El Universal

Los escándalos del gobernador que sueña con ser secretario

- MARIO MALDONADO mario.maldonado. padilla@gmail.com Twitter: @MarioMal Historias de NegoCEOs

El polémico gobernador de Baja California, Jaime Bonilla Valdez, está convencido de que su futuro político es promisorio. Así se lo hace saber a sus cercanos, a quienes asegura que tras dejar su actual encargo llegará a ocupar una secretaría de Estado en el gobierno federal, uno en la que tendría en sus manos un gran presupuest­o para obras de infraestru­ctura.

Tras fallar en su intento de extender su periodo de gobierno por tres años más, Bonilla decidió tener más relevancia nacional, por lo que comenzó a ensayar rápidament­e en su estado un régimen con caracterís­ticas federales, con la creación de un Servicio de Administra­ción Tributaria local para dotarlo de atribucion­es, facultades y obligacion­es tributaria­s muy similares a las que tiene el SAT, de

Raquel Buenrostro.

El objetivo del SAT bajacalifo­rniano era aumentar la recaudació­n de impuestos y disminuir la evasión que heredó del régimen del panista Francisco

Kiko Vega; sin embargo, en realidad ese organismo, bajo la dirección de Eva María

Soria Amador, ha servido como instrument­o para perseguir al sector empresaria­l y justificar expropiaci­ones.

Para este puesto, Bonilla Valdez rescató a Viridiana Soria, luego de ser despedida como titular de la Aduana de Tijuana por presuntos actos de corrupción que se encuentran aún bajo la lupa de la Unidad de Inteligenc­ia Financiera y de la Fiscalía General de la República.

A la funcionari­a se le conocen estrechos vínculos con el exsubsecre­tario de Gobierno,

Ricardo Peralta.

Con su propio SAT y con su alfil a la cabeza, el gobernador Bonilla amedrenta a los empresario­s y a los ciudadanos de Baja California, quienes frecuentem­ente se encuentran en los caminos de su estado con retenes para cuestionar­los sobre su patrimonio y situación fiscal.

En plena época electoral, el equipo de Viridiana Soria se ha lanzado contra el Grupo Caliente del ahora candidato a la gubernatur­a Jorge Hank Rohn, al que incautaron recienteme­nte 208 máquinas de apuestas, y en sólo tres días causaron pérdidas de alrededor de 3 millones de dólares para esa compañía.

También, tras señalar un adeudo de impuestos, vino la Declarator­ia de Utilidad Pública para expropiar el Club Deportivo y Social Campestre de Tijuana, una superficie de 80 hectáreas cuyo valor ronda los mil millones de pesos; esto para que el gobierno estatal construyer­a el denominado Complejo Interactiv­o Campestre.

“El perjuicio a la propiedad privada del Club Campestre es menor al beneficio que genera en favor de la sociedad”, dijo el equipo de Bonilla para justificar la decisión.

Pese a que las maniobras cumplen con el sello de un gobierno morenista, que se reconoce como rival de la clase empresaria­l, las prácticas de Bonilla no han caído del todo

bien en la Presidenci­a. Fuentes de Palacio Nacional aseguran que Jaime Bonilla ya no es del agrado del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien lo ha llegado a calificar como un gobernante “peor que Kiko [Vega].”

Hasta la Presidenci­a ha llegado informació­n sobre presuntos actos de corrupción en este estado que no sólo tienen que ver con los pasos fronterizo­s, sino con contrataci­ones irregulare­s desde el Instituto de Servicios de Salud Pública del estado, y sobre el ejercicio de recursos federales por encima del presupuest­o asignado.

Por si fuera poco, esta misma semana llegó a la UIF una denuncia por parte de la candidata de Va por México contra el gobernador por lavado de dinero, peculado y colusión en el cobro de agua, toda vez que, según advirtió la exreina de belleza Lupita Jones, tres empresas habrían triangulad­o alrededor de 278 millones de pesos para apoyar la causa morenista en Baja California.

El polémico Jaime Bonilla Valdez asegura que tras dejar su actual encargo llegará a ocupar una secretaría de Estado

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