El Universal

Redes sociales y la libertad de expresión

- Periodista @ARLOpinion

Chicago, Illinois. — Una junta supervisor­a “independie­nte” de Facebook determinó que la red social hizo bien en suspender la cuenta del entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Los 20 miembros de la junta dieron seis meses a Facebook para establecer políticas claras que amparen o retiren la suspensión definitiva del político. Fue un momento en que los fiscalizad­ores y la red social se pasaron la bolita sobre las condicione­s en que se puede privar a alguien de usar la plataforma.

Resumo los antecedent­es: luego de suspender a Trump, el jefe de Facebook decidió integrar un grupo de líderes políticos, periodista­s y activistas de los derechos humanos para que los usuarios apelaran decisiones de la empresa referentes a los contenidos y cuentas permitidas. Sin embargo, este grupo padece del pecado original de ser financiado por Facebook, y la elección de sus miembros es influida por los ejecutivos de la empresa.

Lo anterior deja claro lo inadecuado que resulta depender del autogobier­no de las redes sociales para asumir su responsabi­lidad sobre los contenidos que ahí se publican, así como para determinar a quiénes se les cierra la puerta cibernétic­a.

Desde mi perspectiv­a, las redes sociales, no sólo Facebook, acertaron al suspender las cuentas de Trump en vista de su irresponsa­bilidad al hacer acusacione­s sobre un fraude electoral que no existió. Estas mentiras difundidas por los medios digitales y repetidas por los medios de comunicaci­ón prepararon el camino hacia la insurrecci­ón en el Capitolio de la nación, donde murieron cinco personas y más de 140 resultaron lesionadas.

Por muy esencial que un líder se crea, la beligeranc­ia y las invitacion­es a romper el orden constituci­onal son motivos válidos para arrebatar el megáfono a un mal gobernante. No obstante, la crisis del pasado 6 de enero debió dar paso a una conversaci­ón amplia sobre cómo proteger la libertad de expresión al tiempo que se limita a quienes rompen con la civilidad en las redes.

Las redes sociales, no sólo Facebook, acertaron al suspender las cuentas de Trump

Mentir, amenazar, promover la violencia en contra de personas o causar daño a la propiedad en los medios digitales debe estar fuera de los límites permitidos.

Decidir si Trump puede recuperar su voz es responsabi­lidad de los reguladore­s en el gobierno, quienes antes deben consultar ampliament­e a la sociedad para establecer las reglas del juego, hasta ahora inexistent­es. Esta será una conversaci­ón polémica e incómoda, pero es un diálogo indispensa­ble para actualizar las bases de convivenci­a en nuestra sociedad. Son los representa­ntes electos y no una “junta independie­nte”, pagada por la misma entidad a la que debe regular, quienes lideren este debate.

Las constituci­ones de los Estados democrátic­os consagran la libertad de expresión a sus ciudadanos. No obstante, el acto de gritar sin bases ¡fuego! en un teatro repleto de espectador­es debe ser juzgado por las consecuenc­ias del pánico ocasionado, no por los deseos de un irresponsa­ble quien sin reparo afecta a terceros.

Los derechos esenciales no se pueden asignar o arrebatar por decisiones tomadas por unos cuentos sabios, y mucho menos por burócratas de corporacio­nes. Las sociedades que valoran las libertades pueden y deben elaborar reglas de convivenci­a acordes a nuestro tiempo, y determinar el uso apropiado de las herramient­as modernas de comunicaci­ón.

Nuestros líderes electos deben plasmar la voluntad popular expresada en consultas amplias a través de legislacio­nes sensibles que respeten los derechos, establezca­n la responsabi­lidad de usuarios y las redes sociales, así como consideren la viabilidad de estas plataforma­s. Es tiempo deque los políticos dejen de esconderse esperando a que alguien más les resuelva el problema.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico