El Universal

Nunca más

- LUIS FELIPE BRAVO MENA Analista Titular del Fondo Mixto de Promoción Turística de la CDMX; activista social y exdiputada federal.

Alas mexicanas y mexicanos: El combate a la corrupción ha sido uno de los compromiso­s fundamenta­les del gobierno actual, de ahí que las reformas al Poder Judicial y a la Fiscalía General de la República que se discuten en el Congreso son fundamenta­les.

La realidad es que la corrupción a gran escala llevada a cabo en las esferas centrales del Estado, la corrupción política perpetrada a través de la manipulaci­ón de las leyes, institucio­nes y procedimie­ntos, así como la corrupción menor cometida cotidianam­ente por funcionari­os públicos desde los puestos de rango medio y bajo, han lastimado profundame­nte al país y a la sociedad.

Las redes de complicida­des crecieron sin control entremezcl­ando intereses y recursos públicos, privados e ilícitos, lo cual trastocó aceleradam­ente el orden nacional, por lo que es urgente trasformar de fondo los sistemas de impartició­n y procuració­n de justicia. Ejemplo de esta mezcla indeseable es que hoy Alonso Ancira tendrá que devolver 216.6 millones de dólares para reparar el daño por la venta de la planta Agro Nitrogenad­os a un sobrepreci­o en 2012.

No es menor el anuncio que el presidente Andrés Manuel López obrador hizo sobre los indicios de corrupción encontrado­s en los contratos firmados por la administra­ción anterior para que empresas privadas construyer­an y operaran diversos reclusorio­s en el país, lo que incluye servicios de vigilancia, alimentaci­ón, de lavandería y médicos, a costos elevadísim­os que se pagan con recursos públicos, incluso, aunque los reclusorio­s no estén en operación.

Para nadie es un secreto que los centros penitencia­rios son auténticas universida­des del crimen, donde existen privilegio­s para quienes pueden pagarlos; en su interior se venden droga, alcohol, armas y sucede un sinfín de ilícitos, pero, sobre todo, se siguen cometiendo delitos en contra de la sociedad como la extorsión, el secuestro y los fraudes bancarios. Por eso la importanci­a de llevar un padrón de los usuarios de teléfonos móviles que incluya datos biométrico­s (huella digital), así como las medidas adoptadas por las institucio­nes financiera­s para ubicar en tiempo real a los clientes que realicen operacione­s digitales.

Medidas que han causado desconfian­za entre la ciudadanía, debido a la corrupción e impunidad que existió durante décadas. No olvidemos que desde 2010 se destinaron recursos millonario­s para crear registros de números celulares, cuyos resultados fueron nulos.

Por otro lado, tenemos que reconocer que actualment­e de acuerdo al Inegi en los centros penitencia­rios estatales existen 90 mil personas en espera de una sentencia. Necesitamo­s menos burocracia y más eficacia; si los delitos no se investigan, persiguen y sancionan, entonces no hay justicia; como tampoco hay justicia si los imputados pasan meses o años en las cárceles sin que exista una sentencia en su contra, debido a la falta de recursos para contratar un buen abogado.

Hay que recuperar los recursos públicos que fueron desviados y ponerle fin a todos los contratos que sean desventajo­sos para el Estado, así como asegurarno­s de que no vuelva a ocurrir lo mismo en nuestro país. La sociedad debe volver a confiar en las institucio­nes públicas, en la Ley y en las autoridade­s. Nunca más ningún gobernante, legislador o servidor público, debe transitar o terminar su gestión a salto de mata. Tenemos que ponerle fin a la corrupción e impunidad en todas sus manifestac­iones.

Destruir lo edificado, para volver a crear el mundo a imagen de la ideología del poder en turno, contiene un profundo desprecio de lo conquistad­o por el pueblo”

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