MADAMEBOVARY, DE GUSTAVEFLAUBERT(1856)
La infame Emma Bovary puso al hombre que la creó frente a un juez francés, acusado de “ofensas a la moral pública y religiosa”. Afortunadamente, Flaubert se libró. Su gran novela muestra las malogradas infidelidades de la aburrida esposa de un doctor en la provincial Normandía. Y cuando la escritora estadounidense Lydia Davis publicó una nueva traducción de Bovary en 2010, un extracto fue publicado en Playboy, proclamando su tributo a “uno de los pecadores más famosos de la literatura”, junto a un spread de Kelly Brook usando únicamente unos tacones de patente.
Playboy eligió bien el extracto: un pasaje donde Emma, que había ido a montar a caballo con un terrateniente local y sucumbido a su pasión por ella, después contempla el resplandor crepuscular de su encuentro al aire libre. “El silencio estaba por todas partes, algo apacible parecía estar saliendo de los árboles; ella podía sentir su corazón, el cual empezaba a latir otra vez, y su sangre fluía a través de su piel como un río de leche”. No puedes argumentar que eso es mala literatura, que no te sientes bajo la piel de esa mujer en ese momento. “Madame Bovary, c’est moi”, famoso dicho de Flaubert. También soy yo.