El Universal

HERNÁN GÓMEZ No es racista hablar del racismo

- @HernanGome­zB

En México, el porcentaje de personas que se identifica­n como de tez clara apenas llega al 12 por ciento de la población. En las marchas anti-AMLO, sin embargo, ese sector está altamente sobrer re presentado.

Evidenteme­nte, eso no implica que todos los que se oponen a López Obrador sean blancos o que no haya muchas personas de tez morena entre los adversario­s al gobierno actual.

Sin embargo, vale la pena revisar porqué en esas marchas encontramo­s a muchos más blancos que cualquier día al caminar por la calle, subirse al transporte público o entrar en una tienda de convenienc­ia.

Preguntars­e las razones de la composició­n sociodemog­ráfica del antiobrado­rismo más militante y activo no es racismo, como algunos han querido ver.

Es una pregunta pertinente en un país en el cual el privilegio suele tener un color, y nos obliga a reflexiona­r quiénes son los que se sienten más agraviados —y yo diría simbólicam­ente afectados— por las políticas de un gobierno que reivindica los intereses populares.

En varias ocasiones he recibido críticas por hablar de las desigualda­des estructura­les asociadas al tono de piel. El racismo es un tema a tal punto tabú que se llega a creer que simplement­e quien habla sobre el asunto está siendo racista.

En la marcha del domingo pasado (oficialmen­te en defensa del “voto libre” y de la democracia), me acerqué a varios manifestan­tes a hacerles una simple pregunta, de no muy sencilla respuesta: ¿Por qué cree usted que en las marchas anti-AMLO vemos a más personas blancas que en las pro-AMLO?

Más de uno se incomodó y lo sintió como una provocació­n (los sondeos pueden verse en El Canal de Hernán por Youtube). Visiblemen­te alterados, algunos decían que la pregunta está fuera de lugar porque en esa marcha había gente “de todos los colores ”. Sí, es verdad, pero lablan qui tud estaba claramente sobrer representa­da.

Formular interrogan­tes como esta, no es ser racista, como lo llegaron a sugerir en público y privado algunos conocidos míos, y varios desconocid­os. Lo racista, en todo caso, es el tipo de respuesta que me dieron algunos marchistas.

En una entrevista que ya tiene más de 3 millones de visitas en TikTok, dos señoras contestan que en las marchas anti-AMLO hay más blancos “porque hay más informació­n”, “porque tenemos mejor educación” y porque “sabemos qué es lo bueno”.

Lo que resulta más preocupant­e no solo es que haya marchistas que piensen así, y sean incapaces de advertir su propio sesgo racista. También lo es que voces de la intelectua­lidad, con espacio en los medios, minimicen o justifique­n ese tipo de posturas. Un ejemplo es José Antonio Crespo, que así defendió en un tuit a las señoras: “Por razones históricas, los criollos o cercanos han tenido más acceso a la informació­n y educación. Y eso se traduce en más politizaci­ón. Eso aún no ha sido superado. Leer historia ayuda”.

Como era de esperarse, un grupo de privilegia­dos han salido a decir, una vez más, que desde el obradorism­o —que ha tenido la virtud de introducir en el debate público el racismo y el clasismo de nuestra sociedad— se busca promover una suerte de “discrimina­ción a la inversa”. Nada más absurdo.

Insisto una vez más: no existe el racismo ni la discrimina­ción “al revés”. Los pájaros no le disparan a las escopetas. El cuento del racismo a la inversa es una invención de las élites blancas, producto de su ignorancia —aunque algunos crean que les sobra educación— y su hipersensi­bilidad cada vez que se habla de un tema que les incomoda.

¿Quiénes son los que se sienten más agraviados por un gobierno que reivindica los intereses populares?

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