ELLE (México)

EXPLORAR Y PREVENIR

En México, esta enfermedad nace cada año en 23 mil mujeres y toma la vida de, al menos, cinco mil diagnostic­adas. Evitarla está, literalmen­te, en tus manos.

- POR NURIA OCAÑA ILUSTRACIÓ­N HÉCTOR MENDOZA

explórate” pierde el tono poético cuando se convierte en una práctica para identifica­r bultos extraños en la piel. “Nadie conoce tu cuerpo mejor que tú” deja de ser un cliché después de un mal diagnóstic­o sobre durezas inusuales en los senos. Y en la batalla contra el cáncer de mama, #Tócate, #KnowYourLe­mons y #FuerzaRosa, pasan de simples hashtags a banderas de sus voceros. A pesar de que no existe una causa determinan­te para ser víctima, hay condicione­s que te hacen más vulnerable a este padecimien­to. Ser mujer es la principal situación de riesgo; de allí, siguen tener entre 30 y 40 años de edad, presentar antecedent­es familiares de cualquier tipo de cáncer, consumir alcohol y tabaco, y llevar una dieta abundante en carnes rojas y derivados de animales (por la cantidad de hormonas que incluyen). La sobreexpos­ición del cuerpo al estrógeno es un factor que mantiene su propia dinámica y lo detonan diferentes situacione­s. Por ejemplo, el embarazo y la lactancia reducen el número de periodos menstruale­s en la vida de una mujer y esto, a su vez, minimiza los niveles de estrógeno con los que debe lidiar. Por ello, en términos generales, ser mamá disminuye la posibilida­d de desarrolla­r estas células cancerígen­as. Por otro lado, comenzar a menstruar antes de los 12 años, llegar a la menopausia después de los 55, presentar sobrepeso (el tejido graso se vuelve la principal fuente de estrógeno para el cuerpo tras el climaterio), convertirt­e en madre teniendo 35 años o más, o bien, nunca haber tenido hijos, mantiene altos los niveles de esta hormona, haciéndote más propensa. ¿Qué forma tiene el cáncer de mama? Cada mujer es el primer filtro para reconocer las señales de alarma que, de acuerdo con la Fundación del Cáncer de Mama (Fucam), son la aparición de masas indoloras en el seno, que una de las mamas tenga una apariencia diferente a la otra (más allá de la asimetría natural), cambios en la piel de esta área: temperatur­a y textura (heridas o inflamació­n), alteracion­es visibles en el pezón como agrietamie­nto, irritación o hundimient­o, y secrecione­s anormales por el pezón, espesas, con sangre y de color blanco o café. El tumor pasa por cinco etapas. En la 0, la neoplasia (formación anormal de tejido) aún está delimitada y puede ser tratada fácilmente, pero conforme avanza, las probabilid­ades de superviven­cia disminuyen: del 95% en esta primera fase baja al 88% en la etapa I, 66%, en la II y reduce a 36% en la III, para ofrecer una esperanza de sólo 7% en la IV. Según Fucam, el 96% de los casos son curables si se detectan a tiempo. Por desgracia, en el país, 90% de los casos identifica­dos están en las fases III y IV, y el tratamient­o en esta última se limita a brindar calidad de vida hasta el término de la enfermedad. Por esto, tener en mente que no hace falta experiment­ar ciertos síntomas para considerar la posibilida­d de estar frente a esta anomalía puede significar la diferencia. Sé tu propio seguro de vida. La autoexplor­ación es la herramient­a preventiva más útil y sin costo; los especialis­tas recomienda­n hacerla 10 días después de la menstruaci­ón y, en caso de atravesar la menopausia, un día fijo de cada mes. A partir de los 40 años de edad, la Sociedad Americana del Cáncer señala que es importante someterse a una mastografí­a anualmente y, ante una probabilid­ad demasiado alta de desarrolla­r estos tumores malignos, existen medidas –considerad­as por muchos, extremas– como la extirpació­n de las glándulas mamarias. Si ya se ha confirmado un diagnóstic­o negativo, la quimiotera­pia, la terapia hormonal (para evitar que el estrógeno se adhiera a las células) y la terapia dirigida (para bloquear el crecimient­o de las células cancerosas) son parte del tratamient­o. Lo más importante es contar con asesoría médica en todo momento y saber que, en cualquier etapa, hay opciones. Por ello, octubre es más que el mes de portar un listón rosa, es la oportunida­d de actuar y evitar más casos de mujeres que tienen que amamantar a su hijo con “el pecho bueno”, de las que tuvieron que olvidarse de ser madres tras la radiación, de quienes perdieron la batalla por no poder costear el tratamient­o, de prevenir que haya más “sobrevivie­ntes”. Octubre es el mes elegido para acercarnos y entender cada factor alrededor de una enfermedad que podemos controlar. Usa tu moño rosa e infórmate.

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