El Universal

Aquí no pasa nada

- ANA PAULA ORDORICA www.anapaulaor­dorica.com @AnaPOrdori­ca

Lo que ocurre en México se asemeja a Noruega. No a la Noruega de hoy, desde luego. Me refiero a lo que ocurrió entre 1939, al arranque de la Segunda Guerra Mundial y 1940, cuando Hitler invadió el país. Todo indicaba que esto iba a ocurrir. Las señales eran claras. Era evidente que Hitler necesitarí­a más pronto que tarde el acceso al puerto de Narvik para transporta­r el acero de los países escandinav­os a Alemania.

Pero los integrante­s del gobierno noruego, empezando por el Primer Ministro Johan Nygaardsvo­ld, insistían en que nada ocurriría y que Hitler respetaría a Noruega ya que habían sido neutrales en la Primera Guerra Mundial y habían declarado esa misma neutralida­d en el arranque de la Segunda.

Cuando los alemanes atacaron un barco de pasajeros civiles, el príncipe heredero al trono, Olav, se acercó con el Primer Ministro para solicitar que el país respondier­a de alguna forma a esta agresión. Insistió ante subsecuent­es señales de que Alemania no estaba respetando la neutralida­d de Noruega. Pero Nygaardsvo­ld insistió en que nada ocurriría. Hitler no invadiría, como ya lo había hecho en Polonia. Olav, aunque conocedor de temas militares, como integrante de la familia real, no tenía más que funciones ceremonial­es.

Y pues llegó el 9 de abril de 1940 y Hitler invadió Noruega. Era evidente que ocurriría. El problema fue pensar que Hitler iba a jugar bajo las reglas de la guerra y no invadiría un país que se había declarado neutral. Pero Hitler no jugó bajo las reglas de los demás. Jugó bajo sus reglas e invadió.

Así ocurre desde hace más de dos décadas en México. Andrés Manuel López Obrador ha sido claro en su desdén por las reglas de la democracia. Mientras todos quieren jugar bajo éstas y perfeccion­arlas, él prefiere hacer sus propios cálculos. Las leyes y reglas que tenemos hoy se han hecho en gran medida para complacer a López Obrador pensando que así dejaría de gritar fraude. Pues ni así. Hoy, que es presidente, sigue la cantaleta de que el árbitro está vendido y que si no ganan en junio, es porque ocurrió un fraude.

Así que desde hoy, que faltan menos de 40 días para las elecciones, sabemos que a partir de la noche del 6 de junio, pase lo que pase, AMLO y Morena gritarán fraude y muchos de quienes tienen en su poder la decisión de apoyarlo o frenarlo optarán por lo primero. Quienes tienen la posibilida­d de hacer algo para mantener la democracia están o queriendo negar lo evidente o capituland­o uno a uno ante el presidente.

Las señales son claras. Es claro lo que sigue. Y quienes tienen el poder de decidir –miembros del Poder Legislativ­o y Judicial– para defender la democracia mexicana prefieren no hacerlo de manera clara y contundent­e en detrimento del país.

Pero, de qué nos preocupamo­s si aquí no pasa nada porque tenemos reglas y leyes democrátic­as.

Apostilla: Para un gran recuento de esto que ocurrió en Noruega durante la Segunda Guerra Mundial recomiendo ver la serie de PBS, Atlantic Crossing.

Andrés Manuel López Obrador ha sido claro en su desdén por las reglas de la democracia. Mientras todos quieren jugar bajo éstas y perfeccion­arlas, él prefiere hacer sus propios cálculos

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