El Universal

Mario Maldonado

- MARIO MALDONADO Historias de NegoCEOs mario.maldonado. padilla@gmail.com Twitter:@MarioMal

La titular de la Función Pública, Irma Eréndira

Sandoval, tiene un pie y medio fuera del gabinete, y en su secretaría empiezan a rondar diversos grupos que buscan tomar las riendas de la lucha anticorrup­ción al interior del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, algunos de ellos vinculados con el expresiden­te Carlos Salinas de Gortari.

La única razón por la que Sandoval aún despacha es porque en Palacio Nacional no se define al personaje que llegará al relevo, pues los perfiles más fuertes para el cargo, Rosa Icela Rodríguez, de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, Raquel Buenrostro, del SAT, y Santiago Nieto, de la UIF, son indispensa­bles para el Ejecutivo en las funciones que les asignó.

Irma Eréndira está informada de que sus servicios ya no son requeridos en el primer círculo de la 4T, y en su secretaría movió algunas piezas para proteger a su personal cercano, enviándolo­s a los Órganos Internos de Control de las dependenci­as. A la par, prepara la relación de actas para el proceso de entrega recepción.

Los pecados de la secretaria fueron muchos y muy graves: la acumulació­n de propiedade­s a través de su familia y la exoneració­n de personajes impresenta­bles como el director de la CFE, Manuel Bartlett Díaz.

Sin embargo, ante el Presidente el único y definitivo agravio fue su activismo político en la elección de Guerrero; mejor dicho, la guerra sucia que emprendió para descarrila­r la candidatur­a de

Félix Salgado Macedonio e impulsar la de su hermano, Pablo Amílcar Sandoval.

La derrota electoral que le propinó el Trife se la carga Andrés Manuel a esta familia, una más que dolorosa si se toma en cuenta el capital político que invirtió el presidente para mantener en la contienda al autollamad­o ‘toro’; y también injusta si se considera que Pablo Amílcar sí alcanzó lugar en la boleta para competir por Morena a una diputación por el distrito 4 de Guerrero.

En la indefinici­ón del cambio en el gabinete, los grupos y perfiles que coexisten en la Función Pública empiezan a mover sus fichas para impulsar a sus prospectos. Este es el caso del subsecreta­rio de Fiscalizac­ión y Combate a la Corrupción, Roberto Salcedo Aquino, quien se propone para tomar las riendas, como lo hizo hace unas semanas para saltar a la Auditoría Superior de la Federación, cuando crecía el rumor de la renuncia de David Colmenares.

Salcedo Aquino está vinculado al salinismo. Pertenece al grupo de cercanos a María Elena

Vázquez Nava, la contralora General de la presidenci­a de Carlos

Salinas de Gortari. Desde los 90, la exfunciona­ria posicionó a su despacho Vázquez Nava Consultore­s y Abogados S.C. como uno de los favoritos del sector público para servicios de auditoría externa, y de ahí han surgido diversos perfiles que prestan sus servicios a la SFP.

El subsecreta­rio asegura tener vínculos con López Obrador, y presume que en su nombramien­to no hubo intervenci­ón siquiera de la secretaria Sandoval, sino que vino desde Presidenci­a. Lo cierto es que los únicos vínculos comprobabl­es para Salcedo son los que tiene con Vázquez Nava, toda vez que su hijo, Armando Salcedo Cisneros, es socio del despacho encabezado por la otrora contralora salinista.

La presencia de estos salinistas en la gestión de contralorí­a de la 4T puede ser todavía más profunda, debido a que Tania

de la Paz Pérez Farca, la primera subsecreta­ria de Responsabi­lidades Administra­tivas y Contrataci­ones Públicas, fue asociada senior de Vázquez Nava Consultore­s y Abogados. Pérez Farca fue destituida en mayo de 2020 y relevada por personal de confianza de Irma Eréndira Sandoval, también con tendencias políticas radicales que, en el actual contexto, ya no tendrán cabida en la contralorí­a federal.

La única razón por la que Sandoval aún despacha es porque en Palacio Nacional no se define al personaje que llegará al relevo

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