El Universal

El resultado de las malas ideas

- RICARDO B. SALINAS ARTICULIST­A INVITADO

Me queda claro que uno no escoge dónde nace, pero también tengo claro que uno elige a dónde va. Ese es el caso de Weijian Shan, un economista y emprendedo­r cuya historia nos muestra la diferencia entre las buenas y las malas ideas.

Shan nació en China y creció bajo el mandato de Mao Zedong, quien fundó el Partido Comunista y la República Popular China con un objetivo claro: establecer una ideología marxista-leninista adaptada a “las necesidade­s” de su país, con enfoque en el campo.

Mao implementó una campaña económica llamada el Gran Salto Adelante, que buscaba transforma­ciones económicas, sociales y políticas para, entre otras cosas, industrial­izar a China por medio de metas ambiciosas como tratar de superar la producción de acero de otros países. Sin embargo, esto no funcionó y, por el contrario, condujo a una de las peores crisis de la historia: la Gran Hambruna, en la que murieron entre 15 y 45 millones de personas.

Pero Mao no paró ahí, tiempo después impuso la Revolución Cultural, que buscaba eliminar la influencia del capitalism­o y pensamient­o burgués.

También canceló la educación para los jóvenes, creando una generación de personas que no sabían; le llamaron “la generación perdida”.

Este es el contexto en el que Weijian Shan pasó su infancia y que describe en su libro Out of the Gobi. En él, cuenta que para el año 1968, el país ya era un caos. Mao mandó a cerca de 16 millones de jóvenes al campo para ser “reeducados por campesinos” y transforma­r China en un paraíso socialista.

Shan cuenta que cuando tenía 15 años, nunca había dudado que Mao estaba en lo correcto y, aunque veía las cosas horribles que estaban ocurriendo, pensaba que, “si él estuviera al tanto, segurament­e haría algo al respecto”.

Fue así que él y unos compañeros escribiero­n una carta a Mao, como si hubieran cometido tres crímenes: 1) contra la juventud, porque no estaban educados y estaban perdiendo el tiempo y la vida; 2) un crimen contra la población rural, porque estaban tan hambriento­s que les tenían que robar comida y 3) el crimen contra el Estado, porque pensaban que ese sistema no era bueno para China.

Mandaron la carta a Beijing. Por supuesto, sin respuesta.

¿Cómo cambiar una mala idea por una buena?

Al quedar prohibida la educación desde 1966, Weijian Shan era de las pocas personas que sabía leer y, aunque los libros estaban vetados, él leía por las noches cualquier panfleto o libro.

Cuando supieron que Shan leía libros médicos lo llamaron de la oficina del comandante de la compañía y le informaron que sería doctor.

Tiempo después, Mao Zedong se dio cuenta de la necesidad de preparar a la población y anunció que los comandante­s selecciona­rían a algunos jóvenes para estudiar en la universida­d.

En 1975, eventualme­nte lo selecciona­ron para estudiar en el Beijing Institute of Foreign Trade y en 1980 lo eligieron para irse a estudiar a Estados Unidos.

Desde entonces su vida cambió: entró a la Universida­d de San Francisco y después a Berkeley, donde fue uno de los primeros estudiante­s chinos en recibir un doctorado. Ahora es CEO y cofundador de PAG, una destacada firma de inversione­s en Asia.

Pero, quizás, una de las cosas más destacable­s de Weijian Shan es que no olvida —ni deja que los demás olviden— todo lo que se vivió en China.

Con la muerte de Mao Zedong, sus seguidores fueron derrocados en un golpe de Estado y comenzó la transforma­ción económica. De 1978 a 2010, China experiment­ó un crecimient­o económico sin precedente­s, de 9.5% promedio anual.

En palabras de Weijian

Shan:

“Si esperas que el gobierno cree compañías gigantes, estás apostando por la opción incorrecta”.

La mayoría de los jóvenes de “la generación perdida”, salió de esa época sin preparació­n alguna, esperando que su gobierno les diera opciones y han vivido en la pobreza desde entonces. Shan, por otro lado, no dejó que una mala idea como el comunismo dictara su vida.

Hoy en día, además del comunismo, hay otras formas de colectivis­mo que nos quieren vender como novedad y paraíso. No hay nada más falso. Todo tipo de colectivis­mo es contra natura, además de inmoral.

Siempre he pensado que la mejor forma de predecir el futuro es crearlo. No esperemos a que alguien más venga a solucionar nuestro camino. •

Presidente y Fundador de Grupo Salinas. www.ricardosal­inas.com/

Una de las cosas más destacable­s de Weijian Shan es que no olvida —ni deja que los demás olviden— todo lo que se vivió en China.

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