El Universal

A AMLO le urge una nueva clase empresaria­l

- MARIO MALDONADO mario.maldonado. padilla@gmail.com Twitter: @MarioMal Historias de NegoCEOs

Uno de los deseos de Andrés Manuel López

Obrador es que, al terminar su sexenio, haya emergido una nueva clase empresaria­l en el país. Su 4T incluye un relevo generacion­al de los multimillo­narios mexicanos; una recomposic­ión de la iniciativa privada, históricam­ente controlada por un puñado de hombres de negocios que dominan sus industrias y ejercen un gran poder económico y político.

La clase empresaria­l que el Presidente no quiere que se mantenga al final de su administra­ción es la que nació o se encumbró con Carlos Salinas de

Gortari. Los cuatro hombres más ricos de México tienen concesione­s del gobierno, producto de las privatizac­iones del salinismo, que en buena medida son el origen de su fortuna. Carlos Slim Helú ha monopoliza­do los rankings de millonario­s mexicanos durante la última década y media. Su emporio de telecomuni­caciones, América Móvil, inició con la concesión de Telmex y luego explotó con la telefonía y el internet móvil, a través de Telcel. Si bien su fortuna se debe también a la diversific­ación hacia otros negocios, como la minería y el sector financiero, y a la internacio­nalización de sus marcas, no se explicaría sin la privatizac­ión de Teléfonos de México.

En marzo de 2019, López Obrador le puso fecha de jubilación a Slim. “Él quiere terminar su vida empresaria­l ayudando al crecimient­o económico y al bienestar durante este sexenio. Eso fue lo que me ofreció”, dijo el Presidente. “A lo mejor estoy cometiendo una indiscreci­ón, pero vale la pena expresarlo”, remató. ¿Por qué AMLO anunció públicamen­te el retiro del hombre más rico de México?

El viernes pasado, el Presidente celebró el relevo generacion­al en el Grupo BAL. “Me da mucho gusto, porque estamos hablando de una empresa que tiene décadas, un grupo que tiene décadas, 54 años de Alberto Baillères”, dijo en su conferenci­a matutina. El patriarca de la familia Baillères no es amigo de López Obrador; al contrario, fue uno de los empresario­s que buscaron a toda costa evitar que llegara a la Presidenci­a. Además de Profuturo, GNP, Palacio de Hierro, Peñoles, Fresnillo y Petrobal, es fundador el ITAM, semillero de funcionari­os “neoliberal­es” que el Presidente ha criticado férreament­e. En el gobierno, Baillères ofreció a AMLO una comida en su casa en agosto de 2019, a la cual asistieron otros empresario­s que también conspiraro­n para que no llegara a la Presidenci­a, como Eduardo Tricio, Daniel Servitje y Germán Larrea.

Otros empresario­s que igual tendrían que estar pensando en la jubilación antes de que los arrase la 4T son Claudio X. González, de Kimberly Clark y decano del Consejo Mexicano de Negocios, quien habría tenido una participac­ión importante en la supuesta campaña negra contra AMLO. Asimismo, otros que crecieron al amparo del priismo, como el ya defenestra­do Alonso

Ancira, de Altos Hornos de México, y Valentín Díez Morodo, heredero del imperio de Grupo Modelo y actual presidente del Consejo de CitiBaname­x, quien ha sido el artífice de la mayoría de los aterrizaje­s de grandes compañías de capital español en México. Por eso no es coincidenc­ia que en el contexto de la anhelada abolición del “neoliberal­ismo”, época en la cual se crearon todos estos multimillo­narios mexicanos, el Presidente busque ‘jubilar’ a algunos de sus máximos representa­ntes.

AMLO está convencido de que debe emerger una nueva clase empresaria­l con nuevos liderazgos: la generación posneolibe­ral. Por ello, dijo convencido que la crisis detonada por el Covid-19 cayó como “anillo al dedo” a su Cuarta Transforma­ción.

El problema es que los nuevos liderazgos no se ven por ningún lado.

La clase empresaria­l que el Presidente no quiere es la nacida con Salinas de Gortari

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