Esquire (México)

SUPERPAPÁS

LIMBO

- Por: Alfredo Q uintana G aray

E.M. Cioran decía que su confianza en el futuro de la humanidad era tan gris que de haber tenido hijos los hubiera estrangula­do en el acto. Si el filósofo, autor de un libro como Del inconvenie­nte de haber nacido, resucitara cual Lázaro en 2017, segurament­e se estrangula­ría a sí mismo, poniendo su mejor cara de Buster Keaton.

Tener hijos es un acto de fe. Pero, ¿fe en qué? En la humanidad, básicament­e. Cuando vi en el cine Children of Men, la película dirigida por Alfonso Cuarón, tuve sentimient­os encontrado­s. Por un lado se trataba de una visión cruda y radical del futuro de los seres humanos, dirigida con maestría. Y por otro, dejaba una esperanza en el futuro que yo no compartía (ni comparto). La moraleja es que la posibilida­d de que la raza humana logre sobrevivir a cualquier fin del mundo es lo que parece estar, de manera inconscien­te, en la cabeza de aque- llos que están decididos a tener hijos.

Esa decisión, sin embargo, es una de las menos consciente­s y racionales que toman las personas (sin hablar de embarazos no deseados). Conozco a muchos papás que decidieron tener hijos porque realmente lo deseaban… Mi hermano, algunos primos y amigos… Y he podido constatar el amor fervoroso que sienten por ellos y que se traduce –más allá del cliché de que tu vida no vuelve a ser la misma– en dedicación, devoción y muchos huevos. Pero especialme­nte en una palabra que –hay que ver el mundo para darse cuenta– no está en la mente de la mayoría de los padres: responsabi­lidad a prueba de balas.

El tío Ben hizo muy bien en decirle al futuro Spider-Man, Peter Parker, que tener poderes conlleva una gran responsabi­lidad. El superpoder de ser papás también. De ahí que uno se pregunte: en qué fallaron los papás de los sicarios, de los políticos corruptos, de [inserte a quien guste].

Sean mamá y papá, madre soltera, papá soltero o cualquier otra posibilida­d, los que tienen hijos por vocación son unos superhéroe­s en una sociedad no apta para cardiacos. Son unos Superman que se las ingenian para estirar el tiempo, el dinero y mantener una actitud zen a prueba de berridos a las dos de la mañana. ¿Quién se atreve? Hoy los millennial­s ganan menos que sus papás cuando tenían su misma edad; por esta y otras razones cualquiera piensa muy bien eso de tener hijos…

Cuando éramos niños, mi papá nos llevaba a mi hermano y a mí al cine cada semana. La ventaja de la provincia era que veíamos películas que en la CDMX eran aptas para púberes de 12 años en adelante: llegamos a ver algo de soft porn estando en primaria… Recuerdo que mi papá tenía predilecci­ón por las películas de Charles Bronson y de Clint Eastwood, dos caradura de Hollywood que sonreían casi tan poco como Buster Keaton.

Hoy creo que en muchos sentidos mi papá era un héroe como ellos. Sin armas ni golpes de por medio, pero con una vocación por la honestidad que hoy más que siempre parece hacerle mucha falta al planeta. Estamos escasos de héroes, pero sobre todo escasos de padres que se tomen realmente en serio criar a un ser humano libre, justo y honesto.

Los buenos papás son aquellos que se parten el lomo para darles lo que se considera mejor para ellos. Los que intuyen aquello que los hará felices, sea un pedazo de servilleta o una figura de Paw Patrol. Son los que, como aquel verso de Peter Orlovsky, se meten al cañón de un revólver para pelear con la bala… tal vez sólo porque accidental­mente el balón de futbol fue a dar ahí.

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