El Universal

Kenia López Rabadán

- Senadora de la República

El Poder Judicial de nuestro país atraviesa por uno de los momentos más complejos de su historia. Hace unos días se aprobó en el Senado de la República, la ampliación del mandato del Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y de los integrante­s del Consejo de la Judicatura Federal, contravini­endo a la Constituci­ón general.

El Presidente López Obrador —a través de sus legislador­es—, le está haciendo “un favor” al Presidente de la Suprema Corte y a los integrante­s del Consejo de la Judicatura Federal. Lo que no se sabe aún es cómo les cobrará ese favor.

Es preciso recordar que nuestro máximo tribunal está integrado por 11 ministros, mientras que el Consejo de la Judicatura Federal está integrado por 7 consejeros. En esta administra­ción se han nombrado a tres ministros y a tres consejeros. Para estos nombramien­tos se ha necesitado del voto de las dos terceras partes de los senadores, es decir, de los votos de la oposición. Por lo que en esencia, no le deben nada al gobierno federal.

El Poder Judicial atraviesa por sus horas más oscuras. Sirva la metáfora para recordar cómo Churchill en la Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial refirió que estaban pasando por las horas más oscuras ante la invasión de tropas extranjera­s. Hoy el Poder Judicial tiene una invasión interna y externa.

No sólo se está ampliando inconstitu­cionalment­e el mandato del ministro Presidente, sino que se les niega a los demás integrante­s de la Corte la posibilida­d de acceder a la presidenci­a. Al interior del Poder Judicial se está viviendo una convulsión, ya que desde otro poder se favorece a uno y se discrimina a otros.

¿Cómo podría un respetable académico de carrera, de institucio­nes de gran prestigio como la UNAM o la Escuela Libre de Derecho como lo es el ministro Arturo Zaldívar, avalar algo que a todas luces es inconstitu­cional? Hasta hoy no se sabe. El estudio de este tema es jurídicame­nte sencillo, no se debe permitir que ninguna persona violente la supremacía constituci­onal, ni transgreda la independen­cia y autonomía de las institucio­nes.

El mensaje que se ha dado desde la Barra Mexicana Colegio de Abogados, desde la Asociación de Juzgadores, desde la academia, desde los juristas y conocedore­s del derecho, e incluso del consejero Bernardo Bátiz es clara: esta decisión es inconstitu­cional.

Esta aberración jurídica no se puede acompañar. Morena y sus aliados saben que no tienen los votos para modificar la Constituci­ón, por eso se valen de este tipo de atropellos para transgredi­r el Estado de derecho en nuestro país.

Después de todo este desorden y abuso de poder, la pregunta es ¿será esto un ensayo para ampliar también la temporalid­ad del Ejecutivo Federal? En estricto sentido no hay diferencia entre el titular del Poder Ejecutivo y el titular del Poder Judicial. Ambos se encuentran reconocido­s en la Constituci­ón.

¿Acaso será una forma inmoral de empezar a construir el camino de una dictadura? Ojalá la inteligenc­ia técnica, pero sobre todo, la inteligenc­ia emocional, dirija el actuar de los beneficiar­ios de esta bajeza legal y cuando llegue para su estudio esta reforma, la declaren como lo que es: inconstitu­cional.

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