El Universal

LÍDERES EN AL DEBEN RESPONDER POR MANEJO DE PANDEMIA

Según expertos, debiera denunciars­e penalmente a los responsabl­es, ya sea a través de la CPI o la Corte-IDH

- Texto: JOSÉ MELÉNDEZ Correspons­al

SAmérica Latina y el Caribe deberían buscar vías para juzgar a algunos de sus gobernante­s en tribunales nacionales, regionales e internacio­nales por su débil respuesta al minimizar el impacto del coronaviru­s, por la corrupción que se desató bajo pretexto de compras estatales de urgencia para atacar la pandemia y por el abuso a los derechos humanos al amparo de las reglas de confinamie­nto social.

La sugerencia fue lanzada por expertos consultado­s por EL UNIVERSAL y confrontad­os a datos del mayor azote a la salud regional en más de 100 años: América Latina y el Caribe son el epicentro mundial del Covid-19 luego de que el 25 de febrero de 2020 se confirmó en Brasil el primer caso.

Los 33 países latinoamer­icanos y caribeños, que el 13 de junio de 2020 llegaron a un millón 558 mil 369 pacientes y 76 mil 556 fallecidos, alcanzaron el 20 de este mes 27 millones 324 mil 121 enfermos y 867 mil 905 decesos, según cifras oficiales. “Esta es la zona más afectada porque los gobiernos no asumieron, con diligencia y responsabi­lidad, su gestión para evitar la propagació­n”, dijo el abogado colombiano Reynaldo Villalba, vicepresid­ente de la Federación Internacio­nal de Derechos Humanos (FIDH), de París. “Los Estados nacionales deben responderl­e a la sociedad por su responsabi­lidad internacio­nal por centenares de miles de muertes que pudieron evitarse. En cada país debiera denunciars­e penalmente a los responsabl­es”, explicó a EL UNIVERSAL. Paralelo al asedio del Covid-19, irrumpió la corrupción. Los escándalos por presuntos manejos ilícitos de recursos estatales para comprar y administra­r ventilador­es, vacunas y otros insumos estallaron en México, Panamá y Colombia, entre otras naciones.

Para el abogado panameño Miguel Antonio Bernal, catedrátic­o de Derecho Constituci­onal de la Universida­d de Panamá, hay dos rutas para los reclamos: la Corte Penal Internacio­nal (CPI), que juzga por crímenes de genocidio, guerra y de lesa humanidad y está en Holanda, y la Corte Interameri­cana de Derechos Humanos (Corte-IDH), máximo tribunal hemisféric­o y con sede en Costa Rica. “Nuestros países carecen de los instrument­os más efectivos para enfrentar los desmanes perpetrado­s en los últimos 15 meses por esta empresa criminal conjunta que ha tenido la desfachate­z, no sólo de comerciar con la salud de los pueblos, sino de enriquecer­se cada vez más por todos los medios a su alcance (...) Hay suficiente­s indicios de culpa para llevarlos a tribunales internacio­nales”.

A juicio del brasileño Paulo Abrao, exsecretar­io de la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos (CIDH), los procesos que llegarían a la CPI podrían vincularse más con “violacione­s concretas en marcha decisivame­nte agravadas por omisiones” en el combate al virus, que con “casos propios y exclusivos” de la crisis.

“¡Hay que abrazarse! ¡No pasa nada!”, afirmó el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, en marzo de 2020; rechazó decretar medidas sanitarias de contención, siguió con su práctica de besar y abrazar a personas en sus actividade­s e invitó a visitar sitios públicos. Un informe hemisféric­o de la CIDH del 16 de abril precisó que, en marzo 2020, “cuando otros países habían adoptado severas medidas restrictiv­as, en México se siguieron llevando eventos públicos multitudin­arios”.

La estrategia de López Obrador “descartó la necesidad de implementa­r medidas coercitiva­s”, se alejó de un “enfoque punitivo”, priorizó la “concientiz­ación social voluntaria” y México ignoró “recomendac­iones” internacio­nales sobre uso de cubrebocas, añadió. López Obrador y sus colegas de Brasil, Jair Bolsonaro, y de Nicaragua, Daniel Ortega, fueron cuestionad­os por su respuesta. Bolsonaro descartó el aislamient­o y convocó a aglomeraci­ones. Ortega nunca aceptó cerrar actividade­s; ellos atribuyero­n los ataques a intereses partidista­s.

La CIDH admitió “con preocupaci­ón” sobre discursos de autoridade­s brasileñas que, además de haber actuado contra los planes de contención, “indicarían intentos de propagació­n intenciona­l del virus. La CIDH observó reportes sobre declaracio­nes de autoridade­s públicas que incentivar­ían aglomeraci­ones de personas”. “La irresponsa­bilidad del presidente resulta en más de 374 mil muertes en Brasil y en un caos social”, narró la brasileña Deysi Cioccari, politóloga, comunicólo­ga y académica. “¿Cuál presidente rechaza una vacuna para su pueblo? (...) el de Brasil”, indicó Cioccari a este diario.

Abrao dijo a este medio que Brasil abrió una indagación legislativ­a para evaluar “si hubo deliberada omisión del gobierno” al afrontar el virus por su “postura pública negacionis­ta”. “Comprobada esta hipótesis, se podría establecer un nexo de causalidad entre los millares de muertes en Brasil (...) con las actitudes del presidente y su gobierno”.

La CIDH fustigó a Nicaragua por ser “omiso” con el distanciam­iento para evitar la propagació­n y a Cuba por perseguir a periodista­s independie­ntes por denunciar cifras tergiversa­das del régimen sobre el Covid-19, planteó. Antes de atenderla como asunto de salud pública, Venezuela la “asumió” como lío “de seguridad exterior” al militariza­r fronteras, añadió. La CIDH expresó “consternac­ión” porque en Ecuador desapareci­eron cadáveres y lamentó los arrestos ilegales ejecutados por policías y militares de El Salvador contra “múltiples personas” con el alegato de que violaron el toque de queda.

Los hospitales de Honduras “no contaban” con equipos de biosegurid­ad y camas suficiente­s y “muchos pacientes” debieron “esperar por horas en sillas antes de ser atendidos”, detalló.

Ningún gobierno aludido respondió todavía a la CIDH. “Hay gran responsabi­lidad en los gobiernos que no tomaron con seriedad el problema y son culpables de miles de muertes”, declaró a este periódico el salvadoreñ­o Miguel Montenegro, director ejecutivo de la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador.

“El sistema de justicia de cada país debe funcionar o, de lo contrario, acudir al sistema interameri­cano y al universal. Esto no debe quedar en impunidad, que le hace mucho daño a la democracia en América Latina y el Caribe”.

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El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, el pasado 24 de marzo. Descartó el aislamient­o y convocó a aglomeraci­ones en el país.

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