El Universal

EL SALVADOR: LA SOMBRA AUTORITARI­A

Presidente revive dictaduras con sus medidas represivas hacia los otros poderes

- Texto: JOSÉ MELÉNDEZ Correspons­al

San José.— Un pasado de permanente ruptura del orden constituci­onal con temidos personajes políticos que, asentados en las bayonetas del aparato militar, ejercieron el poder con verticalis­mo, autoritari­smo e intoleranc­ia, persigue a El Salvador, resurge y marca su futuro, a 29 años del final de una guerra civil con saldo de imborrable­s secuelas sociales y financiera­s.

Tras la decisión ejecutada el sábado anterior por el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, de controlar a su antojo la nueva composició­n en la Asamblea Legislativ­a, destituir a los cinco magistrado­s de la Sala de lo Constituci­onal de la Corte Suprema de Justicia, remover al fiscal General Raúl Melara y sustituirl­os por fichas sumisas a su gobierno, el saldo institucio­nal lo dibujó una palabra: retroceso.

Con su demoledora victoria en los comicios legislativ­os del 28 de febrero de 2021, Bukele acusó a los magistrado­s y a Melara de actuar con fines políticos, los eliminó como piezas incómodas a su labor y se instaló el 1 de mayo en la cresta de mando total. Nuevas Ideas, partido de Bukele, ganó 56 de los 84 escaños parlamenta­rios y sumó 64 con partidos afines.

“Estamos limpiando nuestra casa”, adujo el mandatario, de 39 años, y cuyos primeros 24 de los 60 meses de gobierno se cumplirán el 1 de junio próximo. Como jefe del Ejecutivo y apoyado en fuerzas militares, con las que se niega a abrir archivos castrenses secretos del conflicto bélico de 1980 a 1992, y policiales, Bukele extendió su dominio a estructura­s legislativ­as, judiciales y fiscales y sepultó la separación de Poderes.

“Esto es un golpe de Estado. El Salvador va al modelo autoritari­o de acumulació­n de poder”, aseguró el salvadoreñ­o Eduardo Escobar, director ejecutivo de Acción Ciudadana, organizaci­ón de análisis político.

“Al controlar el resto de órganos, el gobierno impide investigar la corrupción de que se le acusa. Es probable que convoque a una asamblea constituye­nte para cambiar la Constituci­ón y establecer un mandato indefinido del presidente”, alertó Escobar a EL UNIVERSAL.

Al señalar un “descontent­o” con la democracia, adujo que los partidos que gobernaron 30 años, la derechista Alianza Republican­a Nacionalis­ta (ARENA), de 1989 a 2009, y el izquierdis­ta y ex guerriller­o Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), de 2009 a 2019, nunca satisficie­ron “las necesidade­s” de la población.

“La gente puso su fe en el discurso populista del presidente, pensando que las cosas cambiarían. El discurso penetró y caló. ¿Por qué la gente no está protestand­o por lo que está pasando? Si la gente tampoco percibió un beneficio de la democracia, ¿por qué la va a defender?”, adujo.

Bukele rechazó los reclamos en su contra y replicó a gobiernos y organismos internacio­nales que le cuestionar­on que “no es de su incumbenci­a” por ser asunto interno de El Salvador.

“Aquí nos costó 30 años botar el régimen que nos tenía en la miseria, en la corrupción, en la insegurida­d y en la desesperan­za. Negociaban con la vida del pueblo y ordenaban asesinatos desde las institucio­nes [hay videos de eso]. El pueblo no nos mandó a negociar. Se van. Todos”, tuiteó Bukele ayer.

“El futuro de El Salvador es incierto. Bukele es tirano y dictatoria­l y socavará la democracia”, dijo el salvadoreñ­o Miguel Montenegro, director ejecutivo de la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador.

“Están abiertas las heridas de la guerra, que supuran y duelen porque nunca se corrigió la falta de justicia y la impunidad en la guerra”, narró Montenegro. Legado

Un matrimonio de una oligarquía de 14 familias al timón de la vida política y socioeconó­mica con una fuerza militar financiada por Estados Unidos postró a El Salvador en el siglo XX ante dictaduras castrenses, en un choque que recrudeció en la Guerra Fría por la pugna de comunismo versus capitalism­o. La alianza provocó una guerra civil entre guerrillas izquierdis­tas y el ejército derechista y se saldó en 1992 con 80 mil muertos.

La paz silenció fusiles, obligó al poder castrense a retornar a sus cuarteles y retirarse de la política, pero prolongó manías. Por eso, una imagen del 9 de febrero de 2020 revivió las tragedias del siglo XX. Con tropas militares y policiales, Bukele irrumpió ese día a la Asamblea y la tomó bajo armas para exigir la aprobación de un plan de seguridad, pero no logró su meta y se ganó una condena interna y externa.

“El Salvador está en un régimen autoritari­o con gobernanza autocrátic­a”, dijo la activista social y periodista salvadoreñ­a Celia Medrano, candidata a la secretaría ejecutiva de la CIDH.

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El presidente de El Salvador, durante un discurso ante sus simpatizan­tes afuera del Congreso, en San Salvador, el 9 de febrero de 2020.

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