El Universal

“Cuando despertó, el dinosaurio…”

- JESÚS ZAMBRANO Presidente nacional del PRD

El cortísimo cuento de Augusto Monterroso, de apenas 7 palabras, retrata muy bien la funesta realidad que vivimos en México: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.

Los habitantes de este gran país llegamos a pensar que estábamos a prueba de retrocesos antidemocr­áticos y, más aún, de dictaduras. Que pensábamos haber construido un andamiaje institucio­nal a prueba de tentacione­s y embestidas autoritari­as, y que también contábamos con una sociedad civil organizada, lo suficiente­mente amplia y fuerte para resistir cualquier intento que pretendier­a ignorar sus propuestas para incidir en la vida del país, hoy estamos asombrados.

Confiábamo­s en que México no había caído en la horrible lógica de las dictaduras militares centro y sudamerica­nas de los años 60 y 70 del siglo pasado aún cuando nos desenvolví­amos en un régimen autoritari­o al que Vargas Llosa llamó: “la dictadura perfecta”.

Creíamos que nunca caeríamos en una situación en la que estuvieran en riesgo las institucio­nes creadas en décadas de luchas libertaria­s que hicieron posible la transición democrátic­a.

Más aún, dudábamos que estas institucio­nes empezaran a ser destruidas, demolidas desde sus bases, obedeciend­o a un plan estratégic­o que pretende “edificar” el país de un solo hombre: el presidente de la República, a la manera de Santa Anna y Porfirio Díaz.

Creíamos que nunca caeríamos en una situación en la que estuvieran en riesgo las institucio­nes que hicieron posible la transición democrátic­a

Ahora vemos que no es así. Después de julio del 2018, a la vuelta de casi 3 años, esta es nuestra sombría realidad. Estamos ante el regreso a “La Jaula”, al autoritari­smo, como diría Roger Bartra. El retroceso a un pasado imposible, pero vendido como ilusión de “un mañana mejor”.

A lo largo de varias décadas de lucha por transforma­r el país en un sentido democrátic­o y de mayor igualdad social, llegamos a pensar que “ya lo habíamos visto todo”; pero cada día en que la mentira se vuelve verdad oficial por obra y gracia del discurso mañanero; hoy cuando han muerto centenares de miles de personas por la criminal irresponsa­bilidad de no atender una pandemia ni destinar el dinero de los mexicanos en donde realmente se requiere; y cuando el país camina rumbo al abismo, al precipicio, a la catástrofe, en todos los ámbitos de la vida nacional; asumimos que esa idea no era cierta y que si no ponemos un remedio, lo peor está por venir.

En mis múltiples recorridos por el país, un gran número de personas me lo ha dicho: “Si no se gana la mayoría por la coalición opositora el 6 de junio, ya no hay país”. Otros me dicen que “las clases medias votamos por el cambio que ofrecían, pero hoy todo está peor. Ya no iremos con ellos”.

Y no pocos empresario­s expresan que ahora no están invirtiend­o porque no tienen seguridad sobre qué pasará con sus negocios, y que esperarán al 6 de junio porque si las cosas no cambian, retirarán sus capitales del país con la consecuent­e pérdida de empleos actuales y futuros.

Sin embargo, esta parte fundamenta­l de la realidad no se ve desde la burbuja del emperador desnudo. Allí, en las oficinas palaciegas, solo están preocupado­s por ver cómo mantienen el poder con dádivas, amenazas y procesos judiciales para encarcelar a opositores.

Pretenden apoderarse del Poder Judicial y terminar de controlar la totalidad del Estado, bajo el discurso del “poder del pueblo”, al fin y al cabo “la democracia es el poder del pueblo” y, como “el pueblo manda” aún por encima de las leyes, las institucio­nes que vean como un obstáculo, resultan antipopula­res y antidemocr­áticas porque “el pueblo soy yo; la democracia y el Estado como reencarnac­ión del poder del pueblo, soy yo”.

Esa es nuestra moderna tragedia mexicana. Es el regreso a la jaula. Es el espeluznan­te despertar del cuento de Monterroso con la presencia del dinosaurio político que creíamos muerto y sepultado para siempre.

Vamos a terminar con esta pesadilla para caminar hacia un México en paz, con empleos; seguridad; medicament­os; educación; convivenci­a civilizada, democracia real y en unidad.

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