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Kate Spade New York Fall’17.

KATE SPADE NEW YORK FALL’17. La presentación tuvo lugar durante la semana de la moda de Nueva York, el pasado mes de febrero, en el Russian Tea Room, escenario perfecto para mostrar a la mujer parisina de la década de los 20 en la que Deborah Lloyd, directora creativa de la marca, se inspiró para esta colección. Especialmente, tuvo influencia de tres mujeres que, desde su punto de vista, fueron un parteaguas en el estilo femenino, rompiendo algunas reglas y convirtiéndose en grandes íconos de la época, pero, sobre todo, fueron mujeres de una personalidad imponente. Louise Brooks, una flapper por excelencia, con sus faldas cortas, sin corsé y con un corte de pelo bob, definió gran parte de la mujer moderna de su época. También, la dama de sombrero rojo que aparece en la pintura de Kees van Dongen The Corn Poppy, conocida como le coquelicot, o “la amapola”, en francés; una belleza local cuyo misterio y audacia quedaron plasmados en el famoso cuadro. Por último, la bailarina estadounidense Josephine Baker, de físico, personalidad y estilo extravagantes, cuya carrera despuntó en París donde se desenvolvió como artista y donde vivió hasta su muerte, a mediados de los 60. Bajo toda esta influencia, Kate Spade New York propone, como siempre, a una mujer ultrafemenina, pero con un choque de frescura y fortaleza, una girl power a la máxima potencia. Esta vez, lo divertido que siempre logra la marca con los accesorios, se contagió hasta en las costuras de su ready-to-wear. Lloyd incorporó algunos clásicos americanos, como las sudaderas tipo college, los suéteres o la chaqueta de piel con forro de borrego (sí, la que usa la modelo en la apertura de esta historia), logrando así atuendos más compatibles con un público más joven. Otros grandes protagonistas fueron los estampados, en distintas aplicaciones, como el peluche en cuellos y mangas. El animal print y el estampado de flores en este contraste nos dicen: puedo ser dulce pero también feroz y poderosa.