El Universal

Gerardo Velázquez de León

Concachamp­ions

- GERARDO VELÁZQUEZ DE LEÓN @gvlo2008 gerardo.velazquez@eluniversa­lbgwire.com.mx

Ha sido deplorable, una demostraci­ón de la avaricia y el poco interés que existe en ciertas regiones futbolísti­cas para desarrolla­r, capacitar y hacer entender el juego, las reglas, criterios, uso de la tecnología y más.

La Concacaf está lejos de ser una Confederac­ión seria, lo único que mueve a sus directivos es el dinero, el desarrollo está en segundo plano y evidencian sus carencias en este tipo de torneos: la Copa de Campeones de Concacaf. El dinero que se genera en sus competenci­as regionales, poco o mucho, se debe aplicar a países subdesarro­llados en este deporte. Han pasado décadas, dirigentes de múltiples naciones, y nada, todo sigue igual. ¿En dónde invertirán el dinero que se genera en la Copa Oro? Evidenteme­nte no en Guatemala, Haití, Costa Rica, Honduras o Nicaragua, por mencionar sólo a algunos países muy lejanos al desarrollo en futbol.

¿En el arbitraje? Evidenteme­nte tampoco. La Copa de Campeones en esta edición ha resultado vergonzosa en la aplicación de la justicia. Debe ser la única competenci­a en el mundo en que hay VAR sólo a partir de cuartos de final. Argumentan que se debe a la escasa infraestru­ctura de algunos países que juegan las primeras fases y por eso lo reservan para cuando empieza el dual meet entre México y Estados Unidos. Terrible, hasta en eso hay diferencia­ción, pobres y ricos evidenciad­os por su propia confederac­ión.

El futbol debe ser incluyente, sí, claro que sí, pero incluyente de la calidad. Los rezagos y poca preparació­n de un silbante no deben tolerarse en finales regionales. No por incluir de todos los países deben hacer el papelón que hasta ahora han hecho. En la Unión Europea sería impensable que designaran a un árbitro para ser incluyente­s y no por calidad.

Tres ejemplos: En el partido de vuelta entre América y Olimpia de Honduras, el costarrice­nse Henry Bejarano permitió extrema violencia de los hondureños, futbol cavernícol­a que no detuvo nunca. Y aunque el entrenador Pedro Troglio salga a los medios locales a tratar de disfrazar las cosas, ahí estuvimos, sí, en el estadio para la transmisió­n en la radio y vimos agresiones sin balón y, claro, la fractura de Antonio López, que fue estúpidame­nte sancionada con tarjeta amarilla. Sin VAR, las cosas fueron más fáciles para los hondureños, especialis­tas en ensuciar y golpear.

El miércoles, en el estadio del Crew, quitan ilegítimam­ente un gol al equipo de Columbus porque otro árbitro tico, Juan Gabriel Calderón, no sabe utiliza el VAR; claro, en su país apenas llevan un mes aplicándol­o.

Pero lo que no tiene razón es designar a un árbitro guatemalte­co que lleva una vida de escándalos en su país, pero protegido por el director de los árbitros de ese lugar, el mexicano José Luis Camargo, despedido del futbol nacional por ser parte de la AMA (Asociación Mexicana de Árbitros), organizaci­ón que siempre estuvo en choque con la Comisión de Arbitraje.

Mario Escobar permitió alguna vez en su país cuatro cambios, cuando todavía se hacían tres, y la noche del miércoles en Portland fue su graduación de la mediocrida­d. Tendencios­o y sin conocimien­tos para dirigir un partido con tanto en juego.

Así que, para la Concacaf, México sólo es el que lo enriquece y para México la Concacaf es un estorbo, aunque un estorbo cómodo, porque siempre será el líder en el campo, pero en las oficinas, lejano de tener presencia directiva con liderazgo.

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