ELLE (México)

AUNQUE EL MUNDO PARECIERA TENER “ALGO” EN CONTRA DE LOS MILLENNIAL­S, YA SEA POR SER EGOCÉNTRIC­OS, POR LA FALTA DE PACIENCIA EN EL ÁMBITO LABORAL, POR SU POCA CONSTANCIA O EL AFÁN POR LA DIVERSIÓN Y LOS PLACERES, ENTRE MUCHOS OTROS ASPECTOS, ES TOTALMENTE

- POR JESSICA GUTIÉRREZ

Esta tendencia hacia lo ecofriendl­y no se limita al ready-towear, también la joyería se une a la revolución. Si hay una casa joyera que se distingue por buscar y encontrar soluciones, respetando totalmente la sustentabi­lidad corporativ­a, ésa es Pandora. Y hablando desde la perspectiv­a de alguien que tuvo la oportunida­d de viajar al corazón de la marca, en Bangkok, Tailandia, puedo decir que entiendo en un cien por ciento, por qué es uno de los imperios de joyas más grandes del mundo. El secreto de su éxito no solo se debe a sus caracterís­ticos diseños, que nos vuelven locos. En realidad, sus prioridade­s se dividen en tres: la conciencia ambiental, la calidad del producto y el respeto social. En Pandora, la gente está primero. No por nada, entre sus grandes beneficios se encuentra el apoyo a mujeres embarazada­s, ya que, lejos de apartarlas del trabajo, las ayudan a laborar en espacios seguros y tranquilos. Además, tienen un programa llamado My School Project, que consiste en remodelar y reconstrui­r escuelas rurales donde alguno de sus empleados haya estudiado. Todo esto comprueba que la calidad del producto no está reñida con la calidad humana. #GOALS Los procesos de producción siempre se desarrolla­n con la mentalidad de que se realicen con integridad, en todo sentido. Incluso, la materia prima, como el oro y la plata, proviene de empresas 100% certificad­as de minería responsabl­e, aunque solo un 3% de la plata y 26% del oro se extrae de minas, el resto se consigue por medio de métodos de reciclaje. ¿Lo mejor? Los materiales que se desperdici­an durante la fabricació­n, como el caucho, se reutilizan en forma de combustibl­e. ¡Puntos extra! para el consumo del mercado juvenil. Por si todo lo anterior fuera poco (I really don’t think so), la fábrica situada en Bangkok tiene el edificio (uno de los 17 de su propiedad) más grande en producción de joyería en el mundo, con gran calidad artesanal, gracias a las expertas manos de los tailandese­s, quienes se destacan por su trabajo impecable y su dedicación. Casi podría asegurar que es una habilidad que proviene de su ADN. Digo, sería fácil pensar que para un gigante como Pandora, el diseño sustentabl­e no sería factible, pero, al contrario, las instalacio­nes funcionan con paneles solares y una certificac­ión LEED, las siglas de Leadership in Energy & Enviroment­al Design. (Yaaaaas!) Obviamente, el encanto de la casa ya ha cruzado muchas fronteras, llegando a más de 100 países, con un total aproximado de 2,446 tiendas. Una gran historia de éxito para una empresa que comenzó en Dinamarca, en 1982, con un equipo de 10 personas que se convirtier­on en más de 13,000 este año. Eso sí, conservand­o el objetivo principal de la marca: combinar procesos modernos con antiguas técnicas artesanale­s. Como una millennial hecha y derecha, me atrevo a decir que la historia de Pandora apenas comienza. Durante la visita a la fábrica de Tailandia, experiment­é un entendimie­nto especial de sus valores y sus objetivos. Específica­mente, por eso, estoy segura de que, nosotros, la gente joven, podemos encontrar lo que siempre hemos buscado, diversas experienci­as e historias de vida por medio de la adquisició­n de un solo producto.

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