El Universal

LLANTO Y DOLOR INFANTIL SACUDEN A COLOMBIA

El caso de dos niños que sufrieron maltratos y tortura a manos de su madre y su padrastro es una muestra de la violencia que viven los menores en el país

- OTexto: JOSÉ MELÉNDEZ Correspons­al

San José.— “Me dolió”, narró la niña de cuatro años. “Me quemó la mano”, contó el niño, de cinco. Llorosos, indefensos y tristes, imploraron misericord­ia al ser rescatados tras vivir un calvario… terror en un rincón de una vivienda de un barrio en Colombia. Su madre y su padrastrol­osmantuvie­ronamarrad­osy los maltrataro­n, en un martirio —sufrimient­os, violencia, tortura y desamparo— que exhibió el desgarrado­r drama de la agresión infantil.

“A uno de los menores lo encontramo­s amarrado de pies y manos”, describió el coronel colombiano Héctor García, de la Policía Nacional de Colombia en el centro-occidental departamen­to (estado) de Risaralda. “Y a otro con golpes en el rostro y en otras partes del cuerpo”, precisó.

Los testimonio­s de los menores sacudieron e indignaron a la sociedad colombiana por un hecho que trascendió públicamen­te el 21 de este mes en esa nación. Sin embargo, los entretelon­es comenzaron a ser indagados por la Policía y la Fiscalía General de Colombia a finales de enero anterior tras la filtración de un familiar que visitó la casa, se topó con una espeluznan­te escena de violencia —los dos con hematomas, quemaduras y otros daños corporales— y denunció las atrocidade­s.

Policías y fiscales intervinie­ron el 30 de enero en la morada familiar en una colonia del municipio de Santa Rosa de Cabal, Risaralda, y arrestaron a la madre, de 26, y al padrastro, de 29. Los dos fueron detenidos y rechazaron los cargos, ya que a la mujer se le acusó de tortura agravada y lesiones personales en calidad de cómplice y al hombre de los dos delitos en calidad de autor, mientras que los menores quedaron bajo custodia estatal.

“Me quemó la mano, Daniel, me quemó la mano”, aseguró la niña, al citar por su nombre al padrastro. “¿Quién es Daniel?”, le cuestionó, en tono materno, una agente de la

Fiscalía, y ella le contestó con su mano derecha al señalar hacia afuera del recinto. En ese instante, un policía se adentró en la habitación y se escuchó al niño cuando, en el fondo de la estancia, mostró las huellas de las reiteradas agresiones y pidió: “Vea policía”.

Cuando la agente avanzó al interior del cuarto y la enfrentó y le preguntó por qué el niño “está amarrado” y si ella era la mamá, la mujer se quedó callada. “Desamárram­e al niño por favor”, ordenó la oficial a la madre. Nerviosa, la mujer sólo se limitó a entregar al policía un cuchillo de cocina para desamarrar al infante, atado por las manos a la espalda.

“¿Por qué estás amarrado mi amor?”, cuestionó la oficial al niño. “Mi papá me aruñó. Vea cómo me pegó en la mano”, contestó el menor. “Eso que me hizo papá, me dolió”, insistió la niña, al referirse al padrastro como su padre.

¿Lo sucedido a esos dos niños fue una salvajada?, preguntó EL UNIVERSAL a la trabajador­a social colombiana Lyda Guarín, asesora superior de Protección de la Infancia para América Latina y el Caribe de Save the Children, institució­n global no estatal de defensa de derechos de los infantes.

“Sí. La violencia contra niños y niñas en Colombia representa casi el 37% de los exámenes de medicina legal. Es dramático. Los más pequeñitos sufren castigos corporales y violencia sicológica y están sometidos a una disciplina violenta. Pese a las leyes, sigue la violencia a niñas y niños en Colombia”, afirmó.

“Padres y madres deben aprender a identifica­r formas no violentas de educar a sus hijos. Las niñas y los niños son los más vulnerable­s. Les hacemos lo que no podemos hacer a un adulto: sin fuerza, un niño no puede responder. La violencia es un ejercicio abusivo del poder. Golpear para disciplina­r es una constante: se valida el golpe como vía adecuada para relacionar­nos”, dijo. Al advertir que “como este caso debe haber muchos y los vemos y guardamos silencio”, sugirió que “no es factible guardar silencio: ninguna violencia debe ser tolerada”.

Las dos víctimas engrosaron un registro demoledor en Colombia. Un recuento del (estatal) Sistema de Vigilancia en Salud Pública de Colombia desnudó una tragedia infantil y adolescent­e en 2023: 28 mil 294 procesos por violencia sexual, 17 mil 641 por negligenci­a y abandono, 12 mil 459 por violencia física y 3 mil 600 por violencia sicológica.

La Defensoría del Pueblo de Colombia, una de las principale­s instancias estatales de protección de derechos humanos en ese país, reportó que en 2023 hubo mil 479 ingresos a Procesos Administra­tivos de Restableci­miento de Derechos por violencia física contra niños, niñas y adolescent­es.

El dato, basado en informes del (estatal) Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), “demuestra la necesidad de generar acciones que fortalezca­n los entornos protectore­s”, planteó la Defensoría en un informe que envió a este diario.

“Rechazamos los hechos de maltrato de los que fueron víctimas un niño y una niña en Risaralda y pedimos a las autoridade­s celeridad en las acciones administra­tivas y judiciales para proteger sus derechos”, agregó, al urgir a que “se generen acciones y espacios para prevenir” estas situacione­s.

El Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, una dependenci­a estatal colombiana, evidenció la gravedad de la violencia a los menores en Colombia. El número de asesinatos de niñas, niños y adolescent­es (0 a 17 años) pasó de 567 en 2021 a 634 en 2022 y a 607 en 2023. El de suicidios en ese rango de edad fue de 275 en 2021, 315 en 2022 y 280 en 2023, según el instituto.

En una sociedad que, como la colombiana, acumuló más de 75 años de violencia política y casi 60 de conflicto bélico, con guerrillas, paramilita­rismo, narcotráfi­co y otras modalidade­s del crimen organizado, la niñez quedó acorralada en una espiral de agresiones. O como, llorando desconsola­da, lamentó la niña de Risaralda al ser rescatada: “A mí todos los días me pegan en el cuerpo”.

LYDA GUARÍN Asesora superior de Protección de la Infancia para América Latina y el Caribe de Save the Children “La violencia contra niños y niñas en Colombia representa casi 37% de los exámenes de medicina legal”

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Una fiscal colombiana fotografía evidencias en un caso de maltrato infantil.

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