ELLE (México)

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Estamos cerca de conocer las reglas sobre la regulación del consumo de la mariguana en México, algo que podría definir el curso de nuestra economía y el impulso a las industrias nacionales farmacéuti­ca y de belleza.

- POR ALEJANDRA CRAIL ILUSTRACIO­NES HÉCTOR MENDOZA SUÁREZ

Regulación de la mariguana en México, ¿estamos preparados?

Hace poco se ganó la primera batalla en el camino a la legalizaci­ón del consumo de la mariguana en México. Este primer paso, publicado en el Diario Oficial de la Federación el pasado 20 de junio, aprueba –por primera vez en nuestra historia– el uso de la cannabis con fines terapéutic­os. Avanzar en esta materia no ha sido fácil. Fue una pequeña de solo ocho años, Gabriela Elizalde, quien obligó al gobierno y a la sociedad a sensibiliz­arse con esta medida; su caso también logró presionar a las altas esferas para impulsar un cambio en la criminaliz­ación de esta planta. Era 2015 cuando todo México supo de sus 400 convulsion­es diarias, así como del esfuerzo de sus padres por darle los mejores tratamient­os médicos, sin éxito, hasta que la desesperac­ión los hizo buscar una alternativ­a que, en ese entonces, era ilegal: importar cannabidio­l (CBC), un aceite derivado de la mariguana –sin efectos psicoactiv­os–, que, según habían leído, podría reducir los efectos de los espasmos que sufría su hija, a quien cariñosame­nte llaman Grace. El dilema de sus padres era traer dicha sustancia sin permiso o tratar de conseguir el apoyo de las autoridade­s por medio de un amparo. Se inclinaron por la segunda opción y lo lograron. Grace se convirtió así en la primera niña mexicana a la que se le privilegió su derecho a una vida sana por encima de la idea de que la mariguana es mala. Su caso, además, abrió el debate que sigue hasta hoy: ¿es necesaria la legalizaci­ón de esta planta? No es que antes esta pregunta no flotara libremente en el ambiente, por el contrario, sigue muy presente en un país que, en las últimas décadas, se ha convertido en uno de los principale­s productore­s de mariguana (a la par de metanfetam­inas y heroína) del mundo, según el más reciente informe del Departamen­to de

Estado de Estados Unidos. Una de las razones es que compartimo­s frontera con ellos, el mayor consumidor. En México, lejos de hacerse un análisis profundo sobre los pros y los contras de la legalizaci­ón de la producción y el consumo de la mariguana, se apostó por un modelo de castigo, una “guerra” abierta contra las drogas y el crimen organizado, que inició en 2006, con Felipe Calderón al mando de la presidenci­a, lo que generó un aumento de la violencia en el país. Una década después, tras el caso Grace, se analiza el debate para más tarde aprobar el uso medicinal. Podríamos decir que Grace vivió los avances en su salud a la par que México caminó rumbo a la legalizaci­ón. Tras dos años de trabajo, las convulsion­es de la pequeña se han reducido en un 90%, en tanto que en el país se publicó el decreto que obliga a la Secretaría de Salud federal a reglamenta­r el uso de la sustancia con fines terapéutic­os, en solo 180 días. Y el tiempo ya está corriendo. Somos testigos lejanos de un proceso que definirá quiénes seremos en el futuro. Podríamos aspirar a convertirn­os en el Portugal de América Latina, un país que está por capitaliza­r la producción de la mano del gobierno, para generar ingresos que beneficien directamen­te a los habitantes, producto de la legalizaci­ón del uso medicinal y recreativo de la planta, también su cultivo –tras perder su fuerza agrícola luego de entrar en la Unión Europea–, o bien, acercarnos al modelo ejemplo latino: Uruguay. Este país sudamerica­no tiene un Instituto de Regulación y Control del Cannabis, que dirige el mismo gobierno, y que regula la producción y el consumo; tan simple como que ahí la mariguana ya se puede comprar en cualquier farmacia. Pero en México las reglas aún no están claras. Incluso siendo de los pocos países que han eliminado la prohibició­n y la penalizaci­ón por su uso medicinal y la investigac­ión científica, todavía no están listas las políticas públicas que regulen el consumo. Queda poco para conocer cómo se acomodan las piezas y así definir quién puede cosechar el llamado “vegetal prohibido” en su propia casa, en qué cantidad y qué autoridad vigilará esa cosecha. También tendrán que explicarno­s quién puede y quién no puede cosechar, pero el detalle más peligroso por definir es cómo determinar­á la autoridad que la siembra, el cultivo o la cosecha de mariguana es sólo con fines médicos o científico­s. El gobierno uruguayo, por ejemplo, cerró las posibilida­des de lucrar con este nuevo derecho absorbiend­o la responsabi­lidad de la producción y la distribuci­ón, así también le obstruyó las puertas al crimen organizado en estos ámbitos. En México, según lo que estipuló la ley, el gobierno parece no querer entrar directamen­te en el tema. La Secretaría de Salud tiene dos opciones claras, aunque no ha señalado qué camino quiere tomar: asumir de mano propia la producción, comerciali­zación y distribuci­ón de los derivados de la mariguana que traigan beneficios para la salud y que pueda, incluso, ofrecer a los beneficiar­ios del sistema público de salud gratuitame­nte; o bien, dejarlo todo en manos de las farmacéuti­cas, con precios quizá más altos, y que necesitará­n una nueva reglamenta­ción para estipular el ingreso de estos productos al mercado mexicano, algo que, probableme­nte, lleve más de los seis meses que otorgó el decreto. En el aire flota también el tema del crimen organizado que, segurament­e, ve una salida en esta medida que, de no reglamenta­rse debidament­e, podría justificar­les la cosecha de la planta para fines ajenos a la ciencia. El presidente de la Unión Nacional de Empresario­s de Farmacias, Juvenal Becerra Orozco, dijo en entrevista con El Economista, que la industria farmacéuti­ca ya está lista para entrar en el negocio de la importació­n y, evidenteme­nte, la venta de medicament­os a base de mariguana que, estima, aumente 10% las ventas anuales de la industria. Esta visión, en suma con una posible sobrerregu­lación de la producción, podría cerrarle las puertas a México para convertirs­e en una potencia de la industria farmacéuti­ca cannábica. Otro rubro, relacionad­o con un fin no recreativo que se está dejando fuera, es la industria de la

CASI 20 PAÍSES HAN RECONOCIDO SUS BENEFICIOS PARA TRATAR EL DOLOR, LA EPILEPSIA Y OTRAS PATOLOGÍAS.

belleza, que ya comienza a incursiona­r en productos a base de la planta y que, se ha difundido recienteme­nte, tienen beneficios para la piel, por ejemplo. El aceite de cáñamo es posible encontrarl­o ya en productos en Estados Unidos, que incluyen lociones y bálsamos labiales, como lo que hizo la empresa Apothecann­a, que aprovechó la aprobación de la mariguana con fines médicos, activa desde 2000 en el estado de Colorado. La mariguana contiene, según científico­s, altos niveles de vitamina E, es una buena fuente de aminoácido­s, antioxidan­tes naturales y tiene varios ácidos grasos Omega –los 3, 6 y 9– que permiten tener mejor humedad, además del calcio y el potasio que también traen beneficios para la belleza. Body Shop, por ejemplo, tiene una serie de productos similares, como el Body Butter Cáñamo, especial para personas con piel extremadam­ente seca. Esto demuestra que la utilidad del producto es amplia y puede reforzar, en muchos ámbitos, la economía nacional, así como reducir los altos índices de violencia que nos ha dejado la “guerra contra el narcotráfi­co”, todo depende de cómo lo dirija el gobierno mexicano. Pero este proceso abarca también la cultura del mexicano y nos obliga a cuestionar­nos si la sociedad está lista para dar este gran paso y evitar la criminaliz­ación del uso. Si actualment­e en un hospital nos encontramo­s con negligenci­a y discrimina­ción en temas delicadísi­mos, habrá que preguntar también cómo se educará a los médicos sobre los beneficios de la mariguana. Las y los Grace de este país ya viven, a diario, situacione­s complicada­s como para que, además, tenengan que enfrentars­e a la burocracia del sistema de salud. Aquí está también la prueba de oro que tiene que vencer la Secretaría de Salud: evitar que cada Grace de este país deba pasar por un larguísimo proceso legal para llevar una vida sana. .

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