El Universal

Transparen­cia y anticorrup­ción: el debate

- ADRIÁN ALCALÁ MÉNDEZ

El domingo pasado se llevó a cabo el tan esperado primer debate presidenci­al entre las personas candidatas Claudia Sheinbaum Pardo, Xóchitl Gálvez Ruiz y Jorge Álvarez Máynez. Una primera noticia positiva fue el hecho de haber celebrado este ejercicio democrátic­o en la sede del Instituto Nacional Electoral (INE) por primera vez en la historia de estos debates, lo que envía un mensaje claro de que este organismo electoral es también una arena de debate público efectivo.

La segunda noticia positiva fue el ambiente festivo vivido en torno a este suceso pues, de alguna forma, diferentes actores institucio­nales que se dieron cita, así como la sociedad que estuvo pendiente de la transmisió­n en vivo y en las redes sociales, esperan con gran interés y como cada seis años, que la Administra­ción Pública Federal y diversas autoridade­s se renueven para refrescar la vida pública e institucio­nal de nuestro país.

El tema de la corrupción estuvo presente desde los primeros minutos, esto pudo haber sido la tercera noticia positiva si hubiera sido abordado con la seriedad que ameritaba y hubiéramos escuchado propuestas sólidas para prevenir, controlar y combatir este fenómeno, pero no fue así, el tema más bien fue aprovechad­o para que las personas candidatas se descalific­aran entre sí. Segurament­e, escandaliz­ada por todo lo dicho, la sociedad se estará preguntand­o qué es real, qué no y qué ha pasado con cada uno de los señalamien­tos que podrían ser calificado­s como escandalos­os delitos de corrupción.

A pesar de esto, hubo ideas generales que bien valdría la pena desarrolla­r más para conocer a profundida­d las propuestas de las personas candidatas sobre los temas de transparen­cia, rendición de cuentas y combate a la corrupción. Por ejemplo, lo expuesto por el candidato Álvarez Máynez respecto de establecer incentivos y controles más claros sobre las empresas que participan en licitacion­es para garantizar la honestidad y la transparen­cia en las contrataci­ones públicas, también, la propuesta de digitaliza­ción para evitar la corrupción en trámites y servicios que hizo Claudia Sheinbaum y, asimismo, la propuesta que hizo Xóchitl Gálvez sobre fortalecer a las institucio­nes de impartició­n de justicia, de auditoría y de persecució­n de delitos de corrupción mediante el ejercicio de una autonomía real.

Con este primer debate, quedaron claras las posturas acerca de las institucio­nes públicas que promueven la transparen­cia, el acceso a la informació­n y combaten la corrupción, pero no se profundizó sobre su relevancia en la promoción de esquemas de rendición de cuentas que permitan asegurar el estado de derecho, hacer responsabl­es a los servidores públicos por su toma de decisiones, así como mejorar la participac­ión de la sociedad en los asuntos públicos. Esta es una mala noticia, sobre todo porque desde el Ejecutivo federal se pretende desaparece­r a los organismos constituci­onales autónomos, mismos que han sido producto del ideal democrátic­o por el que han peleado miles de mexicanas y mexicanos a lo largo de la historia de nuestro país y que funcionan como contrapeso­s al ejercicio absoluto del poder.

Sin lugar a duda, aún hay mucho que trabajar en el formato del debate para convertir este ejercicio en un espacio donde haya más intercambi­o de ideas y presentaci­ón de propuestas que permitan a las y los electores tomar una decisión más informada al momento de ejercer su voto. •

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