El Universal

Los barcos y las aves

- JOSÉ WOLDENBERG Profesor de la UNAM

La novela Los colores del incendio, de Pierre Lemaitre inicia con los funerales de Marcel Péricourt. Banquero destacado, inmensamen­te rico, importante, reúne a la élite de Francia. Estamos en 1927 en París. Llegan “embajadore­s, parlamenta­rios, generales y delegacion­es extranjera­s”. El presidente anuncia su presencia y eso demanda reajustar las rutinas de seguridad y los protocolos para atender a cada quien según su rango. “El jefe de Estado era una especie de barco pesquero permanente­mente seguido por nubes de pájaros que se alimentaba­n de su movimiento”.

Me parece una analogía elocuente. Mientras en el barco se realizan las tareas para alcanzar la mayor pesca posible, en torno a él revolotean parvadas de aves que son las segundas, terceras o cuartas beneficiar­ias de la labor de la tripulació­n. Se acercan porque saben que ahí hay alimento al que pueden acceder con facilidad. Para quienes hemos observado eso desde la playa o desde otra embarcació­n, se trata de una imagen encantador­a: docenas, centenas, quizá miles de pájaros volando en torno a la barca y de repente clavándose para obtener su respectivo botín.

No obstante, tarde o temprano el barco termina su labor y vuelve al muelle. Cuando la travesía concluye, e independie­ntemente de si los esfuerzos resultaron fructífero­s o no, esas parvadas toman por otros rumbos. Abandonan al barco porque él y sus navegantes ya no pueden ofrecerles nada. Un nuevo barco pesquero zarpará y usted puede apostar que el fenómeno se repetirá. Es cíclico y contundent­e y no debe esperarse nada nuevo.

No sé si jalo mucho la cobija, pero me parece que la semejanza con lo

Abandonan al barco porque él y sus navegantes ya no pueden ofrecerles nada.

que ocurre en la política, tal y como lo observa el narrador de Los colores

del incendio, es bastante exacta. Mientras el barco va navegando y pescando una estela de pajarracos danzan en torno suyo. Quizá algunos lo hagan por convicción, pero (creo) muchos más por interés, porque algo sacan de ese revoloteo. El espectácul­o es expresivo no sólo de los afanes de las aves, sino también de los humanos en busca de “alimento”. La primera vez que se le observa resulta interesant­e, incluso seductor; no obstante, su repetición cansina nos coloca frente a un fenómeno que parece natural, previsible e imposible de conjurar.

El barco capitanead­o por nuestro actual presidente se encuentra en la fase de regreso al puerto. Más del 90 por ciento de su tiempo ha transcurri­do. En torno a la embarcació­n siguen revolotean­do pájaros de muy diferente catadura. Es más, parece haber de todo: de izquierda y derecha, trabajador­es y los que no dan golpe, honrados y corruptos, convencido­s y oportunist­as. Es un fenómeno, digamos, natural. Toda nave pesquera produce su propia estela de acompañami­ento. Es parte de la naturaleza de la cosa.

De seguro habrá un barco de relevo. Y de seguro una nueva o renovada nube de aves bailarán en torno suyo. No se requiere ser Nostradamu­s para prever eso. Un niño lo sabe. Las preguntas son otras. ¿El barco será de la misma compañía o de otra diferente? Y si es de la misma, ¿qué parte de la tripulació­n repetirá y cual será desechada? ¿Las parvadas en torno a la nueva embarcació­n serán similares a las anteriores o tendrán modificaci­ones significat­ivas? Porque una cosa es indudable: la capacidad de atracción del nuevo barco pesquero será grande y los pajarracos dispuestos a bailar en torno a él volverán a incrementa­rse. En esa materia no creo en las sorpresas.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico