Campañas huecas
Tal parece que los candidatos y candidatas que están pidiendo el voto ciudadano decidieron, en su enorme mayoría, sumarse a la vacuidad que ha caracterizado a la política mexicana desde hace algunos años: promueven su imagen y su nombre en medio de un enorme vacío de propuestas. Nos piden que votemos por ellos, como si fuéramos a expedir una especie de cheque en blanco, ya que no sabemos qué es lo que se proponen hacer en caso de resultar electos.
La política se ha vaciado de contenido y ahora se privilegia la imagen de los candidatos, su capacidad fotogénica o su afiliación a determinado partido. Estamos ante un vacío enorme de ideas, de propuestas, de postulados. Vamos a ir a las urnas a ciegas.
Eso va a permitir que tengamos solamente una ventaja: nos va a quedar claro contra lo que hay que votar, más que aquello que verdaderamente sea una elección consciente y positiva.
Hay quienes han señalado que en realidad va a ser un plebiscito sobre el desempeño del Presidente de la República, pero me parece que en mucho va a influir la política local y el conocimiento que la gente tenga de los candidatos que buscan ganar en las elecciones locales. El llamado “factor López Obrador” va a ser relativo.
No falta mucho para el 6 de junio, pero todavía tenemos tiempo para intentar exigirles a los candidatos que más allá de enseñarnos sus (ridículos) pasos de baile o su vocación de tiktokeros, nos digan qué piensan hacer si ganan la elección y cómo van a materializar sus propuestas, en caso de que tengan alguna.
Por otro lado, están los temas del cada vez más lejano Estado de derecho. Los políticos mexicanos nunca se han caracterizado por su apego a la legalidad, pero lo que hemos visto rebasa toda proporción. Ha habido un ataque sistemático y deliberado contra varias de las instituciones autónomas del Estado que se encargan de proteger nuestros derechos y se pueden advertir claros signos de tentaciones autoritarias fuertemente regresivas. Ningún ciudadano, cuando esté frente a la boleta electoral, debería olvidar que también ese tema importa e importa mucho.
De los partidos es probable que no podamos esperar mucho más, pues están enfrascados en una lucha desnuda por el poder, a fin de obtener los beneficios de vivir a costa del presupuesto público. La única opción viable para superar el abismo en el que estamos es una reacción ciudadana: un voto no solamente responsable, sino sobre todo bien pensado, que mande un mensaje claro respecto a cómo debería ser el país que queremos. Si ellos no pudieron, debemos poder enviar nosotros ese mensaje.