La Guardia Nacional y el problema del control
Hace unos días, en Sonora, unos integrantes de la Guardia Nacional (GN) dispararon en contra una camioneta en la que viajaban dos funcionarios de la Fiscalía del estado. Una persona murió y otra resultó herida.
Según las primeras versiones, el terrible hecho fue producto de una confusión, pero no se conocen aún muchos detalles. Estos probablemente se vayan conociendo conforme avancen las investigaciones, tanto internas como externas.
Llaman la atención, sin embargo, las primeras comunicaciones de la GN sobre el acontecimiento. En una serie de tuits, la institución señaló que “ante lo ocurrido ayer en Caborca, Sonora, donde una persona falleció y otra más resultó herida tras un incidente con personal de esta Institución, el Comandante Luis Rodríguez Bucio ordenó iniciar una investigación interna y colaborar con las autoridades para deslindar responsabilidades”.
Ante un hecho de esta naturaleza, no se debería de necesitar una orden del Comandante para iniciar una investigación interna. Esta tendría que detonarse de oficio y quedar bajo la responsabilidad de la Unidad de Asuntos Internos de la GN, cuyo titular es nombrado directamente por el presidente de la República. En principio, esta opera con autonomía y no recibe instrucciones de los mandos de la GN.
Pero una cosa es lo que debería ser y otra cosa es lo que es. En un tuit del 1 de febrero de este año, la GN agradece a un ciudadano por “enviar un video que muestra conductas contrarias a nuestro código de ética” y remata señalando que “se ordenó de inmediato que Asuntos Internos, lleve a cabo la investigación respectiva y de ser el caso, aplique las sanciones que correspondan.”
Lo mismo sucedió hace dos semanas cuando se hizo viral un video de un adiestramiento en la academia de la Guardia Nacional en San Luis Potosí que acabó en zafarrancho. En un comunicado, la institución informó que “el comandante de la Guardia Nacional ordenó a la Unidad de Asuntos Internos iniciar un proceso de investigación para imponer las sanciones que correspondan a los responsables de estos hechos.”
El problema de que se le giren instrucciones a una unidad que supuestamente goza de autonomía de gestión debería de resultar obvio. Si el alto mando de la GN puede ordenar a Asuntos Internos que inicie una investigación, es muy probable que también pueda instruir que se cierre o se limite una indagatoria. El resultado es que la eficacia de los mecanismos de supervisión interna queda en entredicho.
A esto hay que añadirle que, al menos de inicio, la GN no tuvo mucho cuidado en la integración de su organismo de control interno. El peor escándalo de corrupción que ha enfrentado la institución desde su formación en 2019 ocurrió hace un año e involucró al director de Vigilancia y Supervisión Interna de la Unidad de Asuntos Internos. El personaje en cuestión, junto con otros integrantes de la GN, apareció en un video (difundido en redes sociales) comiendo con presuntos miembros de una banda delictiva en Puebla.
Los funcionarios en cuestión fueron destituidos y sometidos a proceso, pero vale la pena revisar el significado del asunto. A menos de un año de su creación, la GN enfrentó un problema serio de corrupción en la unidad encargada de velar por la integridad de la institución. Y el asunto se destapó porque se dio la casualidad de que alguien circuló un video comprometedor en internet.
Estos hechos sugieren que la GN, como antes la Policía Federal, sufre de un déficit de rendición de cuentas. Sus mecanismos de control interno son débiles y no gozan de autonomía frente a los mandos. Y no hay más mecanismo de supervisión externa que la Sedena.
Esto puede acabar muy mal.
La GN, como antes la Policía Federal, sufre de un déficit de rendición de cuentas