A AMLO le urge una nueva clase empresarial
Uno de los deseos de Andrés Manuel López
Obrador es que, al terminar su sexenio, haya emergido una nueva clase empresarial en el país. Su 4T incluye un relevo generacional de los multimillonarios mexicanos; una recomposición de la iniciativa privada, históricamente controlada por un puñado de hombres de negocios que dominan sus industrias y ejercen un gran poder económico y político.
La clase empresarial que el Presidente no quiere que se mantenga al final de su administración es la que nació o se encumbró con Carlos Salinas de
Gortari. Los cuatro hombres más ricos de México tienen concesiones del gobierno, producto de las privatizaciones del salinismo, que en buena medida son el origen de su fortuna. Carlos Slim Helú ha monopolizado los rankings de millonarios mexicanos durante la última década y media. Su emporio de telecomunicaciones, América Móvil, inició con la concesión de Telmex y luego explotó con la telefonía y el internet móvil, a través de Telcel. Si bien su fortuna se debe también a la diversificación hacia otros negocios, como la minería y el sector financiero, y a la internacionalización de sus marcas, no se explicaría sin la privatización de Teléfonos de México.
En marzo de 2019, López Obrador le puso fecha de jubilación a Slim. “Él quiere terminar su vida empresarial ayudando al crecimiento económico y al bienestar durante este sexenio. Eso fue lo que me ofreció”, dijo el Presidente. “A lo mejor estoy cometiendo una indiscreción, pero vale la pena expresarlo”, remató. ¿Por qué AMLO anunció públicamente el retiro del hombre más rico de México?
El viernes pasado, el Presidente celebró el relevo generacional en el Grupo BAL. “Me da mucho gusto, porque estamos hablando de una empresa que tiene décadas, un grupo que tiene décadas, 54 años de Alberto Baillères”, dijo en su conferencia matutina. El patriarca de la familia Baillères no es amigo de López Obrador; al contrario, fue uno de los empresarios que buscaron a toda costa evitar que llegara a la Presidencia. Además de Profuturo, GNP, Palacio de Hierro, Peñoles, Fresnillo y Petrobal, es fundador el ITAM, semillero de funcionarios “neoliberales” que el Presidente ha criticado férreamente. En el gobierno, Baillères ofreció a AMLO una comida en su casa en agosto de 2019, a la cual asistieron otros empresarios que también conspiraron para que no llegara a la Presidencia, como Eduardo Tricio, Daniel Servitje y Germán Larrea.
Otros empresarios que igual tendrían que estar pensando en la jubilación antes de que los arrase la 4T son Claudio X. González, de Kimberly Clark y decano del Consejo Mexicano de Negocios, quien habría tenido una participación importante en la supuesta campaña negra contra AMLO. Asimismo, otros que crecieron al amparo del priismo, como el ya defenestrado Alonso
Ancira, de Altos Hornos de México, y Valentín Díez Morodo, heredero del imperio de Grupo Modelo y actual presidente del Consejo de CitiBanamex, quien ha sido el artífice de la mayoría de los aterrizajes de grandes compañías de capital español en México. Por eso no es coincidencia que en el contexto de la anhelada abolición del “neoliberalismo”, época en la cual se crearon todos estos multimillonarios mexicanos, el Presidente busque ‘jubilar’ a algunos de sus máximos representantes.
AMLO está convencido de que debe emerger una nueva clase empresarial con nuevos liderazgos: la generación posneoliberal. Por ello, dijo convencido que la crisis detonada por el Covid-19 cayó como “anillo al dedo” a su Cuarta Transformación.
El problema es que los nuevos liderazgos no se ven por ningún lado.
La clase empresarial que el Presidente no quiere es la nacida con Salinas de Gortari