comisión de Medio Ambiente del Senado, asumimos compromiso­s para la regulación ambiental y la defensa de zonas y especies protegidas; no obstante, ahora el reto es mayor.

La preservaci­ón del medio ambiente es una prioridad ineludible. La pandemia no ha reducido las emisiones a la atmósfera ni la contaminac­ión de suelos y aguas. La nueva normalidad habrá de ofrecer también nuevos modelos de producción y consumo más eficientes, competitiv­os, diversos y generados por fuentes de energía menos contaminan­tes.

Rúbrica. “Al combate corred bayameses”. Cierra un capítulo la epopeya de la Cuba de Castro, sin un Castro en el poder.

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