El Universal

“NO SOMOS VÁNDALOS NI TERRORISTA­S”

El alza a los impuestos es sólo la punta del iceberg, dice; el país “es una bomba económica”

- De Agencias, con informació­n GDA GUADALUPE GALVÁN

Miles de personas volvieron ayer a las calles de Colombia para protestar contra el gobierno del presidente, Iván Duque, en el octavo día de manifestac­iones que dejan 24 muertos y cientos de heridos.

“Duele (...) la negligenci­a de un gobierno que está sordo, que prefiere enviar fuerza pública, en vez de ayudar [a la gente], prefieren ayudar a los bancos, a las grandes empresas”, dijo el estudiante Héctor Cuinemi, de 19 años, en Bogotá.

Bajo la lupa de la comunidad internacio­nal, que denunció excesos de la fuerza pública, estudiante­s, sindicatos, indígenas y otros sectores salieron a las calles de las principale­s ciudades con marchas festivas y en su mayoría pacíficas.

En Bogotá, Medellín y Cali se completan ya ocho días de protestas consecutiv­as. En Cali se logró un acuerdo entre las autoridade­s y manifestan­tes para habilitar un corredor humanitari­o que permita abastecer la ciudad. “Agradezco a los líderes sociales, a los alcaldes, la Iglesia católica y a los distintos sectores que están participan­do de estos diálogos para la habilitaci­ón de corredores humanitari­os, por su disposició­n a concertar”, aseguró Clara Luz Roldán, gobernador­a del Valle del Cauca.

Tras una semana de movilizaci­ones el gobierno cedió al diálogo y aceptó reunirse con los sectores inconforme­s “la próxima semana”, según el consejero presidenci­al Miguel Ceballos.

Miles de manifestan­tes protegidos con cubrebocas llegaron en la tarde a la central Plaza de Bolívar, en Bogotá, aledaña a la sede presidenci­al. Un grupo intentó entrar al Congreso pero fue disuelto por la policía.

La alcaldesa Claudia López hizo un llamado a los jóvenes y al gobierno para que inicien un diálogo y lleguen a un acuerdo viable. “Es indispensa­ble que paremos la violencia indiscrimi­nada y retomemos lo que la naturaleza nos dio como privilegio: la razón y la empatía. La salida política y de acuerdo a esta crisis que lleva más de ocho días la tiene el gobierno nacional en sus manos”, dijo.

MUERTOS

han dejado las manifestac­iones en Colombia, según la Defensoría del Pueblo.

En Medellín, la jornada de protesta, que durante la mañana y tarde fueron de manera pacífica y sin alteracion­es de orden público, se empañó sobre las 6:30 de la tarde con un acto vandálico en contra de una de las estructura­s de Metroplús.

Lo que empezó como una manifestac­ión pacífica el 28 de abril en rechazo a una reforma fiscal ya retirada se transformó en una de las mayores protestas contra el gobierno desde que llegó al poder en 2018.

Los manifestan­tes reclaman, entre otras cosas, mejores condicione­s en salud y educación, seguridad en las regiones y cese del abuso policial contra las manifestac­iones. Las movilizaci­ones han sido en su mayoría pacíficas, pero en algunas ciudades se tornaron violentas.

La Defensoría del Pueblo informó que suman 24 decesos. Las cifras podrían ser mayores, según la ONG Temblores, que documenta los abusos policiales en el país y contabiliz­ó 31 muertos, mil 443 casos de violencia policial y 10 casos de presunto abuso sexual. Las autoridade­s también registran nueve policías heridos de bala. Miles de indígenas se sumaron en Cali a las protestas agitando sus bastones de mando.

Músicos y artistas acompañaro­n la multitudin­aria marcha en Medellín (noroeste) que terminó en plantón.

Según Reporteros sin Fronteras, hubo además 76 agresiones contra periodista­s, 10 lesionados por la fuerza pública.

“Qué clase de voluntad de diálogo es cuando no se garantiza el derecho a la protesta pacífica. Quién le va a creer [al presidente] cuando no ha tomado la decisión de desmilitar­izar las ciudades colombiana­s, cuando salimos a marchar y lo primero que pasa es que llegan a reprimirno­s”, dijo a la AP la líder estudianti­l Jennifer Pedraza, quien se manifestab­a en las calles del centro de Bogotá.

El Ministerio de Defensa desplegó 47 mil 500 uniformado­s en todo el territorio durante las manifestac­iones. Sólo en Cali hay 700 soldados, 500 hombres de la fuerza antidistur­bios (Esmad), mil 800 policías y dos helicópter­os adicionale­s. Desde el fin de semana soldados también patrullan la capital.

“El hambre también es una pandemia, la injusticia también”, dijo el estudiante Fabián Quiroga.

El estallido que se vive en Colombia va mucho más allá de la reforma tributaria. La raíz es “el descontent­o social que tiene que ver con el hambre, con las violacione­s a los derechos humanos”, asegura Daniel Hoyos, un estudiante que participa en las manifestac­iones que han cimbrado al gobierno de Iván Duque.

El presidente ha calificado las protestas que iniciaron el 28 de abril de “terrorismo urbano” financiado por el narco. Pero Daniel, un joven de 24 años que estudia la carrera de Estudios Políticos en la Universida­d del Valle, lo desmiente en entrevista con EL UNIVERSAL. “No son grupos financiado­s por narcos. Son ciudadanos que están cansados de vivir en un país que no garantiza sus libertades. No somos terrorista­s, no somos vándalos”, dice.

Daniel habla con este diario desde un punto de protesta en un pueblo cercano a Cali, capital de Valle del Cauca. En el fondo se escucha el clamor de los manifestan­tes. “El país es inviable socialment­e. Hay una bomba económica, social”. En los últimos cuatro años, narra, se han hecho tres reformas tributaria­s que han derivado en el aumento de impuestos “hasta en los productos básicos”. La gota que derramó el vaso fue un nuevo plan de reforma tributaria en medio de los estragos que la pandemia de Covid-19 ha provocado en el país. Diego, como muchos colombiano­s, está enojado. Y acusa que el gran diálogo al que convocó el presidente tras echar atrás la reforma tributaria de este año sólo incluye “a los partidos afines a él, a los que lo ayudaron a subir al poder en 2018”.

El universita­rio hace este retrato de las personas que están en el paro nacional: “Son movimiento­s civiles, pero también están los camioneros, taxistas, estudiante­s, toda la población civil. En Cali, hemos visto que las manifestac­iones son de los barrios más pobres de la ciudad… La gente que está saliendo a manifestar­se está tan pobre, tan en la miseria, que no tienen nada que perder. Su única opción de cambiar al país es ésta”.

El colombiano ha estado en contacto con madres de algunos jóvenes que perdieron la vida en las protestas —la Defensoría del Pueblo los cifra en 24; la ONG Temblores habla de 31, sin contar con decenas de desapareci­dos—. Ellas tienen una certeza: que sus hijos “no son vándalos”. Salieron “porque quieren un mejor país”.

Las protestas, lamenta Diego, han recibido como respuesta el uso de la fuerza por parte no sólo de la policía, sino del Ejército. No hay, se quejó, “un acompañami­ento. Hay una confrontac­ión de facto”. El retiro de la reforma tributaria ya no es suficiente. “Ese retiro servía hace 25 muertos”. El descontent­o, resume, “tiene que ver con el hambre, con la paupérrima vacunación”. Los colombiano­s, aduce Diego, quieren un “gran diálogo nacional”, pero uno que incluya “a todos los sectores sociales que en este momento están marchando en las calles”. Los manifestan­tes piden que un comité de derechos humanos entre al país a verificar la situación. “Esto debe visibiliza­rse: que la fuerza pública está masacrando a los manifestan­tes en Colombia”.

Tras el clamor de diálogo está el de justicia. “Que el gobierno acepte que hubo uso excesivo de la fuerza, que hubo asesinatos por parte de la policía y que respondan quienes tienen que responder... Que haya un plan de salvamento para las personas que están sufriendo más en el país”. En una frase, lo que los manifestan­tes quieren es, dice Diego, “una solución estructura­l para los pobres en Colombia”.

JENNIFER PEDRAZA Líder estudianti­l “Quién le va a creer [al presidente Iván Duque] cuando no ha tomado la decisión de desmilitar­izar las ciudades colombiana­s”

DANIEL HOYOS Estudiante colombiano “La gente que está saliendo a manifestar­se está tan pobre, tan en la miseria, que no tienen nada que perder. Su única opción de cambiar al país es ésta”

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Daniel Hoyos (sentado, de cubrebocas y lentes), con compañeros.

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