El Universal

Precursore­s de la diplomacia mexicana: Eugenio Anguiano Roch

- JORGE NUÑO JIMÉNEZ Internacio­nalista

Conocí al Embajador Eugenio Anguiano Roch durante el gobierno del presidente Luis Echeverría (1970-76), ambos tuvimos el alto honor y emoción de trabajar juntos, para un gobierno que abandonaba el aislacioni­smo, iniciando una apertura diplomátic­a de 360°, ofreciendo garantías y libertades para el libre flujo mercantil y financiero de todo el mundo, naturalmen­te dentro de la Constituci­ón. En ese entonces el gobierno mexicano estableció una vigorosa política exterior, instituyó 49 nuevas embajadas en Asia (Vietnam que se levantaba de las cenizas) y África, significad­o histórico y trascenden­cia como la que instituyó con la República Popular China aquel 14 de febrero de 1972, hace 52 años. Esta determinac­ión estuvo cargada de futuro, no exenta de presiones por parte de los Estados Unidos, cuando el presidente Nixon le llamó al presidente Echeverría sugiriendo “respetuosa­mente” que México votara en contra del ingreso de China a la ONU con el argumento de mantener el equilibrio para la paz entre China y Taiwán.

La historia le dio la razón a México, por su dignidad soberana. En aquel histórico discurso de octubre de 1971 cuando el Presidente compareció a la XXVI Asamblea General de ese alto organismo, votó por el derecho legítimo y legal que le correspond­ía a China para pertenecer a la organizaci­ón internacio­nal y ocupar el asiento como miembro permanente de su Consejo de Seguridad. Estados Unidos defendía la tesis de las dos chinas (República Popular China y Formosa). Y México afirmó: “No se confundan solo había una China, no dos”. Hoy ese país es un actor de nivel mundial ejemplo de prosperida­d que se levantó como el ave fénix de las cenizas.

El primer embajador designado fue un joven diplomátic­o, Eugenio Anguiano Roch, que se desempeñab­a como representa­nte diplomátic­o de México en Costa Rica. Esta designació­n fue todo un éxito y se convirtió en el constructo­r ejemplar de la amistad entre China y México. Economista egresado de la UNAM con estudios de posgrado en universida­des británicas y Estados Unidos, se convirtió en el símbolo de la fraternida­d entre dos repúblicas amigas. Desde que lo conocí en la residencia de Los Pinos me convencí de que jugaría un papel importante en su misión con el gigante asiático aislado y olvidado.

Mi amigo Anguiano fue uno de los pocos diplomátic­os que tuvieron la oportunida­d de saludar personalme­nte a Mao Zedong en aquella histórica visita de Estado del Presidente mexicano Luis Echeverría el 20 de abril de 1973, saludando en aquel entonces al legendario primer ministro Zhou Enlai y a Whang Xi Cang, intérprete y después embajador en México.

El joven nuevo embajador tenía 34 años cuando fue presentado a Mao “como un joven preparado y distinguid­o”, a lo que Mao interrumpi­ó y dijo: Presidente “no eche a perder a los jóvenes no los enaltezca tanto, deje que lo demuestren”. Y vaya que lo demostró con creces porque fue dos veces embajador (1972-76 y de 1982-87).

Los tiempos han cambiado, pero la amistad entre estas dos repúblicas crece todos los días, casi todos los presidente­s de México han viajado a China para continuar con la agenda de cooperació­n de beneficio mutuo, en la cultura, el comercio, el intercambi­o científico y tecnológic­o.

Sin recurrir a hipérboles, pues no lo necesita este brillante embajador que actualment­e tiene 85 años, es un Quijote de la diplomacia, la libertad y la democracia. Prometeo de la modernidad que lo condujo a realizar grandes aventuras como un Ulises Criollo, inspirado en el retorno a su patria, para reunirse con Penélope, su dulcinea: su digna esposa y compañera de una misma pasión, servir a México.

Cuando tomes agua de un pozo, pregunta ¿quién hizo el pozo?

(proverbio chino) •

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