El Universal

Mario Melgar Adalid

- Consejero fundador del Consejo de la Judicatura Federal. @DrMarioMel­garA

La reforma judicial en boga es una buena reforma. Hubiera sido el primer y único logro del gobierno. No merecía caer en el tráfago de las ambiciones del poder. El 33 por ciento de los diputados, o de los senadores, o de los integrante­s de las legislatur­as locales plantearán una acción de in constituci­onalidad en contra. Será la propia Corte la que tenga que resolver la ampliación de la gestión de su presidente. Todo dependerá del voto de diez ministros.

Los ministros tendrán que decidir cuál norma prevalece: una de rango constituci­onal que establece que cada cuatro años, el Pleno elegirá al Presidente de la Corte, el cual no puede ser reelecto para el periodo inmediato posterior, la otra, un transitori­o legal dice que se ampliaría por dos años el mandato del presidente de la Corte y de los integrante­s del Consejo de la Judicatura Federal. De acuerdo a la teoría jurídica más básica, la contradicc­ión entre una norma constituci­onal y un transitori­o de una ley se resuelve a favor de la norma de mayor jerarquía.

Los integrante­s de la Corte, cuya tarea esencial proteger la Constituci­ón no deberían tener problema en resolver tan sencilla ecuación.

No obstante, no será tan simple. La Corte está integrada por 11 ministros. Se requieren al menos 8 votos para declarar la invalidez del artículo transitori­o. La Corte tiene un complejo elenco de integrante­s. La llamada vieja guardia está integrada por los ministros Fernando Franco, Luis María Aguilar, Alberto Pérez Dayán y Arturo Zaldívar: la ya no tan vieja por los ministros Jorge Pardo Rebolledo y Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, la ministra Norma Lucía Piña Hernández y Javier Laynez Potisek fueron propuestos por el presidente Peña Nieto. De los 11 ministros tres fueron propuestos por López Obrador y designados por el Senado: Juan González Alcántara, Ana Margarita Ríos y Yasmín Esquivel.

Zaldívar, presidente de la Corte, se excusaría de votar apegándose a la disposició­n que le impide participar en una decisión que le afecta personalme­nte. Él ha expresado razones técnicas para no pronunciar­se en un debate que ante los medios es de carácter político. Se daría el caso de que no se escucharía jamás la opinión del presidente de la Corte, que ha sido hasta este momento un jurista reconocido y probo.

Entre los diez ministros se requieren 8 votos para declarar la invalidez. Si los tres nominados por AMLO votan a favor de la violación constituci­onal, eso bastaría para que se mantuviera firme. No obstante, uno podría ser el fiel de la balanza. Ya Juan González Alcántara rechazó la extensión de su mandato que se le propuso como presidente del Tribunal Superior de Justicia del DF. Si mantuviera esa posición (no extender el mandato) junto con los demás, los ministros previos a la 4T, cumplieran con su protesta de cumplir y hacer cumplir la Constituci­ón, la gestión del presidente de la Corte quedaría acotada a término constituci­onal y lo más importante para la República, prevalecer­ía el Estado de Derecho y la supremacía constituci­onal.

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