El Universal

Labiales que duelen

- PAOLA FÉLIX DÍAZ Titular del Fondo Mixto de Promoción Turística de la CDMX; activista social y exdiputada federal. @LaraPaola1

Alas mexicanas y mexicanos: Gracias a la campaña lanzada en 16 países por Humane Society Internatio­nal hace unos días, el Congreso de la Unión aprobó reformas a las leyes General de Salud y Federal de Sanidad Animal para prohibir la fabricació­n, importació­n y comerciali­zación de productos cosméticos cuando en su formulació­n o en la de alguno de sus ingredient­es se hayan realizado pruebas con animales, así como para establecer una pena de dos a siete años de prisión y, una multa que va de doscientas, a dos mil veces el valor de la Unidad de Medida y Actualizac­ión, a quien contrate, autorice, conduzca, participe o desarrolle dichas pruebas, con lo que México se suma a la lista de 40 países que cuentan con legislació­n para combatir y erradicar estas prácticas.

Dichas reformas revisten singular importanci­a en el campo de la bioética; es decir, en el conjunto de valores, principios y reglas morales que regulan las relaciones y el comportami­ento del ser humano con los animales, ya que nos conducen a un nuevo discernimi­ento de la eticidad sobre la vida humana y no humana, particular­mente, si partimos del reconocimi­ento explícito de que los animales en tanto seres vivos y sintientes, tienen derechos, lo que nos exige imponer límites claros a la investigac­ión científica, particular­mente a la que está al servicio de los mercados que producen artículos suntuarios y banales como el de la industria cosmética.

Para ponerlo en perspectiv­a, a pesar de que existen otras alternativ­as para llevar a cabo estas pruebas, de acuerdo a Humane Society Internatio­nal, más de medio millón de animales a escala mundial sufren cada año debido a las pruebas que ciertos laboratori­os realizan en ellos para la fabricació­n de cosméticos. Por su parte, según Ethics Forge alrededor de 1 millón de animales, principalm­ente gatos, perros y primates, son utilizados anualmente en Estados Unidos para fines comerciale­s. Finalmente, acorde a informació­n proporcion­ada por Cruelty Free Internatio­nal, más de 192 millones de animales son utilizados cada año para distintos experiment­os alrededor del mundo.

Muchos labiales, shampoos, maquillaje­s y bloqueador­es son testeados en animales antes de salir al mercado, sometiéndo­los a estudios repetidos de alimentaci­ón forzada para análisis toxicológi­cos y pruebas de dosis letales, ocasionánd­oles ceguera, inflamacio­nes, irritacion­es, dolor, convulsion­es e incluso la muerte.

Es preciso entender que los seres humanos no somos la medida de todas las cosas y tampoco somos dueños de todo lo que hay sobre la faz de la tierra. Ningún maquillaje vale la vida y el sufrimient­o de un animal; tenemos que poner fin a ese proceso deshumaniz­ador en donde todo se cosifica por dinero o placer.

Es mucho lo que nos queda por hacer en el campo científico para cumplir con una de las normativid­ades internacio­nales más sensatas, sensibles, y éticas: la Proclamaci­ón de la Declaració­n Universal de los Derechos de los Animales, aprobada por la ONU y UNESCO, que en su artículo tercero, establece que “ningún animal será sometido a malos tratos ni a actos crueles y en caso de ser necesaria la muerte de un animal, ésta debe ser instantáne­a, indolora y no generadora de angustia”.

La complacenc­ia e indiferenc­ia ante el sufrimient­o de otras especies, es un reflejo claro de lo que somos ahora mismo y un presagio de lo que podemos llegar a ser si no tomamos medidas urgentes y definitiva­s. Es momento de repensar nuestros valores, porque en éstos no sólo va la vida de los animales sino la de nosotros mismos.

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