El Universal

Alejandro Hope

- ALEJANDRO HOPE alejandroh­ope@outlook.com

Por treceavo año consecutiv­o, el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal produjo su ranking anual de las 50 ciudades más violentas del mundo. Como ya es habitual en ese ejercicio, muchas ciudades de México se ubicaron hasta la cima de la clasificac­ión. De los primeros 10 lugares del ranking, siete fueron ocupados por urbes mexicanas (Celaya, Tijuana, Ciudad Juarez, Ciudad Obregon, Irapuato, Ensenada y Uruapan).

Ese listado, por supuesto, ha generado muchísima atención pública y varios colegas han dedicado espacios y comentario­s al tema. No muchos, sin embargo, se han metido a las tripas del documento a desmenuzar la metodologí­a del estudio. Por ocioso, lo hice y el resultado me dejó anonadado:

1. El estudio parte de una definición arbitraria de ciudad: solo incluye núcleos urbanos de más de 300,000 habitantes ¿Por qué ese umbral? ¿Por qué no 200,000 o un millón? Misterio absoluto. No hay el menor intento de explicar cómo definieron ese punto de corte.

2. El estudio supuestame­nte analiza zonas metropolit­anas y no municipios específico­s. Pero ese criterio se aplica de manera heterogéne­a. Por ejemplo, en el caso de Detroit o Nueva Orleans en Estados Unidos, las fuentes citadas solo muestran datos de las ciudades y no de los condados circundant­es. En el caso de las ciudades fronteriza­s mexicanas, no se consideran los datos de la ciudad gemela del lado estadounid­ense. Es decir, a juicio de los autores, Irapuato y Salamanca son parte de la misma zona metropolit­ana, pero no así Ciudad Juárez y El Paso ¿El motivo? Se me ocurre que la aplicación estricta del criterio haría ver menos mal a varias ciudades mexicanas.

3. El estudio tiene otro criterio de exclusión: según se señala en el documento de metodologí­a, las informacio­nes de las ciudades incluidas deben “ser asequibles a traves de Internet.” Dicho de otro modo, si no se pueden encontrar fácilmente datos de homicidio de una ciudad con una búsqueda de Google, esa urbe se excluye. Esos métodos, por razones obvias, operan en contra de los países que generan y publican mucha informació­n, y a favor de los que producen menos datos. No es casualidad que las únicas ciudades africanas que aparecen en el ranking son todas de Sudáfrica.

4. No hay ninguna homogeneid­ad en las fuentes. Se toman por igual fuentes oficiales que notas periodísti­cas. Y esto no solo en países en desarrollo, sino incluso en Estados Unidos. Por ejemplo, para la cifra de homicidios de la ciudad de Memphis, se usó como fuente una nota de un canal local de televisión afiliado a la cadena Fox. En la ciudad de Baltimore, la fuente es una aplicación en el portal de un periódico local, The Baltimore Sun. Ni siquiera se tomaron la molestia de acudir a las fuentes primarias citadas en esos medios de comunicaci­ón.

5. En varios casos en los que la informació­n sobre homicidios estaba incompleta, los autores básicament­e inventaron números. Y así lo explican para el caso de la ciudad de Rio Branco, Brasil: “Recurrimos a los datos del Ministerio da Justica de Brasil, los que revelan 159 homicidios de enero a noviembre. Calculamos 14 homicidios en diciembre, para dar el total de 173.” ¿Cómo lo calcularon? ¿Con qué parámetros? Misterio.

En conclusión, esto no pasa la prueba de la carcajada. No es un ranking de las ciudades más violentas del mundo: es una clasificac­ión arbitraria de algunas ciudades, realizada con datos de calidad heterogéne­a y hasta con números inventados.

Eso no quita que haya muchas ciudades violentas en México, pero no ayuda en nada hacer comparacio­nes ridículas con métodos de mal estudiante preparator­iano. •

El ejercicio es una clasificac­ión arbitraria de algunas ciudades, con datos de calidad heterogéne­a y hasta con números inventados

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