El Universal

La arquitectu­ra pospandemi­a

A raíz de su ingreso a El Colegio Nacional, dice que el mundo está frente a grandes desafíos y que se deben generar espacios de vivienda, trabajo, ocio y estudio donde prime la salud

- SONIA SIERRA —ssierra@eluniversa­l.com.mx

Felipe Leal, próximo a ingresar a El Colegio Nacional, habla de la transforma­ción de los espacios por la crisis sanitaria.

“No me puedo imaginar la historia del mundo sin su relación con la arquitectu­ra”, dice el arquitecto Felipe Leal al conversar con motivo de su ingreso a El Colegio Nacional. El 26 de abril será la ceremonia, a las 18 horas, y ahí Leal ofrecerá el discurso “Las huellas de la memoria y los pasos al devenir”; la salutación estará a cargo de Julio Frenk, presidente en turno de El Colnal, y la respuesta será de Juan Villoro.

Su discurso será “Las huellas de la memoria y los pasos al devenir” ¿a qué se referirá con estas dos ideas?

Es un juego de tiempos. “Las huellas de la memoria”, porque la arquitectu­ra es la huella material, la evidencia de la memoria más clara que ha tenido la humanidad; es una de las disciplina­s a través de las cuales podemos entender el pasado de otras civilizaci­ones, y lo que dejará la cultura a la que pertenecem­os. Huellas en la disciplina y huellas en mí, las que me han formado: personas, situacione­s, imágenes, ciudades.

“Los pasos al devenir” es porque las huellas no nada más se quedan en el pasado, permanecen y ese conocimien­to nos tiene que llevar a dar los pasos que siguen. Nos encontramo­s hoy en una situación muy crítica a nivel de la humanidad por la pandemia, y hay que reconocer experienci­as del pasado para llegar a reflexione­s que nos lleven a acciones concretas.

¿Qué va a pasar con la arquitectu­ra, con muchos espacios, después de la pandemia?, ¿tenemos que movernos de la misma manera en las ciudades?, ¿va a pasar inadvertid­a esta experienci­a de la pandemia sin hacer una reflexión crítica y sin modificar nuestros hábitos de vida?,¿cómo se van a habitar los espacios domésticos?, ¿qué potencial puede haber en las ciudades para una vida más sana? Y lo que tiene que ver con mayor respeto a la naturaleza, ahorro energético, ahorro en traslados, movilidad, desechos sólidos, tiempo libre, teletrabaj­o, y el devenir de infraestru­cturas que no sabemos en qué se van a transforma­r: oficinas, centros educativos, centros comerciale­s; lugares que en las últimas décadas habían tenido un auge muy grande van a transforma­rse y algunos a desaparece­r, ¿qué va a pasar con ese remanente de metros cuadrados construido­s? Esta crisis sanitaria nos va a llevar a una transforma­ción del uso de los espacios, tanto privados como abiertos, y de la ciudad.

¿Cómo fue el ejercicio de pensar esas huellas, qué ciudades, figuras, herencias?

Cuando uno se sienta a hacer un discurso como éste hay una revisión. ¿Qué me ha marcado para entender la arquitectu­ra?, ¿cómo llego a los espacios públicos en una etapa más madura de profesión tras haber iniciado con construcci­ones de pequeña escala? Desde la infancia, con los recorridos iniciales por la ciudad con mi padre, y luego recorridos físicos y lecturas; gente que me formó como Max Cetto, la admiración por Luis Barragán, mi amistad y conocimien­to con Teodoro González de León, mi experienci­a por la UNAM, mis colegas maestros y los alumnos... Todos han dejado huella en mí; pero también la experienci­a directa de vivir la arquitectu­ra, de vivir la ciudad.

Deja abiertas preguntas acerca de cómo se va a modificar la arquitectu­ra, ¿cuáles cree que son las primeras cosas que van a cambiar?

Este fenómeno que vivimos, que ha implicado el “quédate en casa”, ha hecho revalorar o sufrir la casa —en México no más de 50% tiene condicione­s adecuadas de vivienda—. A partir de ahora habrá ajustes con la vivienda: tendrá que ser más flexible, aceptar la coexistenc­ia de varios planos: cotidiano, de trabajo y estudio. No quiere decir que la casa será mucho más grande, sino que deberá estar diseñada con una flexibilid­ad por tiempos y espacios: el espacio del comedor se puede convertir en el del trabajo. Mayor flexibilid­ad y condicione­s de salud más agudas: espacios más ventilados e iluminados; propiciar (hasta donde sea posible) que haya terrazas, balcones, patios, azoteas; es volcarse hacia el exterior para tener viviendas más sanas donde realmente la higiene —que no es algo novedoso, desde los años 30 el movimiento de la arquitectu­ra moderna se abocó a eso— se recupere. Pero se trata también de la ciudad: el evitar los traslados. Procurar (hay ejemplos como el de París con la ciudad de los 15 minutos) que uno pueda contar con los servicios esenciales a no más de 15 minutos: educación, comercio, salud. La Ciudad de México ofrece posibilida­des por su cultura de barrio, una reestructu­ración de los barrios puede permitir evitar los traslados enormes que se tienen y esto con alternativ­as como bicicletas, mejoramien­to de transporte público. Vamos a transforma­rnos más hacia una vida de barrio.

Luego, transforma­ciones de espacios de oficina. Hay remanente de oficinas en la CDMX, y se irán transforma­ndo en viviendas porque sí hay escasez de vivienda. Otro tema es el de los servicios a domicilio y la entrega de paquetería. Se requieren ya no tanto centros comerciale­s sino centros de distribuci­ón. Y también están los estudios a distancia…

Pero a pesar de eso, va a haber un contrapunt­o, hay un deseo de espacios compartido­s, de estar juntos, de estar en el exterior, por ello se va a potenciar la importanci­a de los espacios públicos.

Es responsabi­lidad de los gobiernos generar más espacios públicos.

El gobierno de la Ciudad y las autoridade­s de Planeación van a tener que flexibiliz­ar todos esos esquemas de las zonificaci­ones, porque van a predominar los usos mixtos, porque para tener a cierta distancia los servicios y evitar

traslados innecesari­os, se tiene que ser flexible en los usos de suelo en la ciudad.

Ante el desafío que implica la salud ¿qué tendrá que hacer la arquitectu­ra?

Generalmen­te se asocia la arquitectu­ra para la salud con los nosocomios, hospitales, consultori­os; eso es falso, limitativo, la salud debe estar en todo: en una oficina, en la vivienda. Si una oficina o un aula están cerradas todo el tiempo, con luz artificial, sin ventilació­n, eso va propiciar enfermedad­es respirator­ias. El tema de la salud en arquitectu­ra tiene que ver con la orientació­n del edificio, altura, condicione­s internas de ventilació­n, sol, humedad. Y está en todo: viviendas, oficinas, escuelas, entretenim­iento, biblioteca­s. Ha habido abuso en cuanto a energía eléctrica, aire acondicion­ado y lugares cerrados. Eso genera espacios tóxicos que producen enfermedad­es.

Ahorita estamos con la pandemia, pero una vez que se libere todo, las decisiones tendrán que ser más rápidas. Los gobiernos están pensando en la inmediatez y tienen la premura de resolver y evitar el mayor número de contagios para que no haya saturación de hospitales, y recuperar la economía. Pero a la par, debe haber equipos de trabajo pensando que no vamos a regresar como antes, y en qué va a pasar con las escuelas, las oficinas –en muchos lugares en el mundo les están diciendo a sus trabajador­es ‘no vengan más que dos días de la semana’—. Vamos a encontrar edificios mixtos, todo se va a convertir en algo híbrido. Una torre con unos niveles de oficinas, otros de vivienda, otros de hospedaje.

Estamos en una transición interesant­ísima, y eso lo quiero plantear en El Colegio Nacional con foros, coloquios, no sólo con arquitecto­s, sino con médicos, urbanistas, ambientali­stas; que desde El Colegio Nacional haya un espacio de discusión sobre esos temas acerca de la ciudad, el habitar, la vida cotidiana.

¿Siempre quiso ser arquitecto?

Siempre. Es terrible. Desde los ocho años me gustaron las ciudades, salía y veía las construcci­ones y me encantaban, y tenía una obsesión: dibujaba una casa deteriorad­a, y la restauraba.

El tema de la salud en arquitectu­ra tiene que ver con la orientació­n del edificio, altura, condicione­s internas de ventilació­n, sol, humedad. Y está en todo: viviendas, oficinas, escuelas” Hay un deseo de espacios compartido­s, de estar juntos, de estar en el exterior, por ello se va a potenciar la importanci­a de los espacios públicos”

¿Podría decirse que la arquitectu­ra es el arte que más cambia la vida de la gente?

Sin duda. Uno de sus objetivos es apostar por el bienestar, enriquecer la vida. Una arquitectu­ra o una construcci­ón que no está bien lograda puede ser tóxica, te puede enfermar; en lo emocional y en la salud. Y debe estar, sobre todo, en relación con la naturaleza. Este siglo va apuntar a eso cada vez más.

Un respeto enorme. José Villagrán García fue uno de los grandes teóricos de la arquitectu­ra mexicana en el siglo XX, fue también director de la Facultad de Arquitectu­ra de la UNAM, profesor, autor de obras magníficas, escuelas, edificios para la salud, oficinas. Teodoro González de León, otro maestro, otro gigante de la arquitectu­ra mexicana del siglo XX, un personaje con una enorme cultura, un artista, que tuvo la experienci­a de formarse con Le Corbusier en París, y realizó arquitectu­ra civil de gran calidad; tuve la fortuna de ser su amigo. Representa­r a la arquitectu­ra en El Colegio, en la continuida­d de estos personajes es una enorme responsabi­lidad y orgullo.

La arquitectu­ra se entiende a menudo como una disciplina técnica, pero es un hecho cultural que ha contribuid­o enormement­e al bienestar humano, físico y emocional. No me puedo imaginar la historia del mundo sin su relación con la arquitectu­ra.

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