La santísima dualidad de AMLO
::::: Pese a las restricciones para no hacer expresiones político-electorales, ayer en su conferencia de prensa diaria, el presidente Andrés Manuel López Obrador denunció —“como ciudadano”, dijo— al candidato del PRI a la gubernatura de Nuevo León, Adrián de la Garza, por la presunta entrega de tarjetas con dinero en efectivo a cambio de votos. Así, se quitó por unos segundos la investidura de Presidente de la República y se transfiguró para que apareciera el simple ciudadano López. Nos hacen ver que, independientemente de que esta acción se podría señalar como una intervención ilegal en el proceso electoral, lo que llama la atención es esta dualidad de personalidades y la manera en que pueden alternarse. Nos hacen ver que se trata de un ciudadano muy privilegiado, que habla en un podio con el escudo nacional, en Palacio Nacional, con una trasmisión en tiempo real en medios oficiales. Además, es un ciudadano que aparece cuando es conveniente, pues un día, cuando se hace una pregunta sobre si se trata de un acto de nepotismo la entrega de la candidatura de Morena al gobierno de Guerrero a la hija de Félix Salgado, ni el Presidente AMLO, ni el ciudadano López Obrador salen a escena para responder, y otro día, cuando se trata de un candidato opositor, el ciudadano López Obrador sale al quite y hace comentarios sobre el proceso electoral que le están legalmente vedados al Presidente AMLO. El privilegio de tener una santísima dualidad.