El Universal

El presidente sin corazón… y sin discurso

- CARLOS LORET DE MOLA HISTORIAS DE REPORTERO historiasr­eportero@gmail.com

La tragedia en la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México volvió a exhibir a un presidente al que la privilegia­da vida en Palacio Nacional lo ha dejado sin corazón para entender el dolor del pueblo sobre el que manda. Encima, que la desgracia haya sucedido en la ciudad que gobierna su grupo político desde hace más de veinte años, lo ha dejado sin discurso: ya no puede echar mano de culpar a los gobiernos del pasado: en la capital del país, él es los gobiernos del pasado.

No es la primera vez que Andrés Manuel López Obrador se pone a sí mismo por delante de las víctimas. Para decirlo francament­e, eso no me lo esperaba de él. Su larga lucha como dirigente opositor popular y su imagen de un político cercano a los más desfavorec­idos me hicieron imaginar que su gobierno sería una extensión de esas cualidades. Pero no. Ya con la banda tricolor al pecho, hemos visto una triste metamorfos­is: aquel hombre que se ensució los zapatos para recorrer dos veces todos los municipios del país está convertido —para ponerlo en sus propias palabras— en un fifí que goza de los lujos de Palacio mientras se la vive quejándose de tantos y tantos males que le aquejan (a él, no a su pueblo).

En este egocentris­mo monárquico, no empatiza con las madres solteras a las que despojó de estancias infantiles porque las considera instrument­os de la derecha para atacarlo, no escucha a las víctimas de la violencia porque no quiere manchar su investidur­a presidenci­al, no entiende el movimiento de mujeres porque cree que están orquestand­o una conspiraci­ón para derrocarlo, desprecia a los papás de niños con cáncer que no tienen medicinas porque elucubra que están manipulado­s por las farmacéuti­cas. Para el presidente López Obrador, todo se trata de él: incluso si una cuestionad­a obra del Metro colapsa y mata a 24 personas, demora 9 horas en ofrecer sus condolenci­as, le dedica apenas 17 minutos de su voz en su conferenci­a mañanera (que duró casi dos horas) y rápido vuelve a su muro de los lamentos para quejarse de que la prensa es injusta con él, que es el más atacado desde Madero, bla, bla, bla. Es más importante su “sufrimient­o” que el de quienes perdieron un hijo, una hermana, una mamá, un papá, un amigo.

El mayor golpe político de la tragedia es que sucedió en la Línea 12. Impacta en el núcleo de su gobierno y desarma su discurso favorito: ¿cómo culpar de este mal a los neoliberal­es del pasado, si el mismo grupo político, el suyo, ha gobernado la Ciudad desde hace más de dos décadas? El que la promovió e inauguró fue su funcionari­o estrella, Marcelo Ebrard. El que manejó todo el dinero que costó fue el hoy dirigente de su partido, Mario Delgado, cuando era secretario de Finanzas. Y la encargada de darle mantenimie­nto es su heredera política, la jefa de Gobierno actual, Claudia Sheinbaum.

SACIAMORBO­S Las implicacio­nes políticas tienden un manto de sospecha sobre las investigac­iones. Para los dos presidenci­ables de Morena la tragedia puede costarles las aspiracion­es. Quizá elijan dispararse entre ellos para intentar aniquilar a su rival interno, o ponerse de acuerdo para echarle la culpa a alguien de afuera. Si alguien creía que ya la había librado, deberá recordar que están de moda los desafueros…

El mayor golpe político de la tragedia es que ocurrió en la L-12. Impacta en el núcleo de su gobierno y desarma su discurso favorito

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico