El Universal

SABINA BERMAN

- SABINA BERMAN

“El costo de la pantomima en Guerrero ha sido inmenso para Morena y el Presidente. Por lo pronto ambos ya perdieron el derecho a llamarse superiores moralmente”

El INE canceló la candidatur­a de Félix Salgado al gobierno de Guerrero, porque a su decir “no presentó el reporte de sus gastos de precampaña”. 19 mil pesos en total.

Falso. Acá quien esto escribe le guiña a usted, el lector, la lectora, el ojo: usted y yo sabemos que la causa fue otra.

Según lo explicó la consejera del INE, Adriana Favela, no fueron pocos los candidatos de los distintos partidos que no presentaro­n tal informe de los gastos de precampaña. Solo en el mismo territorio de Salgado, en Guerrero, no lo presentaro­n seis de los siete candidatos.

De hecho, el único candidato que sí lo presentó fue el de las Redes Sociales Progresist­as, Ambrosio Guzmán, que por tanto merecería desde ahora ya ser nombrado gobernador o ser desterrado de México, por desadaptad­o.

—Váyase –lo despediría­n en la frontera los policías. –Acá no necesitamo­s gente hacendosit­a.

En realidad, daban igual las cuentas. Se trataba de agradar al graderío, donde las mujeres del país, que se habían comprometi­do a no dejar subir a la gubernatur­a a un presunto violador, esperaban ansiosas el dictamen del INE.

Así que en una larguísima sesión de zoom, los consejeros, usando un lenguaje técnico y primorosam­ente articulado, con sus diplomas de graduación de facultades de ciencias políticas a las espaldas, fueron justifican­do su voto para solo cancelar a Salgado, y exonerar a los otros candidatos omisos.

Los recompensó la ovación de las mujeres: mientras se tapaban con la mano izquierda un ojo, para no ver la simulación, lanzaron un aleluya que llegó al cielo. Como me lo explicó una espigada y rubia señora, una copa de martini en la diestra:

—Me vale como haya sido. La cosa es que echaron pa’ trás al violador.

Oh sí, se sonrieron los políticos de la Oposición, los otros beneficiad­os del dictamen, tapándose igual un ojo.

Paralelame­nte, Morena había simulado en la misma medida. Cuando afloraron las acusacione­s contra su candidato, Morena prometió que estaría al nivel de su promesa de ser un partido distinto, uno que se rige por el idealismo y no por el burdo pragmatism­o. Y entonces procedió a fallarse a sí misma de manera lenta, pública y aparatosa.

Para esclarecer­la culpabilid­ad de Salgado, realizó un juicio al que no asistieron ni los comisionad­os de su Comisión de Honorabili­dad y Justicia, ni las presuntas víctimas del abuso sexual, salvo una sola: Basilia Castañeda, aunque sí se apersonó Salgado, que declaró a puerta cerrada quién sabe qué y quién sabe ante quiénes.

El costo de la pantomima ha sido inmenso para Morena y el Presidente. No irreparabl­e pero sí provisiona­lmente inmenso. Por lo pronto Morena y el Presidente perdieron el derecho a llamarse superiores moral mente. Como me lo expresó una more nis ta en voz baja:

—Desde el affair Salgado, hablar de la moral superior de Morena suena hueco. Se perdió ese encantamie­nto.

A continuaci­ón, y como es sabido, el Tribunal Electoral ratificó la sentencia contra Salgado y con gran solemnidad los opinadores de los medios han venido esta semana celebrando que “la Justicia ha prevalecid­o”, que “habemus contrapeso­s al poder de Morena” y que “podemos presumir de ser una Democracia”. Todos ellos muy serios y con doctorados en teoría política y hablando a la cámara con una mano tapándose un ojo.

Es el turno de Morena en esta comedia de tuertos. Para suplir a Salgado en la candidatur­a, Morena realizó ayer una encuesta interna expedita, consistent­e en que todos sus miembros cerraran un ojo; al reabrirlo sucedió algo extraordin­ario: todos y cada uno declararon ganadora a otra Salgado, la hija de Salgado.

En un mes los votantes de Morena irán a las casillas electorale­s cada uno con su cubrebocas adaptado como un parche para taparse un ojo, tacharán en la boleta un logo bajo el cual aparece un nombre falso, que esconde el nombre de un presunto violador, y cuando la joven Evelyn entre a la casa de gobierno de Guerrero, encontrará en la alberca techada nadando a su padre, y ambos Salgados soltarán sendas risotadas.

Y usted y yo, estimado lector, lectora, admitiremo­s con una sobriedad triste que seguimos viviendo en la cultura del engaño. O bien, adaptaremo­s nuestra mascarilla para la boca como parche para un ojo, no vayan a deportarno­s del país por no unirnos a la farsa.

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